Vuelve el baile a las discotecas de Madrid: «Somos el mecanismo para reducir los botellones»

Después de 500 noches sometido a estrictas restricciones, el ocio nocturno recupera su razón de ser con las pistas de baile, y los jóvenes reciben con los brazos abiertos su progresiva vuelta a la normalidad

Primeras horas de apertura de la discoteca Opium Guillermo Navarro

Cris de Quiroga

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El reloj aún no marca la medianoche, pero María, Nacho y Miguel ya están plantados ante las doradas letras de Opium. «¿Cuándo abrís?», preguntan, asomando la cabeza entre las puertas de cristal. La sala, igual que el resto de grandes discotecas de la capital, abre un viernes más, como lo ha hecho las últimas semanas, aunque esta noche es especial. «Hay ganas de salir, estamos un poco desesperados», ríen los tres jóvenes, una farmacéutica de 24 años, un oficial de la Armada Española de 28 y un trabajador social de 26. Opium, Teatro Barceló, La Riviera, Panda, Gunila... Tras algo más de 19 meses de parálisis, los nombres de neón de la noche madrileña han recuperado el baile.

Ayer, casi todas las mesas de Opium estaban reservadas. «La gente tiene muchas ganas. Cuando no me quedaban mesas buenas, han venido chicas diciendo: “¡Ha sido un año horrible! Por favor, déjanos entrar”», cuenta la directora de sala, Elena Lago, mientras los trabajadores preparan mesas, velas y copas antes de las doce. Si bien el puente del Pilar ha trastocado las expectativas de este primer fin de semana con pistas de baile, las previsiones son buenas. «Abrimos en diciembre del año pasado y las pérdidas todavía no las hemos recuperado», reconoce Lago, «ahora es cuando empezaremos a sacar un poco la cabeza».

Las discotecas rozan el fin de las cadenas, pero quedan unas pocas restricciones en vigor . Aunque reabran las pistas, los bailarines no podrán desmelenarse: la mascarilla sigue siendo obligatoria y está prohibido beber (y comer). Tampoco consumir en las barras, solo sentarse junto a ellas en esos taburetes y mesitas altas que desde hace semanas son el ‘must have’ de la fiesta. « No hemos recuperado nuestra actividad al cien por cien, el servicio en barra es importante», advierte por teléfono el presidente del Círculo de Empresarios de Ocio Nocturno de Madrid (Ceonm), Tito Pajares.

Aún así, con las pistas y el baile de vuelta, los empresarios auguran una mejoría antes incluso de que las barras regresen y las mascarillas caigan. « Esperamos recuperar el 60 por ciento de nuestros ingresos a partir de este fin de semana y hasta un 80 por ciento de trabajadores del ERTE», dice Pajares. La otra asociación del sector, Noche Madrid, calcula que los locales recuperarán este mes el 49,7 por ciento de la facturación total obtenida en octubre de 2019, de acuerdo a una encuesta realizada entre su centenar de asociados.

Salir de la UCI

Los 3.000 establecimientos de la región -entre discotecas, bares de copas, salas de conciertos, tablaos flamencos- han subsistido en estado crítico. «Esperamos que octubre sea el primer mes para empezar a abrir sin pérdidas», anhela el portavoz de Noche Madrid, Vicente Pizcueta. Aunque es complicado dar datos reales, la asociación estima que el ocio nocturno, que supone el 1,8 por ciento del PIB (Producto Interior Bruto) regional, perdió 2.000 millones de euros de facturación en 2020, el 80 por ciento de sus ingresos. La sangría arrasó también con 8.000 empleos. Y unos 500 locales, según las primeras estimaciones, han cerrado para siempre.

Ahora, el sector más restringido por la pandemia, sometido a estrictas limitaciones durante más de medio millar de noches, comienza a salir del agujero. No solo eso, sino que se presenta como la «alternativa reglada», en palabras de Tito Pajares, a los botellones masivos y sin control que dominan calles y parques. « Nosotros vamos a ser el mecanismo para reducir los botellones; ahora bien, poco a poco, no va a ser de un día para otro, tardará un par de meses», prevé el presidente de Ceonm. Según Noche Madrid, la oferta de ocio nocturno está preparada para recibir con los brazos abiertos a 200.000 visitantes.

Una buena tendencia

La siguiente conversación entre el sector y el Gobierno regional se ha fijado para dentro de tres semanas, cuando se pondrán sobre la mesa barras y mascarillas. De momento, la situación epidemiológica acompaña a la relajación de las medidas. El 76,3 por ciento de la población madrileña ha recibido la pauta completa de vacunación, que entre los jóvenes de 20 a 29 años, el público mayoritario de las discotecas, desciende casi tres puntos, hasta el 73,9 por ciento. La incidencia acumulada cayó ayer por debajo de los 50 casos en los últimos 14 días (46,72), según el informe diario del Ministerio de Sanidad, entrando en el umbral de «riesgo bajo». «Si venimos aquí es que no hay miedo», afirmaba Nacho, a las puertas de Opium, donde quería «fumar cachimba» con su prima y su amigo. Los tres están vacunados.

La reapertura de los locales, en mayo de 2020, antes de la tercera ola del virus, apenas fue el espejismo de una normalidad que, más de un año después, todavía no llega. Al principio sufrieron una metamorfosis: muchos se reincorporaron mediante las licencias de hostelería concedidas por el Ejecutivo madrileño para servir cenas y copas con música a todo volumen en una suerte de restaurantes sin ventanas.

El pasado junio se amplió su horario hasta las tres de la mañana y un pedazo de su esencia se recuperó hace quince días, cuando la presidenta Isabel Díaz Ayuso anunció el fin de las restricciones horarias. Luego fueron los aforos y estar de pie. Sin embargo, hasta este viernes, el ocio nocturno, por mucho que intentara amoldarse al escenario pandémico, no era ocio nocturno. El baile, por fin, le ha devuelto su razón de ser.

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