El auge de la heroína

Los novios del jaco

Madrid fue la Movida, pero la Movida tenía una mitad, menos relatada, que era la Heroína, así con mayúscula homicida

Un toxicómano llama a la puerta de un piso en Tetuán De San Bernardo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

En los desabrochados ochenta, en Madrid, hubo barrios de polígono donde cundieron los novios del jaco, que fueron más tarde o más temprano unos viudos de sí mismos . No hablamos sólo de los malditos del show de la movida, empezando o acabando en Manolo Tena o Antonio Vega. Hablamos, además, de aquellos chicos de juventud inclemente que se dieron a la heroína , porque era un escape, porque era un disfrute, porque era un desmayo, porque sí.

Madrid fue la Movida, pero la Movida tenía una mitad, menos relatada, que era la Heroína, así con mayúscula homicida , una reina del daño que llevó a todos los naufragios a quienes prepararon una «generación perdida», casi sin pretenderlo. Los ochenta fueron apasionados y apasionantes, pero hay quien cuenta que a todos sus amigos se los llevó la jeringa, o el sida. Que a veces eran cosa hermana.

El pop de algodón de Malasaña tenía una réplica en la rumba carcelaria de los Chichos, que es lo que les sonaba en el alma a los chavales sin futuro que trasnochaban en los portales de San Blas, en ese barrio crudo de San Blas que entonces tanta gente llevaba por dentro. La heroína tiene algo de polígono de las drogas, de descampado del riesgo de pasarse en la dosis. Mala musa fue de los Calis, o de Antonio Flores, o Enrique Urquijo, novios del mal, viudos de los paraísos artificiales.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación