Investigan si el asesino de Tetuán engañó a sus víctimas o las conocía de antemano

El robo es el principal móvil que barajan los investigadores encargados del caso, sin descartar otras líneas

El hecho de que el arma no fuera hallada en la vivienda diluye la opción de que se trate de un crimen machista

Dos operarios de los servicios funerarios trasladan uno de los cuerpos, el lunes, en Tetuán JOSÉ RAMÓN LADRA
Aitor Santos Moya

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Cuando la empleada del servicio de teleasistencia dio la voz de alarma -tras llamar en reiteradas ocasiones y no recibir respuesta-, la puerta del segundo izquierda de la calle de Luis Portones, 29 (Tetuán), estaba cerrada con llave . Dentro, yacían muertos a cuchilladas Perfecto Cuesta Cifuentes y Marcelina Martínez Vicente, de 79 y 80 años, respectivamente, en diferentes habitaciones y con la vivienda desordenada. Ello, unido al hecho de que no se encontrara el arma empleada en el interior del domicilio, conduce a los investigadores del Grupo VI de Homicidios de la Policía Nacional a barajar el robo como principal hipótesis del doble asesinato. Pierde fuelle, por tanto, la teoría de que el anciano acabase con la vida de su mujer y después se suicidara.

Las pesquisas se centran ahora en dilucidar si el presunto autor engañó a sus víctimas para acceder a la casa o estas le conocían previamente, lo que explicaría que le abriesen la puerta. Pese a que la cerradura no estaba forzada , tampoco se descarta que alguien irrumpiera en la vivienda sin que el matrimonio se percatase. Según relataba ayer una vecina a ABC, la desconfianza de Perfecto y Marcelina a la hora de interactuar con extraños era notoria. «Si llamaban al telefonillo, ella se asomaba siempre por la ventana para ver quién era», apuntaba esta mujer, sin creer que ninguno de los dos facilitase el acceso a un desconocido.

Tres empleadas de teleasistencia trabajaban activamente con la pareja de ancianos: ella, aquejada de cáncer -aunque físicamente se encontraba bien-, y él con graves problemas de movilidad. «Marcelina se encargaba de hacer todos los recados, mientras que Perfecto solía dar pequeños paseos junto a su esposa y una de las trabajadoras sociales», incidían en el vecindario. Residían en el humilde barrio de Berruguete desde hacía unos 20 años, época en que se trasladaron desde Bilbao , después de que el septuagenario dejara de trabajar en la siderurgia al jubilarse de forma anticipada.

Perfecto, natural de Zamora; y Marcelina, de Salamanca, no tenían hijos. Fue la sobrina de la mujer la que, alertada por la Policía, acudió hasta el domicilio y comprobó con horror la pavorosa escena. «Bajó gritando por las escaleras», remarcaba la vecina del primero, con el convencimiento de que algo raro tuvo que pasar entre ellos: «Hace poco tuvieron una discusión muy fuerte». Esta persona ponía el foco en el carácter dominante de Perfecto, si bien reconocía que nunca observó agresión física alguna. «Era todo verbal, como ella estaba un poco sorda, le gritaba de malas maneras cuando se enfadaba», añadía.

Respecto a la posibilidad de que el matrimonio estuviera dormido en el momento que el presunto asesino entrara en el domicilio, los residentes del bloque subrayaban que ambos solían madrugar bastante : «Se acostaban muy pronto y sobre las 7.30 horas ya estaban despiertos». A falta de definirse la hora exacta del crimen, los investigadores creen que este se pudo cometer 4 o 5 horas antes de encontrarse los cuerpos, poco después del mediodía. No obstante, será el resultado de la autopsia el que determine tal extremo.

Otra cuestión en el aire es el franqueo del portal , cerrado toda la noche. Aunque las ventanas del piso no tenían rejas, resulta poco probable que el atacante escalase por la fachada.

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