Palacio de Longoria, el mejor ejemplo del modernismo de Madrid
El banquero Longoria encargó a Grases Riera la casa palacio de estilo modernista a principios del siglo XX. Desde 1950 es la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE)
A comienzos del siglo XX el diseño del Palacio de Longoria, entre las calles de Fernando VI y Pelayo, fue muy contestado en la sociedad madrileña. Hoy, por el contrario, es el ejemplo más significativo de la arquitectura modernista que pervive en la capital. El banquero Francisco Javier González Longoria, de origen asturiano, encargó el diseño de su palacete residencial con oficina de trabajo al arquitecto catalán José Grases Riera . Un edificio que desde 1950 es la sede de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
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Longoria hizo su fortuna en Cuba donde se casó con una hacendada y tuvieron seis hijos, tres chicos y tres chicas. Fue una familia muy relacionada con el mundo de la cultura y una de sus hijas, Alicia, tenía muchos dotes artísticos. «En Cuba fue alcalde en un pueblo y allí creó un teatro», indica a ABC MªLuz González, directora del departamento del Centro de Documentación y Archivos (CEDOA) de la SGAE. Tal y como le han confirmado los descendientes de Longoria, en su domicilio anterior, en la calle Barquillo, habían constituido el Teatro Alicia, donde actuaban las tres hermanas con los hijos de la nobleza madrileña, entre ellos los de Emilia Pardo Bazán. Un espacio para la representación que también se mantuvo en el palacete de la calle Fernando VI.
Grases Riera fue compañero de estudios en Barcelona de Gaudí y se marchó a Madrid en busca de oportunidades donde recibió importantes encargos. Fue el responsable de otras conocidas obras, como el edificio de La Equitativa , en la calle Alcalá, o el conjunto monumental dedicado a Alfonso XII en el Parque del Retiro. Se cree que fue el propio Longoria quien pidió al arquitecto la concepción modernista del edificio aunque su diseño de planta es clásico. «A finales del siglo XIX empiezan a derribar algunas casas para construir el palacio. Las obras duraron unos años y en 1905 se instala la familia , aunque no se habían acabado los trabajos. El primer evento que organizaron fue la boda de una de las hijas, Francisca», indica la responsable del CEDOA. «En la prensa de la época hacen mención e la exposición de todos los regalos de la boda, la llamada canastilla nupcial, y entre ellos estaba un abrigo de piel de potro», añade como curiosidad.
La escalera es el elemento más modernista del edificio, junto con la fachada, y uno de los más originales teniendo en cuenta la mezcla de estilos y materiales que se utilizan. De estilo imperial, tiene un primer tramo que se abre en un doble brazo y está coronada por una preciosa cúpula de hierro con vidrieras de color de la que se desconoce su autoría aunque algunos la atribuyen a la casa Maumejean. Durante mucho tiempo se pensó que los elementos de la escalera vinieron de Centroamérica pero ahora cobra más fuerza la idea de que provienen de la casa catalana Masriera. En la fachada lo más llamativo son sus formas retorcidas, el torreón curvo o los relieves vegetales . La ornamentación la realizó con una mezcla de cemento y arena silícea, recubierta de estuco que tienen apariencia de piedra y le permitió dar forma a las figuras. El edificio es de ladrillo posteriormente recubierto con es mezcla de cemento y arena.
En la planta baja Longoria estableció las oficinas de su banco y en la primera planta estaba la vivienda. Destaca la sala hoy conocida como Manuel de Falla que fue utilizaba como auditorio con escenario, la de Valle Inclán, como salón de baile que comunicaba con otra donde se ponía la orquesta, llamada ahora sala Buñuel. En la parte posterior se encuentra un jardín, dedicado a Ana Diosdado, quien fuera la primera mujer en presidir la SGAE. La dramaturga falleció en 2015 en este edificio mientras estaba trabajando. Y en este jardín se conserva un regalo que hizo Felipe González, un bonsai. En el jardín se puede observar la original columna en forma de palmera.
Cambio de dueño
«Se desconoce el motivo por el que la familia abandonó el palacio y lo vendió en 1912 a Florestán Aguilar. Pudo ser por motivos económicos. Lo que sí se sabe es que volvieron a Cuba. Francisco Javier falleció allí, en la localidad de Gibara», relata MªLuz González. La familia vivió en este palacete menos de una década y su siguiente propietario, quien pagó 500.000 pesetas por el inmueble, fue Florestán Aguilar, el odontólogo de la Casa Real y uno de los fundadores de la Escuela de Estomatología Española. Él estableció la consulta de la Compañía Dental Española en el segundo piso y el primero lo reservó para su vivienda familiar. «Fue un personaje muy interesante que introdujo los estudios de ontología en España. Nació en Cuba y se formó en Estados Unidos», explica la directora de documentación del SGAE. Muy amigo de Alfonso XII, quien le otorgó el título de Vizconde, Aguilar tuvo como vecino en el edificio contiguo a Julio Romero de Torres. Por su estudio se juntaban para las tertulias los hermanos Machado. En aquellos años Aguilar organizó un congreso y estuvieron en este edificio Marie Curie y su hija.
En 1946, años después de la muerte del odontólogo, los herederos vendieron el edificio a Construcciones Civiles S.A. junto a otro edificio en la calle Pelayo. Y en 1950 se produjo un nuevo cambio de titularidad. Fue entonces cuando la SGAE, con Jacinto Guerrero Torres como presidente, adquirió el palacete y el edificio adjunto por casi cinco millones de pesetas. «Entonces se llevaron a cabo algunas reformas prácticas para trabajar y la última restauración fue en 1992, recuperando el estado original del edifico», afirma González. El edificio es Bien de Interés Cultural.
La SGAE fue creada en 1899 por un grupo de autores liderados por Ruperto Chapí y Sinesio Delgado . Hoy esta sociedad la componen 120.000 au tores musicales, audiovisuales, teatrales coreográficos, editores musicales y herederos. En esta sede se guarda un importante archivo artístico en el que se encuentran más de 7.000 zarzuelas. El archivo musical se creó a partir del de Chapí y hoy es el principal archivo de obras líricas en España. Además de las partituras la SGAE conserva otros objetos relacionados con los autores. Por ejemplo, un autógrafo de Jacinto Benavente de la Malquerida que se guarda en un caja fuerte con otros objetos de valor. La idea es instalar un museo dentro del edificio para que se puedan ver todos estos recuerdos.
En esta casa se guardan trabajos de autores de quienes se desconoce su faceta musical, como es el caso de Benito Pérez Galdós . «Se ganó primero la vida haciendo crítica musical y tocaba el piano desde pequeño. Muchos músicos le dedicaron obras. Y apenas se menciona que fue presidente de la SGAE en 1905 durante unos pocos meses durante una época de importantes luchas con los políticos», cuenta MªLuz González. Poco conocido es igualmente que Gustavo Adolfo Bécquer escribió Zarzuela.
El edificio se puede únicamente visitar durante el programa Bienvenidos a Palacio aunque la biblioteca está abierta para todo el público. Allí se pueden consultar las partituras, ya muchas de ellas disponibles en formato digital. Todo el palacio es muy solicitado para el rodaje de anuncios, series y eventos y cuenta con una importante actividad cultural. Tal y como recuerda la responsable del CEDOA, « nuestra misión es conservar pero también divulgar el importante patrimonio cultural que representa este repertorio ».