La nieve y los saqueos dejan destrozada la histórica floristería El Ángel del Jardín, en Huertas

Su emblemático olivo, incluido en el catálogo de ejemplares singulares, ha sufrido graves daños al no poder soportar el peso sobre sus centenarias ramas

Estado de la histórica floristería de la calle de Huertas, tras la intensa nevada, con su centenario olivo desgajado por el peso de la nieve ABC
Adrián Delgado

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Filomena sigue revelando, poco a poco, los numerosos destrozos que ha dejado a su paso por Madrid. Aún bajo un manto de nieve congelada, el invernadero de El Ángel del Jardín , la histórica floristería de la calle de las Huertas reabierta recientemente, resiste por el momento ante la enorme cantidad de hielo a espaldas de la parroquia de San Sebastián. Sus propietarias, Elsa Valverde y Mercedes Rodríguez , han recibido un duro golpe apenas un mes después de abrir el negocio que ha logrado devolver las flores a este icónico rincón de la capital. Su olivo centenario , icono de este espacio, no ha podido resistir los embates de la borrasca que han desgajado sus ramas principales.

«Estamos muy tristes. Los daños son muy importantes», explica Elsa a ABC. «Yo aún no he podido ir a verlos en persona. Mercedes ha conseguido llegar andando desde su casa. Pero las fotos hablan por sí solas», relata sobre la suerte que ha corrido este ejemplar, catalogado como árbol singular y sujeto, por ende, a máxima protección. «Ya hemos iniciado los trámites para que un técnico de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid pueda pasar a evaluar los daños que ha sufrido. De momento, no podemos hacer nada. Ni tocarlo, porque está protegido y no se puede intervenir sin autorización», añade. Botánica de formación –estuvo 20 años al frente de la tienda del Real Jardín Botánico– cree que se podrá salvar la vida al olivo, aunque tardará muchos años en recuperar el saludable porte que ofrecía.

Estado en el que ha quedado el jardín, tras haber sufrido robos en su interior tras la nevada ABC

Es solo una parte del disgusto. La histórica nevada y la imposibilidad de proteger el negocio estos días ha llevado a los amigos de lo ajeno a saltar la verja que separa el jardín –levantado en los 300 metros cuadrados sobre los que se asentó, hasta que Carlos III ordenó sacar los camposantos de las ciudades, el cementerio de los artistas–. «Han arrasado con todo lo que han podido. Se han llevado las plantas que protegía el olivo y que tuvimos que dejar allí cuando empezó a nevar copiosamente», cuenta desolada.

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