El palacio de Liria, la casa de los Alba en pleno centro de Madrid
El Palacio de Liria fue levantado en el siglo XVIII y reconstruido en 1948. Es la residencia oficial de la Casa de Alba, donde vive el XIX Duque de Alba, don Carlos Fitz-James Stuart
En pleno centro de Madrid, a escasos metros de la Plaza de España, se encuentra el Palacio de Liria, residencia oficial de la Casa de Alba en España. Es uno de los palacios urbanos más emblemáticos de la capital ya que además de su valor arquitectónico guarda una de las colecciones de arte privada más destacadas del mundo. Rodeado de jardines, al estilo francés, este edificio de estilo neoclásico fue mandado construir por III duque de Berwick y de Liria, don Jacobo Fitz-James Stuart y Colón , casado con la aristócrata española María Teresa de Silva. Su abuelo, Jacobo Fitz-James Stuart (hijo del rey Jacobo II y su amante Arabella) recibió el ducado de Liria de manos de Felipe V por su victoria en la batalla de Almansa (1707). Eligió para su residencia esta zona, próxima del Real Alcázar y junto al Cuartel de Conde Duque donde Felipe V alojó a las Reales Guardias de Corps que protegían a la familia re al. Jacobo encargó las obras al arquitecto francés Louis Guilbert e inició los trabajos en 1767 pero fue despedido en 1771. Continuó con el encargo Ventura Rodríguez a quien históricamente se le ha atribuido los mayores méritos del edificio.
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De este palacio original, de planta rectangular, alargada y compacta en su interior, sólo se conservan sus cuatro fachadas . Durante la Guerra Civil el edificio sufrió muchos daños y quedó destruido todo su interior. «Se cree que fue bombardeado, hubo dos incendios y un saqueo», explica Álvaro Romero, director cultural de la Fundación Casa de Alba. Por suerte las grandes obras de arte que ya entonces guardaban en sus paredes se pudieron salvar llevándolas a instituciones como el Museo del Prado, la Embajada británica o el Banco de España. Los libros por ejemplo, «se lanzaron por la ventana creando una gran torre y como llovió mucho se perdió el 50%», añade Romero. En cuanto al archivo «el arquitecto Chueca Goitia consigue salvarlo» aunque se quemaron muchos documentos.
Reconstrucción del palacio
Pasada la guerra, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó decidió reconstruir el palacio, en plena postguerra. «Fue el promotor de esta reconstrucción pero pidió ayuda a su hija Cayetana y a su primer marido, Luis Martínez de Irujo, y le hizo prometer a ella que viviría en el palacio hasta su muerte», indica el director cultural. Los trabajos de la reconstrucción se encargaron a Lutyens pero sería Manuel Cabanyes quien finalizó la reforma . En esta ocasión se modificó la escalera principal siendo la original de estilo imperial y la actual de estilo inglés.
Se trata de un palacio habitado por el Duque de Alba pero desde el pasado mes de septiembre recibe visitas diarias. «Existía bastante presión social por conocer la colección de arte y fue una decisión del XIX Duque de Alba, don Carlos Fitz-James Stuart. Una vez que nos la comunicó hemos trabajado durante año y medio para hacerlo posible. No se ha quitado nada y muchas de las salas que se enseñan se siguen utilizando», cuenta Álvaro Romero. Antes de tomar esta decisión se podía visitar un día a la semana pero las listas de espera eran eternas, llegaron a ser de varios años. Con un precio de 14 euros (12 euros la entrada reducida) y una duración de 65 minutos. Todo lo recaudado con las entradas revierte en el mantenimiento del palacio que no cuenta con ninguna subvención y sobrevive por fondos propios. La Fundación Casa de Alba, creada en 1975, es la encargada de su gestión. Antes de abrir sus puertas el palacio de Liria lo hicieron otras dos propiedades de la Casa de Alba: el Palacio de Dueñas en Sevilla, en 2016, y el de Monterrey en Salamanca en 2018. Por el palacio de Madrid ya han pasado 14.000 personas, tanto madrileños como extranjeros, todos ellos muy satisfechos de lo que encuentran en su interior.
