Flavia, hermana del duque de Madinaceli: «Tenía pasión por sus hijos y por mí»
Tanto su hermana como otros familiares destacan su amor por Sevilla y su carácter afable e ingenioso
Hoy, al abrir Facebook como cada mañana, en lugar de encontrarnos esa crónica habitual, divertida, socarrona en puro y castizo andaluz, con las que nos obsequiaba temprano Marco Hohenlohe , nos hemos sobresaltado con la más amarga y menos esperada de las noticias, remitida por su hermana Flavia. Nos ha dejado.
Marco de Hohenlohe-Langenburg, duque de Medinaceli , era, a pesar de su apellido alemán, andaluz y madrileño por los cuatro costados. Estudió en Madrid en Retamar y en Santa María de las Nieves y mas tarde cursó Business Administration en el American College de Leysin (Suiza).
Flavia Hohenlohe Langenburg Medina, su hermana del alma, con la voz quebrada y tristeza infinita , nos habla de Marco. «Allí, en el American College de Suiza, hizo cantidad de amigos de todas las nacionalidades suecos, suizos, alemanes que tanto le quisieron y que están todos llamando ahora mismo».
«¿Y de Marco, qué te puedo decir? Que era el ojito derecho de mi madre, que admiraba a mi padre por encima de todo, sobre todo después de aquel terrible accidente de moto, admiración que se volcaba en su manera de vestir, en su gusto por los coches, en sus movimientos, en todo y al que se parecía tanto, que era como volver a verle. Mi madre murió antes que mi abuela por lo que él, entonces, se fue a vivir a Pilatos y se cuidaban y se acompañaban mutuamente, tenían una relación muy especial los dos. Vivía en Sevilla, pero echaba mucho de menos su vida de Madrid (donde se escapaba cuando podía) y le gustaba tanto Marbella, que hemos querido enterrarle allí junto a nuestro padre. Era deportista, vibraba por el pádel, el esquí, los coches y compartía con el Rey Felipe su pasión por los aviones».
«¿Qué más te puedo decir de Marco? Que era súper cariñoso, empático, ingenioso, que tenía pasión por sus hijos y creo que por mí, y era fiel amigo de sus amigos.
¿Lo que le molestaba? Alguna aberración estética pero sobre todo, que se metieran con la gente que él quería. Su vida era rutinaria de ideas fijas y ordenadas».
Su tía Clara Gamazo Hohenlohe, tan próxima a él, nos cuenta que «tenía un sentido del humor increíble, siempre estaba contento. Adoraba Sevilla y en Sevilla no sabes cómo le querían todos, gente sencilla. Como su amigo Rubén y Diego, el de la Plaza de la Arfarfa como él le llamaba, en la que no perdonaba ni un solo día de crónicas matutinas para Facebook desde allí, mientras desayunaba leyendo su periódico».
Por su parte, y en representación de todos sus amigos, una gran amiga de hace muchos años y que prefiere guardar el anonimato le define como: «Lo mejor y lo mas noble que he conocido en mi vida. Desde los 18 años. Es la persona más pura que he tratado . Muy inteligente, y es que alguien con tanto sentido del humor y del amor tiene que serlo. Estuvo muy orgulloso de haber tenido el honor de llevar el título que ostentó y lo llevó con dignidad y respeto hasta su último día consciente».
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