La joyera ibicenca que enamoró a Dolce & Gabbana

Los diseñadores italianos compran a Elisa Pomar sus piezas desde hace una década

Elisa Pomar ABC

PILAR VIDAL

Hace diez años que Domenico Dolce y Stefano Gabbana , los creadores de la firma Dolce & Gabanna, aparecieron en la joyería de Elisa Pomar , una ibicenca cuyos antepasados orfebres se remontan a 1850. Los italianos se enamoraron de sus diseños elaborados en oro y plata que combina con coral y algunos cristales de colores. «Se llevaron media tienda. Yo le dije a mi padre que ya podíamos cerrar», sonríe Elisa. Hubo tanto feeling entre ellos que cada año regresan a Ibiza a por joyas para sus desfiles . No le desvelan nunca los detalles de la colección ni quieren prestamos ni descuentos. No sacan enseguida lo que compran. Por ejemplo, este año, en la pasarela de Nueva York, han lucido unas piezas que le compraron hace tres años. Elle Mcperson o Scarlett Johansson han llevado sus joyas en desfiles o campañas publicitarias. Ya no le impresiona que por su tienda aparezcan famosos. «Estamos al lado del puerto donde atracan yates de millonarios y celebrities. Al final no le das importancia porque lo que más valoras es que no se queden en lo material sino en que las piezas son únicas ».

Dolce & Gabanna Julián De Domingo

Se emociona al hablar de sus antepasados. El Rey Alfonso XIII fue cliente de su abuelo, más conocido en Ibiza como Xim, a quien en ocasiones adquiría joyas.

Símbolo de devoción

ABC

Su joyería es un museo cargado de historia. En la vitrina de la entrada guarda uno de sus tesoros más preciados; un clauer (llavero) de los tres que no desaparecieron tras la guerra civil. «Esta pieza de plata negra y de la que cuelgan dos llaves y dos imágenes de la Virgen se la entregaban las suegras a sus nueras para que se los colgaran en el cinturón cuando salían de casa. Simbolizaba que les daban el corazón de sus hijos, aunque las que seguían mandando eran las suegras». Pero no es la única tradición que conserva de las pagesas. Sigue vendiendo los 24 anillos que los novios entregaban a sus prometidas para formalizar el compromiso. Los que no tenían posibles, solo regalaban tres. Y la emprendada una especie de collar con siete tiras llenas de colgantes de oro que puede llegar a costar 40.000 euros . Antes solo lo utilizaban para bailar con el traje regional ahora lo ha adaptado a la época, sin perder el esquema original. Estas piezas de sus antepasados son su inspiración.

Su último encargo, rehacer la Corona de la Virgen de Santa Eulària. La elaboró con ayuda de los ibicencos que donaron piezas de oro de sus difuntos para fundir. « Tuve a la Virgen dos meses aquí en el taller y eso me marcó tanto que cuando se la llevaron tuve que comprarme una». Elisa tiene magia, te atrapa con sus teorías sobre el dios fenicio Bes y lo mucho que tuvo que ver su poder para hacer de Ibiza un lugar donde artistas y hippies se quedaron para no volver. O la forma de rombo de sus joyas un homenaje al trigo dorado de la época. Hace una semana clausuró la pasarela Adlib con sus creaciones haciendo retroceder siglos de historia a los asistentes. Y es que, a los Pomar los fenicios les encargaron proteger la tradición orfebre de la isla.

La joyera ibicenca que enamoró a Dolce

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