¡Gracias, España!
Llegó a regañadientes a Madrid cuando tenía 12 años. Ahora, a los 41, esta modelo mozambiqueña evoca con emoción sus veraneos españoles
En 1989 , por motivos laborales de mi padre, aterricé en este maravilloso país que tanto me ha dado. Por aquel entonces solo tenía 12 añitos .
Nací en Maputo ( Mozambique ), aunque han sido pocos los años en los que he vivido en mi madre tierra. A lo largo de mi infancia, y en compañía de mi familia, viajaba con frecuencia por el mundo, así que durante las vacaciones escolares regresábamos a Mozambique. Hasta que mi padre decidió que el veraneo se pasaba en España .
Recuerdo nuestros primeros veranos aquí, poniendo rumbo al sur, a Marbella o a las playas de Huelva . Pero no tardamos en virar hacia el norte, a Cantabria y Galicia; y, más tarde, a la costa catalana, Canarias, Baleares ... Lo que me llamaba poderosamente la atención era que los españoles alquilaran apartamentos para pasar prácticamente todas las vacaciones en el mismo lugar, al tiempo que las grandes ciudades se vaciaban durante ese gran éxodo estacional . Padres, hijos, abuelos, primos... la familia al completo, como los Alcántara de la serie «Cuéntame cómo pasó». Y sin salirse de la cuadrícula de la rutina: por la mañana, conseguir el mejor sitio posible en la playa; más tarde, el aperitivo, la comida y la santa siesta. Igual que estar en la casa de siempre, aunque en un escenario diferente. Jamás, en ningún otro país, había visto nada semejante y a mí aquello me parecía insólito y aburrido. Pero era lo que hacían mis compañeros de colegio. Hoy son otros tiempos y he observado que aquellas estancias largas y familiares ya no se estilan tanto, al menos entre las personas de mi entorno.
Sea como sea, me gusta vacacionar en España . Cada rincón merece la pena, cada lugar tiene su encanto, vayas donde vayas se come fenomenal. Hay tanto por descubrir y, lo mejor, para todos los bolsillos. Esto no sucede en mi tierra, donde solo si tienes dinero puedes disfrutar de sus playas, que son el paraíso . Sin posibilidades económicas, no tienes derecho a acceder a ese regalo de la naturaleza .
Si se trata de elegir mis paraísos españoles, me quedo con Formentera e Ibiza . En esas dos islas, que un buen día mi marido me mostró, he vivido momentos que jamas olvidaré. Tienen una energía especial, me transmiten una enorme sensación de paz . Lo mismo me sucede en Tarifa . Tengo tantas imágenes, tantos recuerdos del verano, que necesitaría un libro para poder contar cada experiencia y cada emoción.
Volviendo al inicio de este texto, para este país solo tengo palabras de agradecimiento. Cierto es que cuando me dijo mi padre que nos trasladábamos a Madrid me quería morir. Pero ahora solo puedo dar las gracias por todo lo que me ha ofrecido y todo lo que me ha enseñado. Qué cierto es ese eslogan de «Spain is diferent». No hay país en el mundo igual a este. ¡ Gracias , España!
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