Los viajes por España, la asignatura pendiente de la Princesa Leonor y la Infanta Sofía
Las hijas de los Reyes mantienen tras el relevo el perfil de escasa visibilidad
En estos tres primeros años del reinado de Don Felipe , hay una idea que ha quedado clara: sus hijas, la Princesa de Ast urias y la Infanta Sofía , han seguido manteniendo el mismo perfil de escasa visibilidad pública que en la etapa anterior. El hecho de que las Infantas hayan pasado a ocupar el primero y el segundo lugar en la Línea de Sucesión a la Corona sólo se ha traducido en una nueva cita anual con la opinión pública -el desfile de la Fiesta Nacional- y otra que, en circunstancias normales, se produciría cada cuatro años -la apertura solemne de la legislatura-.
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Leonor , de once años, y Sofía , de diez, han comparecido seis veces en público en el último año: en Marivent el pasado verano, en el desfile del 12 de octubre, en la apertura de la legislatura en noviembre, una jornada familiar de esquí en Candanchú durante el invierno, en la Misa de Resurrección de Palma y en la Primera Comunión de Sofía. Más o menos, el mismo número de veces que comparecían cada año durante el reinado de Don Juan Carlos y Doña Sofía .
El álbum de fotos de Leonor y Sofía es más fino que el de los niños de otras Familias Reales europeas, pero sobre todo es mucho más reducido que el que acumulaba su padre, Don Felipe , cuando tenía la misma edad.
En aquel momento, después de casi cuatro décadas de franquismo, Don Juan Carlos y Doña Sofía eran conscientes de que la Monarquía no solo debía restaurarse en las leyes sino también en el afecto de los españoles, y aprovechaban cualquier ocasión para presentarse ante la opinión pública como una familia. De esta forma, tejían los lazos afectivos entre el pueblo y la Familia Real , algo que la Monarquía lleva haciendo siglos. Cuando no existían los medios de comunicación, los Reyes y sus hijos recorrían los pueblos para darse a conocer y crear unos vínculos indispensables para reforzar a la Institución.
Acostumbrado desde niño
Don Felipe apenas tenía dos años cuando empezó a acompañar a sus padres a los actos oficiales más sencillos , como eran las entregas de premios en competiciones deportivas y, a veces, le encomendaban que entregara el trofeo. A los cinco años se sumó a la primera visita oficial que hizo la Familia Real a Canarias, donde recorrió en camello el parque de Timanfaya y regresó con una jaula y un canario de color amarillo oro. A este viaje le siguieron otros a Santiago de Compostela, a Zaragoza y a Asturias, y numerosos actos en Madrid. El joven Príncipe se acostumbró desde niño a desenvolverse en público con una naturalidad y simpatía que suscitaba el afecto.
Cuarenta años después, las circunstancias han cambiado. A los padres de la nueva generación de Príncipes europeos les preocupa la educación de sus hijos y tratan de evitar su exposición excesiva o no autorizada a los medios de comunicación. Lo difícil para las Casas Reales es encontrar el equilibrio entre el derecho a la privacidad de los niños y la necesidad de que la opinión pública les conozca.
Como no existe una única respuesta, cada Familia Real aplica su fórmula con más o menos acierto. La Casa Real británica, que es la referencia de todas las Monarquías europeas, es la más transparente en cuanto a apariciones en público de sus miembros más pequeños. El Príncipe Guillermo y la Duquesa de Cambridge no solo se hacen acompañar por sus hijos, Jorge y Carlota, en sus desplazamientos oficiales, sino que además distribuyen fotos de gran impacto que son reproducidas en todo el mundo, como la del encuentro de Barack Obama con el pequeño Príncipe en albornoz.
Otras Familias Reales han introducido a los Herederos, desde edades muy tempranas, en la vida oficial, con actos especiales para niños, como la ruta verde infantil que inauguró la Princesa Estela de Suecia cuando tenía dos años. También es llamativo el caso de Isabel de Bélgica e Ingrid Alexandra de Noruega , que pronunciaron sus primeros discursos en público con nueve y diez años respectivamente.
En España, Don Felipe y Doña Letizia optaron desde el primer momento por que sus hijas llevaran una vida lo más normal posible, dosificaron sus apariciones en público y restringieron su asistencia a actos oficiales. El objetivo no sólo es proteger a las Infantas de la sobreexposición. Los Reyes están convencidos de que los españoles no quieren que su futura Reina crezca convertida en protagonista habitual de los medios de comunicación.
Esta restricción mediática se hizo extensiva a los viajes por España, cuyo formato no está pensado, en la mayoría de las ocasiones, para que les puedan acompañar las niñas. Pero bastaría con adaptar el programa para cumplir un doble objetivo: que los españoles conozcan mejor a las Infantas y éstas conozcan España . Porque, como dice el Rey, «lo que no se conoce a veces es difícil de querer y de comprender».