Historias capitales
El origen del extraño nombre de la Plaza de la Memoria Vinculante, en Orcasitas
Una historia de lucha y reivindicación en una barriada madrileña en la que David logró ganar a Goliat

Hubo una vez un barrio en el suroeste de Madrid en el que los vecinos pelearon con uñas y dientes para mejorar sus condiciones. Para pasar, como ellos decían, «del barro al barrio» . No les importó enfrentarse a las autoridades, aunque los tiempos no eran precisamente cómodos . Y ayudaron a forjar un movimiento vecinal que entonces no era aún legal. Lograron sus objetivos: transformar Orcasitas en un barrio de nuevo cuño. Y ahí es donde nació la plaza de la Memoria Vinculante.
Hay muchos narradores en esta historia coral. Uno de ellos es un jurista de lujo, Eduardo García de Enterría , en una Tercera de ABC publicada el 2 de mayo de 1991, en la que se refería, precisamente, al singular nombre de este espacio público. Una denominación que, ya apuntaba él, causaría seguramente extrañeza a los sociólogos «dentro de un siglo, o aún de medio».

En el barrio de Orcasitas se vivió la conversión de «ese suburbio infrahumano en un espléndido asentamiento urbano». Una metamorfosis en la que participaron directamente los propios vecinos, que «forzaron la intervención de la Administración» y hasta diseñaron con sus propias manos modelos de viviendas, porque no se aclaraban con los planos y preferían ver y pisar el ancho de los pasillos y la disposición de las habitaciones.
La Memoria Vinculante a la que hace mención la plaza no se refiere a los recuerdos de los mayores, ni al deseo de mantener viva la epopeya vecinal. Es mucho más prosaico: se refiere a un problema jurídico, y a la solución que se le dio en el Tribunal Supremo.
García de Enterría relataba en ABC, punto por punto, el desarrollo de este conflicto. La asociación vecinal consiguió que el Ministerio de la Vivienda expropiara la meseta donde había crecido este suburbio. El acuerdo llegó en 1957, en aplicación del Plan Nacional de Vivienda. Catorce años después, se aprobó definitivamente un Plan Parcial que en el barrio se recibió como un triunfo.
A raíz de este plan, los vecinos abandonaron sus chabolas y fueron alojados por la Administración. Ellos pensaban que era algo provisional, mientras se expropiaba el terreno y se reurbanizaba. Pero algo más tarde, la Administración comenzó a defender la idea de que los vecinos -los mismos que habían promovido la transformación del barrio- no tenían ningún derecho a volver a las casas que iban a construirse sobre esos terrenos. Alegaban la imposibilidad legal de hacerlo, ya que habían sido expropiados y recibido una indemnización por ello, además del arrendamiento de las nuevas viviendas.
Los habitantes de Orcasitas montaron en cólera: su enfado se tradujo en escritos, alegaciones, manifestaciones y todo tipo de protestas. Y el tema acabó en el contencioso-administrativo, bajo un argumento que apoyaba su derecho al retorno: la Memoria del Plan Parcial que se había aprobado en 1971 decía expresamente que la nueva urbanización se hacía para realojar a los chabolistas.
La jurisprudencia decía que la memoria de un plan sólo es una exposición de propósitos, y ni vincula ni tiene carácter normativo. El día de la vista pública (octubre de 1973), la sala de la Audiencia Territorial de Madrid estaba abarrotada de vecinos. Su fallo declaraba la memoria del plan 'vinculante' para la Administración : tenía que cumplir lo que allí había escrito. El Ayuntamiento apeló al Tribunal Supremo y éste, en sentencia del 16 de junio de 1977, falló declarando, por primera vez, el carácter vinculante de dicha memoria.
Mil Delegados
Y por eso, en esa plaza de Orcasitas se recuerda con su nombre que lo escrito en los documentos oficiales no son sólo palabras. Los vecinos eligieron esa y otras denominaciones para sus calles, todas relacionadas con su lucha de esos años. Lo hicieron en una Asamblea, ya en tiempos del alcalde Enrique Tierno Galván. Y así surgieron las que hoy se encuentran dando un paseo por el barrio: la calle de los Retrasos, la de la Remodelación, la calle de la Participación y la de la Solidaridad, la del Movimiento Ciudadano, o la plaza de los Mil Delegados , en referencia a todos los que pasaron por la Gerencia de Urbanismo y el IVIMA mientras duró el proceso urbanístico del barrio.
Como anécdota, que recuerda Félix López-Rey , concejal, vecino de la zona entonces y ahora y uno de los protagonistas de esta historia- en su libro 'Orcasitas: Memoria vinculante de un barrio', algunos quisieron poner a una vía 'calle de la Despropiación' , que es como los vecinos llamaban al proceso. Al final, se quedó en el más correcto 'de la Expropiación', y convive en el callejero con otras denominadas Camino del Empleo Juvenil o Ronda de las Cooperativas. Casi todas quedaron aprobadas en el pleno de julio de 1980.