Paseante en Cortes
¡Ayuntamiento, una fórmula sencilla para mitigar la suciedad!
El pasquín lleva siempre un número de teléfono para demandar el servicio ofrecido, por lo que bastaría con que los encargados de la limpieza vial tomasen nota
El grafiti es para el Paseante en Cortes símbolo del Siglo XX y de lo que llevamos del XXI. Salga a la calle y observe. La cutrez es marchamo de nuestro tiempo a la que algunas capitales hacen frente con constancia, sentido común y éxito .
A diferencia de las pintadas , que son anónimas y requieren de presupuesto y acción policial para combatirlas, como hacen Metro de Madrid y la EMT con admirable logro, reconocimiento y alto coste económico, los pasquines que inundan el espacio urbano y ofrecen toda clase de servicios no son innominados, a pesar de lo cual ninguna autoridad competente pone freno eficaz a tanta fealdad y menosprecio al ciudadano.
El pasquín lleva siempre un número de teléfono para demandar el servicio ofrecido, por lo que bastaría con que los encargados de la limpieza vial tomasen nota, lo notificaran a un funcionario municipal y éste hablase con el infractor, le advirtiese de que lo que hace está prohibido, le anunciase una buena multa si es reincidente y se la girase si el transgresor vuelve a las andadas y encima apela al socorrido y lamentable argumento de que «de algo tengo que vivir» (30 euros al día y en negro por emporcar Madrid es lo que cobran los ensuciadores por cuenta ajena). Hay tres que enmugran el 50% de la ciudad y que deben tener bula del Ayuntamiento o algún insondable e ilegal acuerdo : me refiero al que anuncia reparación de ordenadores , el que ofrece mudanzas y portes y el que compra oro y plata en Arturo Soria, 162 «Enfrente de Tráfico». Los tres, para más recochineo, tapan el letrero que han puesto la EMT y Correos y que reza: «Prohibido fijar carteles. Responsable la empresa anunciadora».
Claro es que para llevar a cabo esta política se requiere la decidida colaboración de los barrenderos y, a tenor de cómo trabajan algunos, no parece muy segura. Actualmente tienen la obligación de quitar los pasquines de farolas, semáforos y demás elementos urbanos, y este Paseante en Cortes constata que pocos lo hacen. Cuando se les pregunta, se quitan el pinganillo con el que van escuchando música o hablando por teléfono y te dicen que sí, que es su obligación, pero que su jefe no le ha dado la espátula o que no es su zona de limpieza. Ambas respuestas deben estar en el catálogo del buen listillo porque un alto porcentaje lo único que hace es pasear el carrito mientras fuma y habla, importándoles un comino su trabajo y la suciedad de la calle . Se ve que el control de la empresa y del propio Consistorio es manifiestamente mejorable . De todas formas y siendo cierta la máxima de que la ciudad más limpia es la que menos se ensucia, mejor haría el Ayuntamiento en perseguir a los dueños de los pasquines que en encomendar a los barrenderos la quita porque en este pulso siempre perderá la batalla.
Con constancia y voluntad política , aunque sea por respeto al contribuyente, en una Legislatura las calles se librarían de esa plaga crónica, recuperaríamos las marquesinas de los autobuses, las farolas, las papeleras, los semáforos, las señales de tráfico, los bancos, las paredes , las cabinas telefónicas (superadas y ya inútiles), los buzones de correos y ¡hasta los árboles!, para alegría de sus diseñadores y recreo de los sentidos. ¿Tan difícil es? No. Hace falta altura de miras y congruencia porque la incongruencia se manifiesta cuando es el propio Ayuntamiento el que utiliza similar sistema de pasquines para anunciar algo y de paso ensuciar como el que más. El pasado diciembre la Junta de Distrito de Chamberí exhortó a los vecinos del barrio a vivir la Navidad con un cartel que rezaba: «Esta Navidad vive tu Barrio» y lo pegó a miles en fachadas y mobiliario . Noble fin, pero innoble procedimiento.
Otro tanto, aunque más complicado de gestionar, se debería hacer contra la manía de depositar en el alcorque las cajas de cartón y la bolsa de basura doméstica, o con no retirar de la calle los cubos , a la hora establecida por la Ordenanza de Limpieza de los Espacios Públicos y Gestión de Residuos. ¿A cuántas comunidades de vecinos y propietarios de locales advierte y sanciona el Consistorio por no recogerlos? En esta sociedad atiborrada de contradicciones resulta chocante que en la era de Internet, las redes sociales, el 'big data', la publicidad digital , se consuma más cartón que en la analógica, fabricando como posesos cajas para transportar productos comprados a miles de kilómetros que arruinan al comercio de proximidad, arrasan el concepto de ciudad romana y cancelan el saludable ejercicio del paseo, los saludos y la convivencia en el barrio.
La civilización, en cuanto estado de progreso material, social y cultural, requiere del permanente civilizar; es decir, de mejorar el comportamiento y la formación de personas o grupos sociales para elevar el civismo, que es el proceder respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública. Para mejorar ese civismo es necesario aplicar, en muchas ocasiones, la eficaz política del palo y la zanahoria , como hacen la Dirección General de Tráfico, Hacienda y los jueces, por poner ejemplos de probada utilidad.
Insista el Ayuntamiento en pasear al primero ampliando el programa municipal que conmuta la multa de 100 euros del que ensucia el espacio público por cuatro horas de limpieza viaria y que ha crecido un 66%, alcanzando los 925 participantes en 2020. Como declaró el edil de Medio Ambiente, Borja Carabante, a nuestra compañera en ABC Marta R. Domingo: «Disfrutar de un Madrid limpio precisa de la colaboración de todos», y que quienes lo manchan paguen su deuda con la sociedad barriendo y limpiando las calles. Este acto puede «cambiar conciencias». Ya lo creo. Y meter en vereda al que carece de ella.
El Paseante en Cortes y millones de amantes de la limpieza, la estética y la armonía lo agradecerán.
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