La historia del brigadista desencantado en el Jarama: «Ningún puño cerrado, excepto de dolor»
Voluntarios de la XV Brigada descubrieron el rostro más duro de la guerra. Como el poeta Tony Hyndman, del «British»
![Monolito a las Brigadas Internacionales, en Rivas Vaciamadrid](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2017/02/06/monolito-brigadas-kMAB--620x349@abc.jpg)
El barro, en las alturas del valle del Jarama, se apelmaza y pesa como plomo en las botas. Bajo la lluvia, entre los olivares, el viento agita los antiguos ecos de la batalla : heroísmo, sacrificio, entrega, pero también miedo, dolor, muerte. Las sangrientas luchas de febrero de 1937 en las colinas que separan San Martín de la Vega y Morata de Tajuña, desde el vértice Pajares al alto del Pingarrón, han dejado sus cicatrices en forma de trincheras y fortines y de rastro herrumbroso de cartuchos, balas y metralla a flor de tierra.
Los paisajes del Jarama evocan una melodía como de película de John Ford : «There’s a valley in Spain called Jarama…». Es la canción de la XV Brigada Internacional, que tuvo su bautismo de fuego en aquellas jornadas. En ella combatieron los ingleses del batallón «British» y los norteamericanos del «Lincoln» . Sufrieron un elevadísimo número de bajas, prueba de su heroísmo, pero también de la falta de capacidad de sus mandos. Sólo en un día, en la lucha por la llamada «Suicide Hill», el «British» tuvo cuatrocientas bajas entre sus seiscientos efectivos.
Algunos de los voluntarios de la XV Brigada descubrieron en el Jarama el rostro más duro de la guerra. Es el caso del poeta Tony Hyndman , del «British», secretario y amante del poeta comunista inglés Stephen Spender . «Al cabo de una semana supe lo que significaba la guerra. Todavía veo la sangre y las caras de los muertos; peor aún, la expresión en los ojos de los moribundos. Ya no sentía una ira antifascista sino tan sólo una piedad abrumadora» escribió Hyndman a Spender después de los combates.
Unas semanas después, Hyndman recibió en la base de los «internacionales» en Albacete la visita de Spender, a quien suplicó que usara su influencia para sacarle del país. «Sus ideas habían cambiado por completo –recordaría Spender–. Había ido a España movido por un impulso, pero en ese momento sabía que no quería morir por la República . Pero por encima de todo, había descubierto que odiaba la guerra. Se había convertido en un pacifista».
Spender consiguió de los mandos la promesa de que Hyndman no sería enviado al frente, pero al comenzar la batalla de Guadalajara fue enviado a primera línea. Cuando Spender fue a visitarle de nuevo en Albacete, le dieron la noticia de que había desertado con otro compañero, el también poeta John Lepper .
Pero Hyndman y Lepper, que esperaban embarcarse en Valencia en un mercante, fueron detenidos por deserción. Gracias al poeta Altolaguirre y a Hidalgo de Cisneros , jefe de la aviación republicana, Spender logró entrevistarse con Álvarez del Vayo, ministro de Estado, para pedirle la repatriación de su amigo. Spender recuerda que el ministro le habló de «los malos efectos que tenía en la moral permitir que los voluntarios que habían ido a España se marcharan cuando quisieran ».
Álvarez del Vayo garantizó finalmente que Tony Hyndman sería libre de marcharse de España después de cumplir su condena. Hyndman cumplió dos meses de internamiento en el «campo de reeducación» de las Brigadas Internacionales en Albacete. Su miedo era que le enviaran al frente para deshacerse de él, según escribió a Spender: «Mi mayor temor era que el enviarme al frente fuese la forma más sencilla de liquidarme. Cualquiera podía encargarse de ello durante una batalla y nadie se daría cuenta. Esto, según los otros prisioneros, era la forma favorita de quitarse de encima a los indeseables».
Hyndman fue finalmente liberado y repatriado a Gran Bretaña en junio de 1937, gracias a Stephen Spender. Su dramática experiencia en primera línea quedó para siempre reflejada en su poema «Frente del Jarama», donde narra la agonía de un camarada herido en los combates: «Pero él estaba moribundo/ y la mata combada./ Dios os bendiga, camaradas./Él os dé las gracias./ Eso fue todo./ Ningún lema,/ ningún puño cerrado,/ excepto de dolor».
Noticias relacionadas