El retrato de Goya
La imagen más conocida de este palacio es el retrato realizado por Goya a la 13ª duquesa de Alba, de quienes mucho se ha especulado sobre un posible romance. María del Pilar Teresa Cayetana de Silva Álvarez de Toledo. o Cayetana, como se solía hacer llamar, posa con su perrita a sus pies. Casada con el duque de Medina Sidonia, no pudo tener hijos y regaló muchas obras del palacio, entre ellas la Venus del Espejo de Velázquez . «No tuvo sentido de Casa de Alba y por eso no conservó todo el patrimonio», señalan desde la fundación. Un cuadro que se encuentra en el llamado salón Goya , con importante retratos del pintor. En el salón Flamenco se encuentra el retrato de Carlos I y su mujer. «Es un Rubens, copia del original de Tiziano que se quemó », subraya Álvaro Romero. El salón Italiano rinde homenaje a la labor coleccionista de la familia y cuenta con cuadros como La última cena de Tiziano y en el salón Español se puede observar un retrato de la infanta Margarita, de Velázquez y un Cristo en la Cruz del Greco, además de uno de los mejores retratos de Murillo.
En otro de los salones rinde homenaje a los Alba con interesantes retratos de algunos de sus miembros como el del II Duque de Alba con quien esta casa comenzó a consolidarse y ganar reconocimiento. Para el techo de esta sala se utilizaron 20.000 láminas de pan de oro. Su pieza más curiosa, una estatua caricaturesca de madera con el gran duque matando a la hidra de tres cabezas, los enemigos de España: el elector de Sajonia, Isabel de Inglaterra y el papa Pablo IV.
En e l salón Zuloaga está un cuadro de un joven Cayetana de Alba a lomo de su pony Tommi. «Cuentan que la pequeña no paraba de moverse y le trajeron sus peluches pero empezó a tirarlos al pintor. Éste, cansado de la experiencia, acabó por poner lo muñecos en el cuadro», recuerda el director. En la misma sala están los cuadros de sus padres, Jacobo Fitz-James Stuart y su madre María del Rosario de Silva y Guturbay. El salón de Baile recuerda a la granadina Eugenia de Montijo y su marido Napoleón III. Retratos de ambos y de la hermana de Eugenia, Paca de Alba. Hay también sala dedicada a la emperatriz Eugenia de Montijo quien falleció en este palacio en 1920, a los 94 años, cuando visitaba a su sobrino Jacobo.
Otra de las joyas de la casa es su biblioteca , abierta tres tardes por semana a los investigadores y que se incluye también en a visita. De las 43 cartas que existen en el mundo de Cristóbal Colón, 21 se encuentran en esta casa. Entre ellas en la que el descubridor realiza el mapa de la Isla Española. También está el último testamento de Fernando el Católico, donde reconoce la incapacidad de su hija Juana la Loca para gobernar, y una primera edición de El Quijote.
Son muchas otras las salas del palacio, como el comedor, que se sigue usando casi a diario. «Entre as 14 y las 16 horas no hay visitas para que no coincida con las comidas», menciona el responsable. Un comedor con vistosos tapices franceses de Beauvais y con dos mesas, una grande para invitados y otra pequeña para uso diario. Por toda la casa, relojes que cada jueves pone en hora el relojero del Palacio Real.
Las antiguas caballerizas son hoy la zona para recibir las visitas y donde se ha abierto una pequeña tienda que vende distintos recuerdos del palacio y también joyas diseñadas por Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro y hermana del actual Duque de Alba. El jardín posterior, privado, sin acceso para las visitas al igual que el cementerio de las mascotas donde descansan los restos de los muchos animales que han acompañado a la familia desde el siglo XIX.