Comercios centenarios
Madrueño, la licorería más antigua de Madrid, amenazada por la especulación inmobiliaria
Esta tienda, fundada en 1895, corre el riesgo de cerrar sus puertas a corto plazo. Un fondo americano presiona para que se marche del número 3 del Postigo de San Martín
Durante décadas Mariano Madrueño fue una destilería de anisados, licores y jarabes con bodegas y elaboración de vermut y vinos generosos donde se comercializaban únicamente marcas propias y se vendían a todo el país. Fundada en 1895 por quien da nombre al local, esta licorería mantiene hoy sus puertas abiertas, siendo la más antigua de la capital, con el tercer Mariano Madrueño al frente. Antes su padre, también Mariano, incorporó al negocio marcas ajenas y algunas bodegas riojanas en la venta al público. El último gran cambio en esta tienda se produjo a partir de 1978, cuando gracias a los estudios de agronomía y enología de la tercera generación se mantuvo la fábrica de licores y jarabes pero se inició una difícil transición hacia la comercialización de vinos y cavas nacionales.
En el edificio del número 3 de la calle Postigo de San Martín , apenas quedan vecinos. La licorería Madrueño es de los pocos inquilinos que se mantienen, aunque con la incertidumbre de cuál será su futuro. «El edificio pertenece ahora a un fondo americano y nos tememos lo peor porque quieren que nos vayamos. El estado del edificio es muy malo, hacen falta obras muy importantes», comenta a ABC Alberto Morán, gerente de la licorería. El interior se mantiene intacto, en su mayor parte de madera, «debería formar parte del patrimonio de la ciudad». A lo largo de estos 120 años de historia se llevaron a cabo algunos cambios en el interior pero se pueden ver todavía las antiguas divisiones e incluso se conservan máquinas y utensilios que se utilizaban cuando era destilería.
El que fue en su día el mostrador se mantiene como pequeño despacho para recibir a los proveedores. Allí se conservan las fichas de los antiguos clientes. Ahora, ya como tienda y no como fábrica, la distribución es bien diferente. Al entrar se pueden observar una gran variedad de vinos y licores. «Tenemos hasta 1 00 marcas de whisky diferente, y otras tantas de ginebra . Hay licores muy raros que únicamente se encuentran aquí», explica Alberto Morán. Cuentan con 900 referencias de vino y otras tantas de destilados.
El primer Mariano Madrueño (natural de Segovia) llegó a Madrid y se puso a trabajar en la licorería, propiedad de un señor llamado Tomás. «Era ya muy mayor y en poco tiempo le dejó el negocio a Mariano», cuenta el gerente. Fueron años de mucho trabajo, «llegaron a trabajar 15 personas en la tienda y ahora somos 8» y además tenían una fábrica y una huerta en Chinchón . Distribuyeron jarabes, anisados y licores para toda España. «Todavía vienen hoy personas a preguntarnos si vendemos los jarabes que tomaban sus padres o abuelos», recuerdan en la tienda. Famosa era la zarzaparrilla. Los jarabes se fabricaron hasta los años 90 y en la actualidad todo lo que se vende viene de fuera, «ya no tenemos fabricación propia». En la Guerra Civil los republicanos ocuparon el espacio hasta que Madrueño regresó y logró recuperar su negocio que a pesar de las varias generaciones nunca se ha dividido y ha estado siempre dirigido por los "Marianos".
Un cementerio de vinos
Mariano Madrueño, tercera generación, sigue al frente del negocio. Su hija Laura de momento sigue otra trayectoria profesional. Mariano recuerda los años de mucho trabajo, causado sobre todo por los rigurosos controles de las aduanas. «No teníamos IVA pero hace 30 años la empresa artesanal eral mal vista y nos controlaban mucho», explica él mismo a ABC. Hasta que no falleció su padre no se atrevió a tomar la decisión de introducir otras marcas de fabricantes y adaptarse a los nuevos tiempos. Sigue guardando formularios «históricos» que se negó a vender a un americano muy interesado en hacerse con ellos. Uno es el formulario de su abuelo, que está codificado, otro el de su padre y un tercero, el suyo. «Su padre era muy metódico y tenía todas las marcas registradas», cuenta Alberto Morán en referencia al actual propietario. «Aprendió desde pequeño este negocio y reconoce enseguida por el olor el tipo de alcohol que tiene delante», añade.
Se siguen guardando antiguas etiquetas de las diferentes marcas propias de Madrueño e incluso se conserva el molde de una botella de anís que se fabricaba allí. En la actual trastienda que funciona como almacén se pueden visitar la antigua sala de etiquetado , el antiguo destilador con un alambique «que en su época era de los mejores y posiblemente siga funcionando», el antiguo cuarto del azúcar e incluso el antiguo laboratorio. Allí se pueden observar los maletines con los frascos de muestras que utilizaban los comerciales para presentar los productos. También se conservan antiguos barriles de madera, hoy ya vacíos. Y también curioso es observar el llamado «cementerio de los vinos» , espacio donde guardan botellas de hace décadas y donde antiguamente mantenían las botellas de algunos de sus clientes. Era un servicio más que prestaba la casa.
Negocio actual
Hace tres años decidieron abrir una segunda tienda en la calle Calatrava. «El acceso en coche es mejor y sin saber muy bien si nos van a cerrar esta tienda fue una buena idea», explica Alberto Morán. Es un espacio más moderno cuya decoración «ha tratado de conservar el espíritu tradicional de la primera tienda. Hemos recuperado muchas fotos que decoran el espacio y hay muchos muebles de madera».
En ambas tiendas se vende lo mismo y el negocio anual asciende a 1,5 millones de euros en ventas . En lo que se refiere a vinos, «variamos mucho, nos gusta dar oportunidad a vinos que aunque no sean tan conocidos por la marca sabemos que son buenos. Nuestros clientes buscan nuestro asesoramiento», afirma el gerente. En Madrueño se vende solo vino español, desde botellas sencillas por 2 o 3 euros hasta el Vega Sicilia por más de 200. En lo que se refiere a licores, «tenemos de todo y de precios muy variados».
Venden tanto al público como a la hostelería, sector para el que practican descuentos. En los últimos años, por la crisis, los clientes han reducido su consumo pero en contrapartida han ganado otros nuevos. «Muchos clientes de la hostelería han confiado en nosotros porque practicamos buenos precios sin necesidad de hacer grandes pedidos», aclara Alberto Morán. La época natalicia sigue siendo «la mejor» de todo el año, con un aumento considerado de las ventas, mientras que en el verano bajan. ?Qué tipo de clientes pasan por allí? "Muy variados. Por ejemplo hemos vendido mucho al Atlético de Madrid para sus fiestas", cuentan en la tienda.
Sin saber muy bien si podrán mantenerse en la calle Postigo de San Martín por mucho más tiempo, «puede que como mucho dos años», Madrueño mira con optimismo al futuro ya que han demostrado saber adaptarse a los cambios de la sociedad y del consumo. Y esperan seguir aconsejando y vendiendo a sus clientes muchos años más, aunque no cuenten con este espacio tan emblemático.