Once años de cárcel para el profesor de un colegio de Vizcaya que abusó sexualmente de un niño

El joven guardó silencio durante varios años por «miedo y vergüenza»

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La «vergüenza» y el miedo a que se rieran de él impidieron que a sus 12 años contara a sus padres lo que estaba sucediendo. Los habituales abusos de su profesor le infligieron un sentimiento de culpabilidad que le llevó incluso a pensar en el suicidio. La impunidad del agresor, que impartía Religión en el colegio vizcaíno de Gaztelueta , ha terminado hoy. La Audiencia provincial le ha condenado a 11 años de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales durante los cursos 2008-2009 y 2009-2010, una pena incluso mayor que la que solicitaba la acusación.

La sentencia que ha publicado este jueves la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Vizcaya incluye además 15 años de alejamiento de la víctima y otros 11 de inhabilitación. Una condena que la defensa recurrirá ante el Tribunal Supremo, mientras que la abogada de la familia, Letizia de la Hoz , solicitará la entrada inmediata en prisión del profesor: «Se ha hecho justicia» , ha manifestado la letrada, que sin embargo ha añadido que no hay «nada que compense, indemnice y repare el dolor que ha sufrido» la víctima.

«Las víctimas que pasan por procesos de estos solo ellos saben lo que luchan —ha destacado—. A nosotros, como querellantes, nos correspondía probar los hechos, y a la vista está que hemos sido capaces de conseguirlo y, después de todo el sufrimiento, ha merecido la pena porque se ha hecho justicia».

Una década de lucha

La sentencia pone fin a más de una década de lucha del joven, que en la actualidad tiene 22 años. Durante el juicio, la víctima explicó que las primeras veces su profesor le daba caricias en la mano tras ofrecerle una chocolatina, aunque con el paso del tiempo comenzó a tocarle otras zonas del cuerpo. En ocasiones le enseñaba mujeres «semidesnudas» en la pantalla del ordenador y le obligaba a masturbarse.

Otras veces le pedía que fuera a su despacho y le decía que se bajara los pantalones para introducirle «bolígrafos por el ano» o incluso puede que «algún dedo».

Tal y como narró el joven, su profesor le advertía en tono «amenazante» que no contase nada de lo ocurrido. Por ello y por el miedo y la vergüenza a que se rieran de él, finalmente prefirió callar: «Al final de mi estancia en Gaztelueta me entró una sensación de culpabilidad», explicó el joven, que a raíz de los hechos comenzó a sufrir pesadillas y tenía dificultades para dormir y estudiar.

Satisfacción en la familia

Juan Catrecasas, el padre del alumno, ha lamentado hoy que la familia, «víctima indirecta» de los abusos, haya tenido que hacer frente tantos años a los «comentarios y difamaciones» que pusieron en duda su «credibilidad». Por ello, ha mostrado su «satisfacción» por una sentencia que «le hacía falta» a su hijo para sentirse reconocido. Sin embargo, ha subrayado que el joven «continúa en situación de estrés postraumático», y ha pedido para él una «reparación moral» que a su parecer también debería proceder de un colegio que debe «pedir perdón».

Por el momento, el colegio Gaztelueta ha emitido un comunicado en el que afirma sentirse «muy afectado» por una sentencia que acata, «como no puede ser de otra forma» . A su vez, el centro ha reafirmado su «compromiso frente a cualquier situación de abuso o acoso que puede sufrir un menor».

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