La reyerta entre clanes que desató el doble crimen en El Álamo: «¡Dame una valla que lo mato!»

La Guardia Civil busca un coche de gran cilindrada con el que se pudo cometer la embestida mortal y analiza otro vehículo implicado en el primer atropello masivo, que desató la dura venganza

Decenas de personas se vieron implicadas en la trifulca, a las puertas del bar Layso ABC
Aitor Santos Moya

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Reconstruida, paso a paso, la trágica jornada el domingo pasado en el Álamo, el Grupo de Homicidios de la Comandancia de Madrid y el Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil centran sus esfuerzos en dar con los ocupantes del vehículo que atropellaron mortalmente, ya de madrugada, a una pareja de novios, e hirieron de gravedad a una familiar de esta, a la altura del kilómetro 6 de la carretera M-404. Unas tareas que, dada la «ley del silencio» que impera entre los familiares y allegados de ambos clanes, han virado hacia la obtención de cualquier vestigio que pueda arrojar luz sobre la marca y el modelo, a fin de estrechar el círculo y arrinconar así a los culpables.

Fuentes cercanas al caso aseguran a este periódico que el radio de búsqueda, inicialmente centrado en furgonetas y monovolumen, se ha ampliado a turismos de gran cilindrada, lo que pone de relieve la virulencia del impacto en un tramo de carretera de apenas 300 metros desde la salida de la rotonda de acceso al bar Layso y la cuneta donde aparecieron tiradas las víctimas. Al mismo tiempo que avanzan estas pesquisas, los investigadores del Instituto Armado trabajan también en la identificación de los autores del primer atropello masivo, cometido por miembros del clan de Puente de Vallecas y Vicálvaro en pleno fragor de la batalla.

Como informó ayer ABC, esta embestida dejó malheridas al menos a tres personas, entre ellas un niño de 10 años, ingresado en el Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles «con la pierna destrozada», según revelan desde el entorno del afectado. En el pueblo lo tienen claro: «Si no hubieran atropellado a nadie a la salida del bar, todo habría terminado en una simple pelea». Pero nada más lejos de la realidad. Previsiblemente acorralado por la numerosa familia alameña, la persona que pisó el acelerador se llevó por delante a más de una decena de individuos, lo que desató la venganza mortal. Ojo por ojo y diente por diente.

La Guardia Civil localizó ayer un vehículo que encajaría en esta pieza del puzle, si bien al cierre de esta edición continuaban los análisis para confirmar tal extremo. Horas antes, alrededor de 60 personas se personaron en el Layso para celebrar una pedida de mano. El padre del novio, que pertenece a los «feriantes» –como así se conoce al clan debido a su profesión–, acudió un día antes para pagar en mano los 150 euros que el propietario del bar les cobró por cerrar el establecimiento.

El domingo por la tarde, las palmas, cantes y bailes reinaban en el ambiente hasta que se desató una discusión justo antes de cenar. El patriarca de los «feriantes», Albino, advirtió al gentío de que dentro del local no iba a ver ninguna disputa, por lo que los implicados decidieron salir fuera para arreglar a golpes sus diferencias. En dos secuencias, grabadas a muy poca distancia, se observa a una turba destrozar con palos y vallas de obra uno de los coches del clan madrileño, pese a que la Policía Local y las primeras unidades de la Guardia Civil ya han hecho acto de presencia.

«¡Dame una valla que lo mato!», se escucha a uno de los sujetos. Otra grita desesperada minutos después del primer atropello: «¡Tiene la cara reventada!». Mientras se suceden las violentas escenas, algunas mujeres pasan junto a sus hijos pequeños. Era el primero de los actos de una noche trágica. La fiesta tornó en muerte y nadie en El Álamo se explica aún por qué.

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