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Pontón de la Oliva, donde conviven la antigüedad y la modernidad en un paisaje de escándalo

Matías Nieto, jefe de Fotografía de ABC, comparte uno de sus paseos favoritos de los fines de semana en la Comunidad, con un entorno natural impactante e historia de la Comunidad de Madrid

Dehesa de la Oliva.

Matías Nieto

En uno de los límites naturales de la Comunidad de Madrid se pueden admirar mundos dispares en un bellísimo paraje. En la desembocadura del río Lozoya en el rio Jarama empieza un paisaje especial que nos permite contemplar en un pequeño espacio una diversidad de monumentos naturales tanto de la civilización antigua como de la moderna.

Se llega a la zona limítrofe de la sierra pobre de Guadalajara habitualmente desde Torrelaguna, desviándose en el kilometro 50 de la A1. Por la M-102 se pasa el pueblo de Patones de Abajo y ya se empieza a vislumbrar al fondo el primer gran espectáculo que son las Cárcavas , una formación geológica sorprendente que nos recuerda que en un tiempo lejano el mar llegó hasta aquí. Muchos caminos suben hasta estos monolitos de tierra rojiza. Gargantas profundas concéntricas a su vez crean bellas formas de este monumento geológico que se puede admirar perfectamente desde los laterales o desde arriba. Y en esta época nos espera además un vergel de flores autóctonas dominados por la jara.

Imagen histórica de pontón.

Desde esta altura vemos a la perfección la presa del Pontón de la Oliva y el yacimiento arqueológico del Cerro de la Oliva . A este último se puede subir en coche hasta el aparcamiento y se accede por un pequeño paseo. Está en lo alto del cerro. Es el comienzo de las montañas. A un lado, el valle del Jarama y los páramos castellanos de la campiña de Guadalajara; al otro, la sierra madrileña en todo su esplendor. El yacimiento es romano y altomedieval, muy sencillo, pero impresionante por las vistas .

Desde el lado donde están los restos de la muralla, la vista sobre la garganta del Lozoya y la obra de ingeniería que fue la presa del Pontón de la Oliva es sobrecogedora. En las paredes rocosas los escaladores desarrollan toda su proeza colgándose sobre el río. Desde el antiguo poblado sus habitantes dominaban los fértiles valles y la confluencia de los dos ríos. Fue descubierto cuando se realizó la obra de la presa, a mediados del siglo XIX. Fue la primera construcción importante de lo que luego sería el Canal de Isabel II. Promovido por Juan Bravo Murillo, la ingente obra para aquella época fue realizada por unos 1.500 presos . El paraje, aunque pequeño, no puedo impresionar más. La antigua presa en desuso contrasta con las grandes tuberías del sifón a la vista del canal de Jarama venciendo los desniveles.

Dehesa de la Oliva

En esta parte, la más septentrional de la Sierra de Ayllón, el aire es puro y fresco. Desde muchos puntos vemos las cercanas cinco torres de Madrid en la bruma. Infinidad de aves , especialmente buitres que anidan en las cárcavas, surcan ese aire cristalino. Y aquí uno se encuentra ante el difícil dilema de seguir, de descubrir alguno de los muchos rincones en las rutas que salen desde aquí o parar y disfrutar del espectáculo de la vista ante la inmensidad que sorprendentemente la poca altura nos ofrece. La distribución de los elementos permite este espectáculo.

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