Parroquia Santo Cristo de la Misericordia: Los Canónigos Regulares de Letrán en Madrid

Un artista ateo pintó un mural por petición de su madre, muy unida a la comunidad

El párroco P. José Mejía Santana y el P. Francis Belilla en el templo JOSÉ RAMÓN LADRA

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Cuando hace dieciséis años el P. José Mejía Santana, actual párroco del Santo Cristo de la Misericordia , calle Numancia 8, barrio Bellas Vistas, llegó a la parroquia, algunos feligreses pusieron en el grito en el cielo y clamaron a Dios y a los hombres: «¡A esto hemos llegado. Unos sacerdotes de fuera, extranjeros, de América Latina, en la parroquia!». La resistencia inicial, que se percibía, se fue diluyendo a medida que pasaba el tiempo y hoy los fieles agradecen la presencia este religioso , Canónigo Regular de Letrán, de origen dominicano, que está acompañado por el P. Francis Leonardo Belilla Sánchez.

Para sintetizar la larga historia de los Canónigos Regulares de Letrán se podría decir que el origen de esta comunidad religiosa está en el modelo de las antiguas comunidades que formaban los obispos con algunos de sus presbíteros, principalmente para servir en las catedrales. San Agustín, como obispo de Hipona, continuó la vida comunitaria que había vivido con algunos amigos años atrás, con una regla de vida, pero sin convertir su casa propiamente un monasterio. Se les llama «canónigos» porque son presbíteros pertenecientes al canon de una Iglesia local. Son «regulares», porque viven la Regla de San Agustín, y «de Letrán» porque allí, en el Sínodo de 1059, recibieron dicha regla, además de servir en la Catedral de San Juan de Letrán durante gran parte de su historia.

En este barrio de clase media, de personas mayores, el templo puede pasar inadvertido en su forma exterior. Rodeado de unos jardines que protegen la fachada, nos topamos con la singular arquitectura de Luis Laorga (1919-1990) según confiesa el párroco. Laorga había trabajado con Sáenz de Oiza en la Basílica de Nuestra Señora de Aránzazu y no pocos de los primeros Canónigos Regulares de Letrán que llegaron a Madrid vinieron de las tierras vascas. La claridad y trasparencia de las lumbreras del techo hacen que el curioso templo rectangular tenga una luz especial. Destaca un impresionante mural pintado en el lateral principal, con un Cristo, también de la misericordia, que llama y acoge al pecador, del que el párroco desconoce la autoría, pero no la historia. «Fue un artista ateo –señala el P. Mejía- que por petición de su madre pintó ese motivo en la Iglesia. Una señora que estaban muy implicada en la comunidad parroquial y que rezaba por su hijo». El único dato que tiene de referencia histórica es que ocurrió cuando era párroco el P. Alberto.

La pandemia ha hecho estragos en la parroquia . Si antes del virus, en las celebraciones dominicales, de media, asistían de trescientas cincuenta personas a cuatrocientas, ahora son un centenar, en concreto, el pasado domingo en misa de 12 horas, ciento seis fieles. Según lo que anuncian los carteles que están colgados a la entrada, en un acogedor vestíbulo, los grupos principales de actividades son: Agua Viva (dedicado al tiempo libre), Redes (debate juvenil+cena), Vida Ascendente, legión de María, grupo de Apologética, grupo de Matrimonios, Talleres de Formación cristiana, Sal y Luz (Grupo de padres), Plan diocesano de Evangelización, y las catequesis.

Desde la pandemia están en activo los grupos de matrimonios y Vida Ascendente. Han comenzado su andadura las catequesis del camino Neocatecumenal, que se pararon el año pasado por estas fechas cuando el confinamiento y que ahora se retoman. Una asignatura pendiente son los jueves. El coro de misa de 13 horas es el que ofrece un tono más juvenil a la vida y a las celebraciones.

Un actividad relevante es la de Cáritas. El grupo de voluntarios atiende a noventa familias en las necesidades básicas. En este grupo colaboran dos religiosas de la Sagrada Familia . La situación de la Cáritas es tal que, en los anuncios de la parroquia, se puede leer el siguiente aviso: «Todos somos conscientes de la situación que estamos viviendo con motivo de la pandemia de Covid-19, así como las terribles consecuencias que está teniendo en la economía y en la vida diaria de tantas personas que viven con los justo y se han quedado sin medios de subsistencia. (…) Ante esta situación y dado que no se han podido hacer las colectas para Cáritas que se hacían en las misas no disponemos de suficientes medios para atender a las personas necesitadas que acuden buscando ayuda… La cuenta de Cáritas es…».

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