Francisco Javier Quintero, psiquiatra

«Otro curso como el anterior puede provocar un gap en la educación»

Francisco Javier Quintero, jefe de psiquiatra del Hospital Infata Leonor y director de Psikids, explica en el siguiente artículo la importancia de las diferentes etapas educativas para el alumno

S.F.

Con el final del verano llega el momento de la vuelta al colegio, que como tantas otras cosas esta sujeta a cambios, incertidumbres y la necesidad de una planificación diferente, en la época del Covid. A la hora de planificar el retorno a las aulas, se deberían tener en cuenta tres factores principales. El primero, es la situación de la pandemia y la salud pública. El segundo es el impacto en la conciliación de las familias y en tercer lugar, pero muy importante, las necesidades educativas de los alumnos . Y conjugar estos tres factores no es sencillo, ya que cada uno arroja además, otras derivadas como la brecha tecnológica.

Aunque sean los dos primeros puntos claramente importantes, la mayoría de los planes publicados relativos al retorno a las aulas se están enfocando en ellos, quizás no teniendo tanto en cuenta el aspecto más puramente educativo. Pero las cifras de fracaso y éxito escolar en España, nos debería llevar a poner el foco en estas necesidades.

Tomando como referencia el último trimestre del pasado curso escolar, que digamos que no fue el más productivo en términos de aprendizaje, debería servir como experiencia. La necesidad de adaptarse a una educación online a muchos centros educativos les esta costando y muchos nos tememos que hoy no todos estén realmente preparados para poder adaptar una metodología online efectiva. La transición tecnológica en la educación se puede estar acelerando, pero ¿estamos realmente preparados? El reto de la adaptación recayó de manera importante en los padres, que tuvieron que dedicarle muchos esfuerzos para que sus hijos pudieran seguir el ritmo escolar durante el confinamiento, al tiempo que se adaptaban a teletrabajar.

A la hora de pensar en las necesidades educativas, estas ni son universales, ni homogéneas para cada etapa, y cada edad debería tener sus prioridades. Es más, incluso en estas circunstancias, deberíamos seguir tratando de adaptar el ritmo educativo individualmente.

Entre los 0 y los 3 años en realidad las necesidades educativas específicas son relativamente relevantes, ya que el objetivo principal es favorecer el desarrollo psicomotor. La estimulación que unos niños de esta franja de edad necesitan se puede organizar en casa. Entre los 4 y los 6 años, ya aparecen algunos objetivos específicamente educativos , como los primeros pasos en lecto-escritura o en habilidades lógico-matemáticas, pero también es controvertido y de hecho no en todos los sistemas educativos en el mundo se plantean estos objetivos a estas edades.

Con el paso a Primaria surgen otras necesidades relevantes y ventanas de oportunidad en el aprendizaje. Sin duda la lectura, la escritura y las bases de las matemáticas, pero todas las competencias y habilidades las podríamos resumir en un concepto, aprender a aprender y hacerlo tanto individualmente, como en grupo, con lo que la parte social empieza a tener un papel relevante.

En el caso de Secundaria los objetivos se centran en desarrollar y consolidar hábitos de estudio y trabajo, ser capaces de adquirir una autonomía progresiva en el aprendizaje. Con el despertar de la adolescencia, la relación grupal y el contacto con el otro, adquieren una importancia mucho más relevante.

Por ultimo, en Bachillerato y teniendo en cuenta nuestro modelo educativo, el objetivo clave está en el desarrollo de las habilidades y competencias, que les permitan acceder a una educación superior.

Sobre estos objetivos formativos básicos y resumidos, pensemos en que otros aspectos como la convivencia, la práctica deportiva o los aspectos emocionales ligados al desarrollo y su importancia. En definitiva, un crisol de vectores que transcienden a la salud publica, la capacidad tecnológica o incluso a las preferencias individuales.

Algunos hablan de una generación perdida, lo que a lo mejor es exagerado, pero desde luego otro curso como el anterior, puede provocar un gap en la educación de algunos alumnos, que debemos observar para minimizar su impacto, y particularmente pensando en aquellos con necesidades específicas, que ahora más que nunca deberíamos prestarles una atención especial.

A modo de conclusión, la decisión de cómo va a ser este curso no es sencilla, vamos a tener que ser flexibles y tener en cuenta todos los factores, también los propios de las necesidades de los alumnos. Sin duda un reto para el sistema educativo, familias y también el sector sanitario, donde el cociente riesgo-beneficio debe ser clave en las decisiones.

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