El bar de Madrid que puso de moda los camareros guapos: «Era una forma de atraer a las chicas»
Viva Madrid reabrió hace unos años como restaurante y el cocido es hoy el plato estrella de la casa
La fama de Viva Madrid llegó en los años 80, con la movida madrileña . Marcó realmente una época aunque este local existía mucho antes que la movida. Fue fundado como casa de comidas en 1856 , por lo que dicen por un tabernero segoviano, de Cuéllar, y en su comienzo fue lugar de reunión de cuadrillas de toreros y aficionados. A comienzos de siglo, algunas tabernas madrileñas se fueron haciendo más elegantes para competir con los cafés. En el caso de Viva Madrid, adquirió un tono palaciego con arpías de escayola en los techos, lámparas de araña y un maravilloso mostrador de madera labrada con barra de estaño . Sin olvidar su fachada , de 1920 , un mural de azulejos realizada por la casa sevillana Mensaque. Toda una obra de arte.
Noticias relacionadas
«La fachada es realmente una maravilla y a pesar de las remodelaciones que se han realizado conserva partes originales que le convierten es un espacio único», explica a ABC Emilio González , quien junto a su mujer Marisa Iglesias están al frente del hoy restaurante desde 2014. «Es un local con mucha personalidad que te dicta hacia donde lo llevas», subraya Marisa. Venezolanos aunque en España hace ya más de dos décadas, la amistad de Emilio con miembros de la Academia de la Gastronomía de Madrid hizo que se aventurasen en este negocio. Él, ingeniero y ella farmacéutica, diseñadora y fisioterapeuta, aunque dedicada a los negocios, dieron una oportunidad a este local centenario. Sus anteriores dueños lo convirtieron en restaurante de corte madrileña y ellos quieren potenciar esa tradición. En uno de sus platos más característicos, el cocido , lo han conseguido. «Es el plato estrella , lo hacemos todos los días. Es un cocido muy sutil, puedes repetir sin llenarte, lo desengrasamos mucho y está elaborado con los mejores productos », cuentan sus dueños. Es una receta propia que han trabajado mucho con el responsable de lleva la ruta del cocido.
En poco tiempo se dieron cuenta del peso que este local tuvo en los años de la movida y están convencidos que funcionaría muy bien de nuevo como bar de copas. «Lo ideal era compaginar ambos mundos pero un restaurante de comida tradicional no encaja con la copa. Y el mundo de la noche es complicado», afirma Emilio. Además de Viva Madrid han recuperado La Trucha , un restaurante típico andaluz, de 1964 , que estuvo varios años cerrado. Y se encuentra al lado, ambos en la calle Manuel Fernández y González, junto a la Plaza de Santa Ana.
Entre algunas de las curiosidades de la casa que han ido descubriendo saben que en los años 60 la pescadería vendía kilos y kilos de berberechos a un anterior dueño «a quien le tocó la lotería y dejó el negocio».
Los años de la movida
Retrocedemos a septiembre de 1980. Dos socios argentinos, Darío Ballesteros y Daniel Fabri, toman las riendas de Viva Madrid. «Había estado cerrado unos años y le dimos un cambio generacional , pusimos música más de moda y dábamos algo de comer», cuenta a ABC Darío Ballesteros. El comienzo no fue fácil para estos dos argentinos de pelo largo que vestían las famosas jardineras, vivían dentro del bar, que estaba hecho un desastre y además al abrir se llenó de chulos y prostitutas. «Poco a poco logramos que fuese un sitio de referencia, donde se venía a tomar el aperitivo y por la noche a beber una copa », explica. El café irlandés , que empezaba a ganar fama, fue una de sus bebidas de referencia. «Y la cerveza, se bebían 30 barriles de 50 litros por semana». La estrecha calle se fue llenando, y era para muchos el punto de arranque de la noche o el punto de cierre.
Darío recuerda fechas especiales como el 23-F, «cerramos y nos fuimos al congreso». Y entre sus aciertos, el de poner a chicos guapos detrás de la barra. «Era una forma de atraer a las chicas y los chicos venían detrás». Kico Camacho , artista plástico, fue uno de esos famosos camareros. Amigo de los dueños, «trabajaba los fines de semana y algunos días», afirma el propio Kico quien se ha quedado por el barrio y es dueño de un tablao flamenco. Recuerda que entre los clientes «había gente de todo tipo, edades y de todo el mundo». En total fueron 29 años en el negocio , una etapa que acabó porque tal y como explica Darío «me cansé, tenía ya hijos, mi socio se fue a Argentina y los amigos se fueron».
Vuelta al restaurante
Emilio y Marisa trabajan mucho con grupos y reservas. Abren todos los días y poco a poco están consiguiendo que este restaurante vuelva a resurgir aunque son conscientes de que «la carga del local de copas es muy acentuada». Lo ven por sus clientes, siempre recordando esos viejos tiempos . El local sigue transmitiendo toda su grandeza.