Los mensajes del engaño a Paloma Botín: «Es como ver el 'Guernica'»
Compró una escultura de hace 2.500 años procedente de un posible expolio. La factura original que le enseñaron se hizo 'ad hoc' y con «firmas falsas»
El «niño prodigio» del arte antiguo que financió a Daesh

El anticuario Jaume Bagot, considerado un «niño prodigio» de arte antiguo e investigado por presuntamente liderar una red de tráfico de arte ilegal expoliado en Libia que servía para financiar a Daesh, estuvo durante meses –cuando aún tenía prestigio en el gremio– ... tratando de convencer a una de las hijas de Emilio Botín, Paloma, de que comprara tres esculturas íberas del siglo VI a.C, según él, totalmente legales y halladas en algún lugar indeterminado de Andalucía.
«Es una cosa única», «una maravilla», le escribiría además por WhatsApp el socio de Bagot, Oriol Carreras, otro anticuario catalán que acabaría también investigado por financiación terrorista en la Audiencia Nacional. El volcado de su teléfono permitió a los investigadores seguir la pista de otro posible expolio en un yacimiento arqueológico de Córdoba. Se trataba de tres piezas, una con forma de leona y las otras dos de toro, que –según explicó Carreras en sus mensajes– querían vender tres hermanos galeristas catalanes. Bagot y él hacían de intermediarios. «De verdad que merece la pena verlas. Yo me tuve que sentar en cuanto las vi y no exagero de verdad. Me ha pasado muy pocas veces. Es como cuando vi por primera vez el Guernica, yo me senté en el suelo. Quedé estupefacto», insistió a Paloma Botín. «Son piezas que no vale la pena perderse. Dime cuando podéis y os compro los billetes».
Y así fue cómo la hija del banquero y su marido, Ricardo Gómez-Acebo, que tienen una empresa de compra-venta de arte, se desplazaron hasta la galería de Bagot y Carreras en Barcelona para ver las esculturas. «Muchas gracias a vosotros Oriol y Jaume, estamos alucinados, nos ha gustado muchísimo. A ver si conseguimos negociar y podemos comprarlas», escribió ella tras la visita. Al tiempo, cerraron un precio: 1.350.000 euros por las tres figuras, a pagar en tres años. Pero no llegó a materializarse.
Cuando los agentes se presentaron en el domicilio de Paloma Botín ella explicó que finalmente y debido al «gran desembolso» que suponía, solo adquirieron una de ellas: la leona íbera de piedra en posición sentada, de 91 centímetros de largo y 64.5 de alto. La guardaban en un almacén de su empresa de arte y la compra-venta se había realizado ante notario en junio de 2018. El precio acordado fue de 769.230 euros, a abonar parte en cheque y el resto a plazos, de acuerdo a la documentación del caso a la que ha tenido acceso ABC.
De investigada a perjudicada
Tanto ella como su marido, explicaron en su declaración que habían conocido al anticuario Jaume Bagot años atrás en un stand de Feriarte, una feria de antigüedades que se celebra en Ifema (Madrid) todos los años. En aquella época y hasta que fue detenido en 2018, las referencias sobre él en el gremio eran «buenas», prosiguieron. No tenían ningún motivo para sospechar que las piezas pudieran provenir de un expolio, habían solicitado informes de expertos y Bagot les había dicho que las figuras habían pertenecido a una familia durante las últimas décadas (los hermanos galeristas catalanes) y se las habían comprado a un anticuario de Ávila en 1974. «Dije en repetidas ocasiones que la factura original era imprescindible para la firma del contrato de compraventa», aseguró Paloma Botín.
El documento se aportó. También otro contrato de compra-venta de una leona –esta de piedra blanca, en posición de guardia y en paradero desconocido hasta ese momento– que los investigadores hallaron en una caja fuerte durante el registro de la tienda de los hermanos catalanes que ofertaban las esculturas. Tras su estudio la Policía Científica concluyó que las firmas eran falsas y los contratos se habían hecho en papel arrancado de libros antiguos de registro.
Paloma Botín y su marido no tenían conocimiento de que las piezas que pretendían comprar tuvieran una procedencia ilícita ni que la factura original que habían reclamado fuera mendaz
«Es una treta utilizada habitualmente por anticuarios y coleccionistas para excusar el origen de piezas de procedencia ilícita», dado que 1974 es una fecha anterior a la ley que regula el Patrimonio Histórico español, apuntan desde la Brigada de Patrimonio histórico que tuvo un papel decisivo en la operación, denominda Leona.
Para el fiscal y la titular del Juzgado de Instrucción número 24 de Barcelona que instruye la causa existen suficientes indicios para considerar que las facturas originales fueron confeccionadas «ad hoc», pudiendo «ser cuerpo de un delito de falsedad» con el que facilitar el presunto delito de blanqueo que investigan.
No obstante, ambos concluyeron que Paloma Botín y su marido no tenían conocimiento de que las piezas que pretendían comprar tuvieran una procedencia ilícita ni que la factura original que habían reclamado fuera mendaz. Así que les retiraron la imputación y su defensa solicitó que se les diera la condición de perjudicados.
Las otras dos esculturas íberas, con forma de toro, fueron localizadas en el almacén de un transportista francés, en Sant Boi de Llobregat, Barcelona, que había trabajado en ocasiones anteriores con Félix C. C., uno de los hermanos catalanes también investigado por presuntamente comerciar con las esculturas sabiendo de su procedencia ilícita.
