Reabre el primer mercadillo en Madrid: «No tendríamos que haber cerrado nunca»

El mercado al aire libre de Hortaleza vuelve tras dos meses de parón; el sábado lo hará el de Latina

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Un hombre paga, ayer, en uno de los puestos de verduras y fruta desde la cinta que marca los dos metros de separación Ignacio Gil

Carlota Barcala

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Las rayas que señalan las plazas del aparcamiento de Canillas-Esperanza, en el distrito de Hortaleza , quedaron ayer ocultas bajo las lonas blancas y negras de los vendedores que volvieron, tras dos meses de parón, a instalar sus puestos en el mercadillo de la calle de Alcorisa con Silvano. En la explanada, cercada por vallas de la Policía Municipal, unas veinte personas hacían cola a las once de la mañana para comprar –como todos los martes hasta que llegó el coronavirus y paralizó la actividad– en estas «tiendas» al aire libre. Detrás del mostrador de una de ellas, concretamente de aceitunas, estaba Manuel. «No tendríamos que haber cerrado nunca. Esto es más seguro que meterse a comprar en un supermercado o en una tienda de alimentación », dice el empresario: «Si ellos pudieron abrir, ¿por qué nosotros no? Somos un bien de primera necesidad».

De los más de cien clientes que podía tener antes, ayer acudieron 25. Manuel habla con dureza de las pérdidas ocasionadas : 5.000 euros tan solo en las dos últimas semanas de marzo tras imponerse el estado de alarma, al tener que tirar todo las provisiones.

Petra fue una vecinas del barrio quecargó su carro de la compra con hortalizas y verduras en el enclave; eso sí, después de esperar su turno frente a uno de los puestos que marcaba la distancia de dos metros entre los compradores y los productos con una cinta. «Echaba de menos venir y comprar en los puestos. La calidad del producto es muy diferente», opina la mujer, que durante la pandemia acudía al supermercado o pedía a domicilio «en una frutería de confianza». «Pero no es lo mismo. Aquí ves el producto y decides cuál quieres. Y, además, así también me doy un paseo», afirma mientras guarda dos bolsas transparentes llenas de tomates y manzanas.

El mercadillo, el primero que abre en Madrid, volvió entre grandes medidas de seguridad : entrada y salida por zonas diferenciadas, caminos de subida y de bajada para que los clientes pudiesen mantener la distancia, y separación entre puestos, que entregaban guantes y geles. De los 80 que suele haber habitualmente, ayer había poco más de una docena, lo establecido en la ley que restringe su apertura al 25%. No había rastro de los de calzado y vestimenta , tan solo productos de alimentación. Además, los propios comerciantes se rotaban cada media hora para controlar el aforo –reducido a 90 personas– tanto en la «puerta» de entrada, donde rociaban con gel desinfectante las manos de los vecinos, como en la de salida. Los próximos en volver serán el de Latina, el sábado, y el de la UVA de Hortaleza, el domingo.

Francisco, jubilado, lleva más de 30 años sin perderse esta cita de los martes. «Lo que tiene que hacer la gente es concienciarse de que la mascarilla es obligatoria, y así podremos volver a la normalidad », subraya el hombre. «Además, aquí me atiende una persona y ya los conozco después de tantos años. Los precios también son mejores», explica frente a uno de los puestos.

«El objetivo es que volvamos el 100% de los puestos en todos los distritos de Madrid, con garantías de seguridad cuando los concejales de cada Junta así lo decidan», manifiesta Alberto Chamorro, delegado de este mercadillo y portavoz de la Asociación de Comercio Ambulante de la Comunidad de Madrid. Indica que la venta ambulante ha vivido una «injusticia» debido a las leyes del Gobierno. «Fuimos el primer sector en cerrar y, a la vez, somos el sector que menos puede contaminar a los clientes si se controla el aforo y se guardan los dos metros por estar al aire libre », opina él: «Hay compañeros que no han podido resistir este periodo sin ningún ingreso y ya me han avisado de que no pueden volver porque no tienen la economía saneada para ejercer la actividad », cuenta.

En la explanada, ayudando en esta reinauguración, estaba también Alberto Serrano, concejal del distrito, que también califica de «injusta» la normativa. «Los han marginado e ignorado », dice refiriéndose a estos vendedores, que han tenido que reubicar sus puestos para poder trabajar. «Lo importante era arrancar. Si podemos aumentar el espacio para que vengan más puestos, lo haremos», afirma contundente mientras la vida «post-Covid-19» se abre paso en Madrid.

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