Isabel Valdecasas, la pintora abstracta que ha conquistado al duque de Alba
Carlos Fitz-James Stuart acaba de adquirir una obra de esta joven artista. Es sobrina del artistócrata, nieta del marqués de la Motilla y pintora de cabecera de famosos como Nieves Álvarez
«No esperaba que mi tío viniera a ver mi exposición y mucho menos que fuera a comprar una de mis pinturas. Cuando me dijo que quería llevarse un cuadro, casi me desmayo . Me llegó al alma», confiesa Isabel García Valdecasas Solís Beaumont . El tío de la artista no es otro que Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo , XIX duque de Alba y uno de los mecenas y coleccionistas de arte más importantes de Europa . Y la obra en cuestión es «Cosmogonía lunar», un lienzo abstracto de 1 m x 1m que Isabel realizó en técnica mixta y que forma parte de una serie que expone hasta el 3 de febrero en las salas de la sede madrileña del Banco UBS .
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«El cuadro que se ha llevado mi tío es una pintura muy sobria, muy masculina y muy pausada. Creo que es ideal para él», apunta la artista, que es sobrina de Matilde Solís , exmujer del duque de Alba y nieta del ya desaparecido Fernando Solís y Atienza, marqués de la Motilla. García Valdecasas también está casada con un Fitz-James Stuart, el aristócrata Hernando de las Bárcenas , cuyo linaje entronca con la difunta Cayetana de Alba, con la Emperatriz consorte de los franceses Eugenia de Montijo y con la mismísima Juana la Beltraneja.
Una cuestión de familia
Como bien indica su nombre, «Cosmogonía lunar» es una obra inspirada en los colores y las texturas de nuestro satélite. «Mi tío me dijo: ‘‘Ya sabes que no compraría nada que no me gustara de verdad’’ . Fue muy cariñoso». El lienzo podría terminar decorando uno de los salones del Palacio de Liria , los mismos donde vivió y murió la Emperatriz Eugenia, antepasado del marido de la artista. «Quién sabe... ojalá. Aún no sé dónde lo colgará. Me ha dicho que me llamará para que le asesore. Yo le he respondido que lo cuelgue entre los ‘‘goyas’’ », comenta su autora entre risas.
Isabel no es la primera artista de la familia. De hecho, nadie olvida las pinturas de inspiración impresionista y naíf que realizaba Cayetana de Alba y que dejó de hacer tras la muerte de su segundo marido, Jesús Aguirre. Pero sí es la primera que se dedica profesionalmente a ello . «Casi todas las mujeres de la familia pintan. Yo lo hago desde muy pequeña, aunque no estudié Bellas Artes. Digamos que a mis padres no les entusiasmaba la idea de una hija pintora . Por eso me decanté por Historia del Arte», recuerda.
Tras terminar la carrera, con 22 años, dejó su Sevilla natal para probar suerte en Londres . Estudió un máster de arte en Christie’s y después de finalizar los estudios la casa de subastas le ofreció realizar un año de prácticas en la sede de King’s Street , «rodeada de tizianos, rembrandts, kandinskys y pollocks».
Tras varios años en el negocio de la compra-venta de arte, Isabel comenzó a pintar murales para las casas de la aristocracia española . «Hacía pinturas murales y trampantojos. Todo muy orientado a la decoración. Me encargaban muchísimos cuartos infantiles. Algunos me encantaban y otros los odiaba », reconoce. Pero en 2008, con el estallido de la crisis económica, los pedidos dejaron de llegar.
«Entré en pánico. Dejaron de llamarme y no sabía qué hacer. En lugar de echarme atrás, decidí dar un paso más en mi carrera como artista», explica. Comenzó a profundizar en el arte abstracto , lo opuesto a los paisajes y pinturas figurativas que había hecho hasta entonces. Ahora prepara su primera exposición colectiva en Nueva York de la mano de Agora, una prestigiosa galería del barrio de Chelsea especializada en jóvenes talentos.
Taller en el campo
La sobrina del duque de Alba compartió estudio, durante varios años, en el madrileño Paseo de la Habana con otras dos pintoras, María José Solís y Rocío Parladé. Dice que fue una de las mejores y más apasionantes épocas de su vida: «Música a todas horas, una luz increíble, charletas interminables, muchas risas, algún que otro llanto, cuadros, pintarrajos, experimentos, litros y litros de té y las manos ya para siempre hechas un desastre». Pero ahora trabaja en el campo , donde encuentra «ese retiro espiritual y ese remanso de paz tan necesario para plasmar en el lienzo la ambigüedad de mi paleta, creando energía, luces y sombras».
Allí se fraguó la serie «Cosmogonías» , que como su nombre indica es una interpretación muy personal del origen y la evolución del universo, sin pretensiones científicas ni etimológicas . «Es color, son texturas, interpretaciones subjetivas sobre el origen del espacio», aclara. Tardó más de un año en elaborar esta serie y dice que el esfuerzo valió la pena.
La exposición en el Banco UBS está siendo un éxito. El duque de Alba no es el único «pope» del coleccionismo que ha adquirido una obra firmada por García Valdecasas. Varios coleccionistas privados de Londres, Ámsterdam y Nueva York también se han acercado a Madrid para comprar piezas. Entre sus clientes también figuran la modelo y presentadora Nieves Álvarez, a la que considera una amiga.
Ahora que Carlos Fitz-James acaba de vender «La virgen de la granada» de Fra Angelico, queda un hueco libre en los muros del Salón Italiano del Palacio de Liria . ¿«Cosmogonía lunar» podría ocupar su lugar? «Sería una delicia, pero no creo que ese sea el sitio adecuado», responde la autora. En el arte, como en todo, rige aquel adagio: «Sobre gustos no hay nada escrito».