Ana Soria, un personaje de sequía
Quiere ser famosa, aunque diga lo contrario
Hablando con un compañero sobre el bautizado como «romance del verano», de Ana Soria y Enrique Ponce , coincidimos en que jamás hubiéramos dado tanto bombo a una relación como esta, de no ser por la sequía informativa que estamos viviendo todos los que nos dedicamos a esto.
El Covid-19 ha hecho más presentes a políticos, economistas y se ha tragado a los famosos. Sin fiestas, sin viajes gratis, con las mascarillas que llevan algunos que parecen pasamontañas, no hay quien pille a nadie. Repasando la hemeroteca rosa, Ponce solo había sido portada en su ex revista de cabecera para anunciar bodas, bautizos… con su ex Paloma Cuevas . A la que le ha salido una rival, no solo en lo sentimental sino en lo profesional. La joven almeriense con la que el torero comparte cocodrilo hinchable y barquito por el Cabo de Gata porque no se esconde, ni lo pretende.
Ana quiere ser famosa , aunque intente vendernos lo contrario. Se ve que ha visto mucha tele y leído mucha revista del corazón. Solo hay que verla salir del chiringuito este miércoles respondiendo a los compañeros que la esperaban a la puerta, como si llevara haciéndolo toda la vida. Aún le faltan tablas, pero lo suple con belleza.
Aparcado el Erasmus , alguna agencia la ha contactado. Si en tres semanas está tan suelta ante los micros, en unos meses amadrina una marca. Son muchos ceros y hasta ahora ningún personaje recién llegado se ha resistido. Si hubiera querido ser anónima, lo hubiera exigido.
Cuantos consortes del famoseo no conocemos, y nunca salen en la foto o les persiguen. Soria está encantada y a Ponce parece que le da igual. Se contradicen sus palabras con sus hechos.
Noticias relacionadas