Los hosteleros madrileños: «Prevemos tener al final de año una caída de ventas del 50%»

El pago de alquiler y nóminas, principales quebraderos de cabeza en la crisis del coronavirus de los empresarios de restauración

Uno de los restaurantes de Ponzano, cerrado por el Covid-19 Belén Díaz

Carlota Barcala

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En Ponzano las luces se han apagado. Ya no hay ruido ni gritos, sino vallas metalizadas bajadas que se suceden una tras otra en los sesenta bares que pueblan la calle. Los taburetes y las mesas están sumidos en la penumbra, que solo se altera cuando los dueños de los establecimientos van, normalmente una vez por semana, a corroborar que, pese al cierre decretado por la crisis sanitaria del coronavirus , en el interior todo sigue en orden. La incertidumbre se ha apoderado de los empresarios de esta zona de Madrid, una de las millas oro de la restauración de la capital, antes atosigada de gente, ahora tambaleándose por su futuro. «Prevemos tener a final de año una caída de ventas del 50%. El futuro, ahora mismo, es bastante incierto», dice a este periódico David Lorenzo , responsable de Claxon Bar y presidente de la Asociación de Hosteleros de Ponzano, formada por la mitad de los bares de la calle.

Lo que más les preocupa es afrontar el pago de los alquileres , que rondan en la zona los 3.000 y 10.000 euros mensuales, y las nóminas de los empleados, muchos de los cuales ya han tenido que enfrentarse a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). «O tienes un fondo o estás bastante tocado si no tienes la suerte de que el casero te dé margen para hacer el pago o una moratoria», continúa este empresario, haciendo referencia a los, al menos, dos meses que espera estar sin ingresar ningún tipo de dinero: «Y la reapertura será muy progresiva. Además, para Ponzano el verano es la época más floja al no tener terrazas . Nuestros meses fuertes son de septiembre a mayo. La recuperación será lenta».

El restaurante segoviano de Maribel Gallego , que ha pasado de generación en generación, es la primera vez que cierra sus puertas desde que se inauguró en 1952 . «Siempre habíamos estado prestando servicio. Cuando sucede esto, la primera reacción es de sorpresa e impotencia porque no se puede hacer nada», cuenta la responsable de Los Arcos, que afirma haber tenido que tomar «decisiones muy difíciles » porque todos en el negocio, con una plantilla de once empleados, se consideran «una familia».

Martín, David y Maribel, dueños de restaurantes en Ponzano Belén Díaz

El ERTE lo presentó en abril, tras pagarles el sueldo de marzo íntegro. «Los costes se nos echan encima. Esa es la posibilidad a la que nos han empujado», opina Maribel, que imagina el futuro como un periodo de transición hasta que todo vuelva a la normalidad: «Mientras, tocará sufrir este tiempo, aunque cuando esto pase todo será un recuerdo ».

Martín Narváiz regenta Casa Fonzo desde 2011 y asegura que no sabe si esta crisis «va a ser la peor o, directamente, catastrófica». Él iba a abrir un segundo restaurante a finales de mes, pero las obras se han quedado paralizadas. «Económicamente estamos en una situación delicada , de hecho he tenido que solicitar un préstamo, pero saldremos adelante con esfuerzo», augura este argentino con 17 trabajadores, a los que ya ha despedido temporalmente: «La remontada será muy poco a poco, pero cuento con todos ellos. Si tuviera que despedir definitivamente a alguno sería porque tengo que cerrar ».

Solicitud de préstamos

El futuro tampoco es halagüeño en el centro de Madrid. José Antonio Aparicio , presidente de la Asociación de Hosteleros de la Plaza Mayor indica que un 20% de los restaurantes que tienen altos alquileres no podrán hacer frente al pago del mes de abril. «Según nuestras estadísticas, un 60% de nuestros asociados ha solicitado un ICO y están a la espera de que se lo concedan o de ver en qué condiciones», expone este empresario, que ansía poder volver a abrir en junio. «El problema ahí será la demanda, que empezará con un 10% de lo que venía siendo habitual, según nuestros cálculos», prosigue.

Por ello, creen que además de la falta de clientela se enfrentarán a otro problema: pagar a todos los empleados. «Los ERTE obligan a no despedir durante seis meses. Cuando volvamos al trabajo seguramente nos encontremos con plantillas sobredimensionadas . Debería poder reincorporarse la gente progresivamente», solicita, con la vista puesta ya en el futuro.

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