Covid-19
Primer día de las nuevas restricciones: «No hay clientes suficientes para que las limitaciones nos afecten»
Los vecinos apoyan las nuevas medidas para frenar la pandemia, mientras la incertidumbre crece entre los empresarios, con locales vacíos
La barra del bar Cervantes espera, impaciente, la llegada de clientes mientras Óscar y Paco trabajan tras la barra. Colocan los pinchos y lavan los vasos aguardando que alguien entre en el emblemático establecimiento del centro de Madrid. Su interior sólo acoge a dos personas en el primer día de las restricciones impuestas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid para intentar frenar el avance del coronavirus . «En el bar no se notan las limitaciones porque no hay gente. Ojalá nos afectasen», dice, con rotundidad y pena, Paco, el encargado. Desde este lunes, sus mesas tendrán que estar a dos metros de distancia y en la barra sólo podrán servir al 50% del público. «Estamos al 50% de los clientes , en los días buenos. Que nos impongan una reducción del 70 o 65% de aforo no lo vamos a notar, porque no hay gente para llegar a esos niveles», continúa el empleado, que achaca la falta de gente en el local a la escasez de turistas. «Y ya ves la barra. ¿Qué más da que en la barra solo pueda estar la mitad de ocupación si está vacía?», se pregunta, antes de servir otra caña a las dos clientas.
Ante esta situación, la Confederación Empresarial de Madrid , CEIM, ha solicitado al Ayuntamiento ampliar la utilización flexible del espacio público para el funcionamiento de las terrazas hasta final de año, con el objetivo de impulsar la actividad económica de la ciudad, «garantizando el uso adecuado de dicho espacio por todas las partes y sectores implicados, así como el mantenimiento de las distancias de seguridad requeridas».
Frente al bar está la basílica de Jesús de Medinaceli . Soraya entra a las once a la iglesia. Es vecina de Fuenlabrada y una vez al mes acostumbra a acercarse al centro de la capital para saludar al Señor de Madrid y, en este caso, agradecerle que nadie de su familia se haya contagiado. «Hay cuatro personas dentro. Hoy no se notan las limitaciones», afirma. Coincide con ella el Vigilante de seguridad del templo: «De lunes a jueves suele haber poca gente. Si se nota, será el viernes y el sábado».
Las iglesias, al igual que los cementerios y tanatorios , tendrán que estar al 60% de aforo, cuando antes era al 75. En esta, la cantidad de personas que pueden entrar son 200, pero cinco minutos antes de que empiece la misa de doce no llega a la treintena, todas ellas separadas gracias a los carteles que se han colocado en los bancos indicando los asientos disponibles. «Con estas cifras de contagios, las limitaciones son necesarias, pero espero que las iglesias no se cierren. Aquí viene mucha gente mayor, que tiene fe, a rezar por la situación. Necesitan aferrarse a eso», argumenta la fuenlabrareña.
Sagrario, vecina de Cortes, es más tajante. «Las limitaciones están bien, aunque llegan tarde. Tendrían que haber detenido a todos los negacionistas de Colón y vigilar lo que hace la gente dentro de sus casas», asevera la moradora. «En una terraza o un bar puedes controlar que no se junten más de diez personas, ¿cómo vigilas eso en los domicilios? Si de ahí vienen los contagios», dice, tajante, la feligresa.
A solo 50 metros, en la plaza de la Platería de Martínez , atiende Joselito tras la barra de La Platería. «Tenemos mucha incertidumbre. Tienen que pasar días para que hagamos un balance, pero en comparación con el lunes pasado sí que notamos una caída de clientes», explica el encargado. En su terraza, de dieciséis mesas solo hay siete ocupadas para 22 trabajadores que tiene el negocio. «Si esto sigue así, el jefe tendrá que valorar, pero seguramente algunos vuelvan al ERTE», zanja, antes de regresar a sus quehaceres, y recalcar que, aunque los vecinos ya hayan regresado de las vacaciones, el turismo es el que deja las estampas vacías.
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