CC.OO. pide perdón a las familias de los 12 sindicalistas asesinados por ETA por los años de silencio
El sindicato ha homenajeado este viernes en Vitoria a sus miembros, víctimas del terrorismo etarra

En 1979 Francisco Medina trabajaba en las obras de unos edificios de viviendas para la Guardia Civil en el barrio donostiarra de Intxaurrondo. El 22 de junio de ese añ o tres etarras le ametrallaron porque decían que era un chivato . El delito de Cándido Cuña, panadero asesinado de dos tiros en la cabeza en 1983, era vender pan a la Guardia Civil de Errentaría. A Pedro Conrado , vendedor a domicilio de libros para aprender euskera, le confundieron con un policía y le mataron a sangre fría en 1982.
Son tres de las doce historias de vida que hoy ha querido recordar el sindicato Comisiones Obreras con un simbólico acto en Vitoria. Sobre el escenario una silla vacía, donde solo había ropa de trabajo, unas rosas rojas y un paraguas negro, muy parecido al que llevaba López de Lacalle - también afiliado del sindicato- cuando le mataron, recordaba su ausencia.
Porque Francisco, Pedro, Mario, Félix, Manuel y el resto, eran albañiles, panaderos, policías, soldadores, funcionarios… personas anónimas que solo querían trabajar y mejorar la vida de los trabajadores. “Cuando les mataban, la gente pensaba: algo habrán hecho”, relata Blanca González, hija de Mario González, soldador asesinado en 1980. Su testimonio servía para poner voz a unas familias que, además de la muerte de sus seres queridos también vivieron el castigo silencioso de toda la sociedad.
Y es que en estos años solo los allegados de José Luis López de Lacalle y de José María Jáuregui , dos víctimas mediáticas que también eran afiliados de CCOO, han roto su silencio. «Perdí hasta el habla» , reconocía Nuria Camí, viuda de Antonio José Martos, albañil al que una bomba que estalló por error en 1980 le segó la vida.
A todas ellas el sindicato ha querido mandar un «perdón colectivo» por los años de silencio. «Eran doce personas que demostraron que se puede cambiar la sociedad sin recurrir a las armas», reclamaba Florencio Domínguez, director del Memorial Víctimas del Terrorismo, que fue quien reparó en la afiliación común de todos los asesinados. «Lo importante es lanzar el mensaje de que los ciudadanos están con las victimas y no con los victimarios» , ha añadido.
«Si no sabemos de dónde venimos no sabemos qué queremos ser», añadía Unai Sordo, secretario general de CCOO, que ha recalcado que lo importante no es que todos fueran afiliados al sindicato, sino que todos son víctimas. «Sigue siendo tiempo de recordar que matar estuvo mal», añadía.
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