Fuera de sitio
Núria Roca y Juan del Val, la pereza de una pareja abierta
«Infieles hay muchos, un montón. Parejas abiertas, no tantas. Son algo residual porque el amor a menudo va íntimamente ligado a la posesión»
Los cuernos se suelen poner en secreto. Más que el sexo en sí, es la mentira, la traición, lo que suele alimentar la infidelidad. La gasolina del infiel es el vértigo de lo prohibido. En los últimos meses he tenido que hablar con muchas personas que han vivido alguna vez una aventura extramatrimonial y, si algo tengo claro es, primero, que siempre acaba mal. Segundo, cuando se busca es porque algo falla. La cuestión es darse cuenta a tiempo y no demasiado tarde. Luego está lo que llaman poliamor o pareja abierta, el cuento de la lechera.
Núria Roca y Juan del Val han descubierto la pólvora y han conseguido capitalizar la milonga de la pareja abierta. Lo contaron un día, como si fuera una provocación, a estas alturas. A partir de ahí, según ellos mismos reconocen, en todas las entrevistas se les pregunta por eso. No dudo que les pase, pero me pregunto si eso es así porque no tienen nada más interesante que contar.
Ese matrimonio me da una pereza que me mato. Son como el bacon cortado en lonchas, pegajoso, que nunca me apetece comer. Me da absolutamente igual con quién se acuesten, pero ese relato suyo de pequeño burgués liberado que descubre la modernidad con algo más pasado que el ‘Aserejé' me aburre un poquito. No veo la pretendida transgresión que quieren vender y tampoco esa bandera de normalidad.
Infieles hay muchos, un montón. Parejas abiertas, no tantas. Son algo residual porque el amor a menudo va íntimamente ligado a la posesión . La mayoría queremos poseer a nuestra pareja como si fuera un objeto. Cuando estás convencido de que esa cosa te pertenece, no la quieres compartir. No es amor, ni cariño ni apego, es posesión. Nos poseemos y a menudo lo confundimos con el amor. Algunos incluso matan por no perder ese objeto que consideran solo suyo.
Hace poco una amiga me contaba que estaba cansada de su matrimonio, aún amaba a su marido aunque apenas lo soportaba. Le pregunté por qué no se divorciaba y me dijo: «Si le dejo, encontrará muy pronto a otra. Y eso no lo puedo soportar» . La única razón de esa pareja fue, durante varios años, la posesión. Mi tesoro.
Si encima tu pareja es guapa, mucho peor. Me ocurrió a mí, era bonito, sexy, fuerte, y sobre todo, siempre mío. Una vez entiendes eso, tienes que buscar dónde, en qué lugar, estaba el amor .
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