La moda corre turno
Entre la desolación y los nuevos proyectos, la industria de la moda está en pausa. El Covid-19, ha impuesto una parada que deja sin «colocar» millones de prendas y accesorios que no habían visto aún la luz. Se trata de piezas y propuestas que se presentarán en un futuro más o menos próximo. La moda corre turno
Las colecciones que habitualmente vemos desfilar en las grandes casas de moda y en las campañas publicitarias de las marcas low-cost representan como mucho un 10% de las unidades de producto que se preparan para cada temporada. Evidentemente, este no es el caso de los pequeños talleres que dan todo de si y muestran su trabajo al completo en cada ocasión.
Cada vez que una nueva colección salía a la palestra, el ritmo de la moda al que hemos estado acostumbrados hasta ahora imponía que la siguiente ya estuviese en «el horno» . Por motivos logísticos, operativos y de producción era imprescindible ir avanzando. Esto implica que los pedidos que estaban listos para llenar las tiendas este verano y que no se habían mostrado aún al público, volverán a estar disponibles este el otoño-invierno de un modo u otro. Lo mismo ocurrirá con bolsos, calzado y accesorios que no hayan visto la luz, ya que aquello que haya desfilado o se ha publicitado pasará a rebajas o a algún outlet. La moda, como la fruta, se pasa . Hay que consumirla rápido para que no «huela» a rancio.
Por otra parte, los prototipos que estaban preparándose para los desfiles que han sido cancelados estos próximos meses de junio y julio a buen seguro formarán parte de las colecciones futuras , ya que en la actualidad las prendas son cada vez más ambivalentes . No es difícil encontrar vestidos de tirantes o sandalias en las colecciones de invierno y trajes de chaqueta en las de verano. Entre tanto, muchas marcas se han apresurado a refrescar sus básicos y sacar a la luz prendas y accesorios intemporales y ponibles que vuelven a protagonizar las ventas durante estos meses de confinamiento.
Y es que en esta industria billonaria, vital, imprescindible y accesible, el Covid-19 ha irrumpido como elefante en cacharrería, destruyendo el trabajo de fotógrafos de moda, revistas especializadas, vendedores de tienda, empleados de fábricas textiles, publicistas, agricultores del mundo del algodón y empleados del sector del ganado lanar y de las pieles de vacuno.
Mientras tanto, los más afortunados teletrabajan, idean, organizan y se aventuran a imaginar como cambiará un sector, universal y necesario. Porque, aunque todos nos vestimos al levantarnos cada mañana, es quizás la componente «estilo» −más que el factor «necesidad»− la que más dinero mueve. No en vano, la moda −tal y como la entendemos hoy en día− supone para muchos clientes una forma accesible de arte , una herramienta de expresión personal y un disfrute.
Como «ojos que no ven, corazón que no siente», recibiremos en unos meses con los brazos abiertos ideas precocidas, inventos perfeccionados durante meses y series de accesorios fotografiados en estilismos adaptados a esta época de semi-confinamiento. La distancia social requerida en el presente y el futuro próximo modificará en gran medida nuestro modo de comprar, nuestra frecuencia de visita a las tiendas físicas y nuestra afición por las compras online. Y en el mundo de la moda las marcas tendrán la mitad de trabajo hecho y la mitad por hacer. Tras un momento de parada, las prendas «congeladas» en este paréntesis saldrán a la luz con brillo propio combinadas de modo actualizado. Como con la carne de las croquetas, aquí se aprovecha todo.
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