Una «pop-up» de ropa desplaza a la antigua joyería Cyma
Los propietarios de Estirpe Joyera S.L. reconvertirán la antigua joyería de los años 90 en un negocio de hostelería, que prevén poner en marcha antes de las fiestas de Navidad
Los comercios tradicionales se mueren . Y algunas de las víctimas más recientes son la Gran Cafetería Santander, en una esquina privilegiada de Alonso Martínez; la tienda de Arte Toledano , con maravillosas vistas al Museo del Prado; o Import Video, el videoclub más antiguo de Madrid. Ahora es la joyería Cyma , situada en los bajos de la antigua Posada del Peine , en la calle de Postas, la que se despide.
Queda constancia de que el lugar donde se encuentran estos establecimientos no es un problema, pero tampoco un beneficio. «Es muy buena ubicación: de antaño, para gente de antaño», asegura David, empleado de la joyería al que han contratado para la temporada de liquidación. «Antes se gastaba más dinero ; ahora, ya no se quiere comprar un cadenón ni llevar cosas de oro». Según él, el miedo al robo tiene parte de la culpa de este declive generalizado de las joyerías.
«Hay un flujo constante de gente, mucho turismo; pero es turismo del que no compra », lamenta David. Lo que van buscando no son joyas caras, sino souvenirs, comida, bebida o helados: «Ahora y siempre, el verdadero negocio es el de la comida», opina.
Transición
Esta joyería, fundada por Salvador Pérez Rebollo a principios de los años 90, está sufriendo una «transición» durante el verano. Una «pop-up store» de ropa ha ocupado parte del establecimiento y ambos comercios permanecerán de manera dual hasta que el local se transforme por completo. «La idea de esta joyería es convertirse en un negocio de hostelería de la propia familia . Es solo un cambio de negocio», explica el empleado a ABC. El personal que había antes ya se ha jubilado.
El cambio se ha producido en apenas una semana, pero será una vez pasen los meses estivales cuando se realice «la obra del siglo» y los dueños de Estirpe Joyera S.L. reconviertan el negocio en otro de hostelería, que prevén abrir antes de Navidad.
«Hay gente que entra y dice: ‘‘Ah, que no es un euro... Me voy’’. Pero, ¿en qué joyería vas a encontrar algo por un euro?»
Ahora se encuentran en liquidación, con descuentos de entre el 40 y el 70 por ciento . Pero los carteles con «Rebajas 1€» que copan los escaparates son lo que realmente llaman la atención de los viandantes. Sin embargo, se olvidan de leer la letra pequeña: «Rebajas 1€, en segunda unidad». Y ni siquiera tienen que ver con la joyería, sino que estos jugosos descuentos pertenecen a la «pop-up». David tiene que explicarle a la gente que la joyería es una cosa y la tienda de ropa es otra , aunque compartan espacio. «Nadie se lo espera», asegura. Y niega que con las rebajas se venda más: «Hay gente que entra y dice: ‘‘Ah, que no es un euro... Me voy’’. Pero, ¿en qué joyería vas a encontrar algo por un euro? Casi ni puedes comprar una golosina por ese precio...». Sí es posible encontrar joyas baratas aquí, como pulseras de plata a diez euros o pequeños colgantes por cinco. «Y aún así, la gente pregunta si no lo podemos dejar más barato», cuenta con indignación.
Nostalgia
A David le invade la nostalgia cuando recuerda la verdadera esencia de la tienda de joyas: «Era enorme y bonita». Antes se hacían encargos de trabajo de todo tipo, con oro, plata, diamantes... Y ahora, todo el género que sobre y no sea vendido, se meterá en una olla o un caldero donde se fundirá y se venderá.
«En la parte de atrás, donde estaba el taller de la joyería, ahora están los probadores de la tienda. Tengo que tener cuidado al entrar», dice David, que cree que ha sido «un circo». «La gente entra como a batalla , dejan los zapatos encima del mostrador...» Pero lo que incomoda a unos, supone una buena iniciativa para otros.
Tienda efímera
Cristina, la encargada de la «pop-up» de ropa, cree que el concepto todavía no se entiende mucho y «sorprende». Este tipo de locales son efímeros, de origen estadounidense, que se ubican en lugares estratégicos. «Creo que una ‘‘pop-up’’ está bien para entender el mercado y cómo funciona una ciudad; ver qué cosas gustan o no». Señala que es la primera vez que montan una en Madrid (ya tienen en Castilla y León y País Vasco). Esta tienda que estará solo temporalmente tiene un muestrario de vestuario de distintas firmas.
Aunque pronto tendrá que abandonar el lugar cuando se transforme en un único negocio de hostelería , Cristina no descarta que su tienda llegue a transformarse en algo permanente: «Estamos abiertos a todo».
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