Miedo entre los vecinos de Alcalá: «Esto no es seguro, no nos vamos a quedar»

Los moradores del número 143 alertan de la caída de un muro y la aparición de grietas tras el derribo de un bar

Los bomberos y técnicos municipales, en el solar del bar de copas derribado José Ramón Ladra

Carlota Barcala

Los trabajos de demolición y desescombrado del popular local de ocio The Geographic Club están provocando el caos entre los vecinos de la calle de Alcalá, 143. El domingo, los bomberos los desalojaron de sus viviendas de forma preventiva después de que apareciesen grietas en el techo de la tienda de la planta baja. Ayer, parte del muro colindante con el antiguo bar de copas cedió y causó, de nuevo, pánico en las 13 familias. «Tenemos miedo porque la situación no es segura. No nos vamos a quedar aquí », cuenta la vecina del cuarto derecha, maleta en mano.

Ella, como el resto de moradores, pudieron volver a sus hogares al mediodía, tras pasar la noche fuera. Tan solo dos horas después, tuvieron que salir de nuevo a la calle. Antonio, el gerente de La tienda del espía , fue quien dio la voz de alarma. Ante sus ojos vio cómo, a las 16.30 horas, cedió parte del muro mixto de ladrillo y estructura metálica que soporta la carga del edificio. «Inmediatamente avisé a los vecinos, pensé que todo se venía abajo», relata fuera del establecimiento, que se encuentra apuntalado –las estructuras metálicas llegan desde el sótano a la primera planta– e inutilizable: «Yo solo quiero abrir la tienda y vender como llevo haciendo 30 años».

El presidente de la comunidad, José María, critica que la empresa constructora no realiza correctamente los trabajos de desescombrado . «Están demoliendo inadecuadamente. Los escombros, acumulados solo en una parte, fuerzan el muro», comenta el hombre. Es esa presión sobre la pared que coincide con el edificio de Alcalá lo que, según las primeras hipótesis, provocó la cesión de ayer. «Lo deberían hacer de forma manual y no con máquinas», especifica. Con esta versión coincide Raquel, la arquitecta contratada por los vecinos: «La empresa constructora se comprometió a retirar a mano los escombros , pero dos máquinas siguen haciendo el trabajo. Eso es muy peligroso en la situación en la que se encuentra el edificio».

La arquitecta califica la demolición de « complicada » al haber estructuras de losa y hormigón todavía sin retirar y vaticina que volverán a notarse las vibraciones que los inquilinos sintieron la tarde del domingo. «Pasé mucho miedo por los ruidos que había y los temblores que provocaron las máquinas», dice Marina, propietaria del cuarto izquierda, que tuvo que dormir en casa de su hijo. A pesar de que los técnicos del Ayuntamiento aseguraron que no hay riesgo de colapso y que la estructura superior no se ha visto dañada, ellos continúan intranquilos.

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