Delación
Precisamente, los investigadores pusieron de nuevo el foco en él cuando, tras discutir con sus dos hermanas,– también imputadas en la causa– decidieron delatarle como la persona que había estado ocultando la cuarta escultura que faltaba por localizar, la otra leona íbera en posición de guardia. Un empleado de la familia corroboró que Félix C.C. le había pedido que sacara la figura de su almacén, la metiera en su coche y la llevara hasta el aparcamiento de su casa.
Así lo hizo, con la escultura de gran valor patrimonial, envuelta en mantas y papel de burbujas. En el traslado la pieza sufrió daños y roturas en ambos laterales. Además las hermanas reconocieron a los agentes que las piezas, los dos toros y las dos leonas, provenían de Córdoba y que fue un inversionista quien se las ofreció a su hermano.
En Montoro (Córdoba) los agentes dieron con el primer eslabón: un trabajador del campo que mientras hacía labores agrarias en una finca dio con las esculturas y las vendió en el mercado negro. El incremento patrimonial de su familia desde 2017, cuando se habría producido el hallazgo, le señalaron. No salían las cuentas; había comprado maquinaria agrícola y construido una almazara para dedicarse al aceite de oliva con una inversión de casi 120.000 euros, según los informes policiales.
Las declaraciones de los testigos también le pusieron contra las cuerdas. Un compañero llegó a sorprenderlo en el terreno con un detector de metales y otro contó directamente a los agentes cómo le vio sacar de la tierra una estatua rota. Tenía forma de leona.
La diosa Deméter, «prueba» del expolio en Libia para financiar a Daesh desde España
Existen estudios arqueológicos e informes emitidos por las autoridades libias a la Audiencia Nacional que afirman que los objetos arqueológicos por los que se investiga a Jaume Bagot, el joven anticuario barcelonés detenido en 2018 por presuntamente liderar una red de tráfico ilegal de arte, «fueron extraídos de los yacimientos de Apolonia y Cirene mientras se encontraba bajo el control de grupos terroristas, valiéndose de este comercio ilícito para financiar sus actividades».
Así lo asegura el juez del caso Manuel García Castellón en su última Orden Europea de Investigación (OEI) enviada a Francia, con el fin de recuperar una de las obras presuntamente expoliadas y posteriormente vendidas por Bagot: un torso greco-romano de la diosa Deméter, la diosa madre, propio de un contexto funerario fechado entre los siglos IV y II a.C.
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El motivo, según explica en el escrito al que tuvo acceso ABC, es evitar la posible destrucción u ocultación de «elementos probatorios» que confirmen la procedencia ilícita de la pieza de arqueología, bajo custodia de las autoridades galas desde que fuera intervenida en una casa de subastas de París en 2016. Por ello reclama que funcionarios de la Brigada de Patrimonio Histórico puedan trasladarla a España.
La teoría de los investigadores es que las piezas, expoliadas por gente a sueldo de grupos terroristas o por estos mismos, eran extraídas de los yacimientos libios siendo introducidas en los circuitos legales del arte tras falsear documentalmente su origen, utilizando asimismo rutas y empresas interpuestas que dificultaban su trazabilidad y encubrían su procedencia delictiva. Una vez en su poder, Bagot vendía las piezas objeto de investigación a diferentes galerías o coleccionistas particulares franceses.
Según las pesquisas, el anticuario catalán habría comprado el torso greco-romano de la diosa Deméter el 15 de julio de 2015 en Bangkok (Tailandia) a través de una empresa a un conocido galerista belga residente en el país asiático. Y esta información se habría omitido en el catálogo que el propio Bagot habría editado. En la ficha técnica de la pieza «se refiere que pertenece a una 'Colección Privada S.G. Bélgica, adquirida en los 50'». «Esta información resulta del todo incoherente con la presencia física de la escultura en Bangkok», apunta el magistrado.
Todas pasan por Tailandia
Al menos desde 2011 la capital tailandesa es el nudo principal de las rutas del tráfico de bienes culturales procedentes tanto del sudeste asiático como de todo el arco mediterráneo, siendo «múltiples las investigaciones policiales y académicas que lo ponen de manifiesto», entre ellas la causa instruida por el Juzgado de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, «en la que todas las piezas libias investigadas han pasado por Tailandia».
Lo habrían hecho con la ayuda de intermediarios y documentos ficticios para encubrir su origen e ilícita procedencia, enviándo las piezas a los mercados legales de arte occidentales «tras hacerlas transitar por países de Oriente Medio hasta llegar a Tailandia y desde ahí a Europa».
Las autoridades libias confirman que los objetos fueron robados de yacimientos bajo control de grupos terroristas
Fue en marzo de 2018, cuando Jaume Bagot y su socio, Oriol Carreras, fueron detenidos junto a otras dos personas por orden de la Audiencia Nacional por presuntos delitos de financiación de grupos terroristas, expolio arqueológico, falsedad documental y organización criminal. Hoy, «se continúan realizando investigaciones en relación a tales hechos, procediéndose igualmente a la localización e intervención cautelar de las piezas arqueológicas objeto de investigación», siendo el torso greco-romano de la diosa Deméter «de máximo interés» para la causa. Mientras, el anticuario catalán y su socio están siendo investigados también por un Juzgado de Barcelona por vender una leona íbera procedente de un posible expolio. Bagot, además, ha sido condenado recientemente en Italia por comprar una estatua romana del siglo II robada al actor Roberto Benigni y ayudar a encubrir los beneficios.
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