El último guardián del cielo de Gran Vía
El dios Atlas, castigado por Zeus a cargar el arco de los cielos, se eleva en el número 21 de la centenaria avenida
A mitad de camino entre la Victoria Alada del Edificio Metrópolis y la Diana Cazadora -con su inseparable jauría de perros-, en el número 21 de Gran Vía, un nuevo guardián vigila desde hace días el trepidante devenir de la centenaria avenida. Ubicado en el cielo de la red de San Luis, el dios Atlas es la última pieza de un singular patrimonio que da vida al paisaje artístico más elevado -y misterioso- de Madrid. Con el castigo de cargar sobre sus hombros el arco de los cielos, impuesto por Zeus tras perder la Batalla de los Titanes, la estatua saluda a los transeúntes desde la azotea del hotel NH Collection Madrid Gran Vía , abierto al público en mayo del año pasado, en el mismo edificio del antiguo Senator.
En la novena y última planta del bloque, Atlas fue elevado el pasado 28 de febrero tras un año de trámites entre los dueños y el Ayuntamiento. «El inmueble está protegido, por lo que no se pueden colocar letreros en la fachada ni otros elementos publicitarios. Por ello, activamos la posibilidad de situar una gran figura de la mitología griega , tan presente en los tejados de la zona», explican desde la compañía a ABC. Se configuró entonces un proyecto, encargado al estudio Future Arquitecturas, para instalar un elemento escultórico como alegoría a la hospitalidad ubicado en la cubierta del edificio, al objeto de que «recorte su silueta contra el cielo».
En ese sentido, otra de las leyendas que acompañan a Atlas narra que Perseo pidió al titán que le acogiera en su casa una vez hubiese matado a Medusa. Pero éste se negó y, cuando el propio Perseo -hijo de Zeus- le mostró la cabeza de su enemiga, convirtió en piedra al flamante guardián de Gran Vía. Así, en la Antigua Grecia se decía que «no quedaría sin castigo por los dioses la falta de hospitalidad ».
La estatua, fabricada en resina de viniléster con fibra de vidrio -debido a su resistencia para soportar el empuje del viento y a su ligereza para no sobrecargar la manzana-, está formada por cuatro partes: la figura humana; una esfera hueca de dos piezas, en la que se ha sustituido la bóveda celeste por el isotipo de la cadena hotelera; y una cuarta que incluye el soporte del conjunto. La base, de 1,30 metros, sostiene al titán, de 1,35, en cuya espalda carga una esfera de 2,10 metros de diámetro. En total, la estatua de Atlas, rematada con gel-coat y polvo de bronce para un acabado clásico, se eleva hasta los 3,45 metros.
Según explican en la memoria del proyecto, el modelo es de tipo «Oscar», especialmente su figura mitológica, y ha sido concebido para ser contemplado desde la calle. Para el diseño de la esfera, los creadores tomaron como referencia la misma que ostenta la escultura del Atlas instalada en el célebre Rockfeller Center , en Nueva York, con forma de astrolabio esférico. A los pies de la efigie, los clientes del hotel pueden detenerse, además, en una reseña histórica grabada en una placa de hierro. En ella, se puede leer la justificación de la obra: «Una alegoría presente en este edificio que nos recuerda que debemos cobijar a quienes solicitan alojamiento».
El último guardián de Gran Vía se suma a un elenco de estatuas , cuyo símbolo más representativo no es otro que el del Ave Fénix . Repartidas en diferentes puntos emblemáticos de la ciudad, su silueta servía antaño para identificar los inmuebles de la compañía de seguros La Unión y el Fénix.
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