Brigada Lincoln

«El batallón Lincoln fue utilizado como carne de cañón en la batalla del Jarama»

Aprovechando que Pablo Iglesias ha regalado a Obama un libro sobre la Brigada Lincoln, recordamos el papel de esta unidad en la Guerra Civil española

Manuel P. Villatoro

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La visita de Barack Obama a España el pasado fin de semana dejó muchas curiosidades. Y una de ellas fue, precisamente, el regalo que el secretario general de Podemos - Pablo Iglesias - le hizo al todavía presidente de los Estados Unidos: un libro ilustrado (« The Lincoln Brigade. A picture history ») sobre la popularmente conocida como Brigada Lincoln -un nombre que adquirió tras la Guerra Civil , pues realmente era un batallón-.

Lo cierto es que esta unidad no tiene desperdicio histórico, pues estaba formada principalmente por estadounidenses (además de algunos cubanos ) que decidieron dejar su tierra para combatir en las Brigadas Internacionales contra Francisco Franco y lucharon en varias batallas de la Guerra Civil como la del Jarama (donde fueron usados como « carne de cañón » por los mandos republicanos, como afirman varios historiadores). Hoy, repasamos sus andanzas en España.

La Guerra Civil española, en EE.UU.

El germen del batallón Lincoln se sembró en las blancas navidades estadounidenses de 1936. Una época en la que las noticias de que una guerra había comenzado en España habían traspasado el Atlántico y llegado irremediablemente hasta Norteamérica gracias a la prensa.

«La Guerra Civil es una de las mejor documentadas por la prensa de la época. Hay que tener en cuenta que las cámaras se hicieron más ligeras y eso permitió que se sacaran muchas más fotografías . Así que una señora norteamericana podía ver perfectamente la imagen de un niño muerto en unos bombardeos en España. Por ello, la Guerra Civil tuvo una repercusión enorme en Estados Unidos », explica a ABC Marina Garde, Directora Ejecutiva de ALBA («Abraham Lincoln Brigade Archives»), una organización sin ánimo de lucro con fin educativo creada por antiguos miembros de esta unidad en los años 70.

En palabras de Garde, el comienzo de la Guerra Civil española movilizó a una parte de la sociedad estadounidense que veía en el ejército franquista un avance del fascismo en Europa. El resultado fue que se comenzó a enviar desde el otro del Atlántico ayuda de todo tipo a la República: desde material médico, hasta dinero .

«Muchos famosos quisieron recaudar fondos e influir en el gobierno para enviar material y hombres , pero este se negó porque los tratados internacionales lo impedían. Un artista llegó a hacer esculturas y venderlas para enviar dinero a la República», añade la experta. Unida a toda esta ayuda clandestina, y como era de esperar, también se fue formando una pequeña unidad de voluntarios deseosos de cruzar el océano, armarse y combatir contra el ejército que había atravesado desde Marruecos el Estrecho de Gibraltar para llegar a la Península Ibérica.

Un grupo -posteriormente los miembros del batallón Lincoln- que carecían en su gran mayoría de entrenamiento militar y que solo portaban consigo sus ideas. «Había gente ligada al Partido Comunista , obreros, universitarios, trabajadores industriales... De todo un poco. Eran personas que políticamente estaban muy involucradas con sus ideas y que, en las cartas que enviaron posteriormente desde el frente, ya aventuraban el comienzo de una Segunda Guerra Mundial », añade Garde.

Además, y como bien señala Fernando Vera Jiménez (de la Universidad Complutense de Madrid) en su extenso dossier « Cubanos en la Guerra Civil española. La presencia de voluntarios en las Brigadas Internacionales y el Ejército Popular de la República », también había en aquella agrupación una « nutrida representación de cubanos ». La mayoría, exiliados políticos o emigrantes que habían viajado a los Estados Unidos por problemas económicos.

El autor Anthony L. Geist , quien entrevistó a algunos supervivientes del batallón Lincoln para su artículo « Los brigadistas norteamericanos y la experiencia de Seattle » (el cual está enmarcado dentro de la obra colectiva « Las Brigadas Internacionales: el contexto internacional, los medios de propaganda, literatura y memorias »), tiene su particular visión de por qué se decidieron a viajar hasta España: «Al preguntarles casi todos responden que la Gran Depresión les había sensibilizado ante las condiciones sociales y las injusticias en su propio país y había abocado a gran número de norteamericanos hacia ideologías radicales. Ofrecieron la vida porque tenían que “ arrimar el hombro ”, porque “ sencillamente es lo que había que hacer ”».

Nace la Lincoln

Ese grupo finalmente pasó a la acción y partió desde el puerto de Nueva York el 5 de enero de 1937 sobre el buque francés « Champlain ». Su objetivo: llegar a España. Pero no a través de las fronteras marítimas de la Península (pues estas permanecían cerradas por motivos políticos), sino amarrando primero en el puerto galo de « El Havre » (al norte del país), y viajando posteriormente hasta el centro de la región.

«Siguieron la ruta habitual de los voluntarios, dirigiéndose a París y de allí, hacia Perpignan y Figueras », añade el experto en su dossier. Trasl llegar al sur de la región pasaron los Pirineos (un tramo que hicieron a pie o en tren) y aparecieron en Barcelona , desde donde iniciaron la última parte de su trayecto: la que les llevaría hasta Villanueva de la Jara (en Cuenca, Castilla la Mancha). Allí fue, precisamente, donde se unieron a la XV Brigada Internacional , la cual nació de manera oficial el 31 de enero de ese año y que estaba formada principalmente por soldados anglosajones (desde británicos, hasta canadienses).

Allí, estos voluntarios formaron un batallón (es decir, una unidad de entre 300 y 1.000 combatientes) que fue bautizado como « Abraham Lincoln ». Este era uno de los que, a su vez, dieron como resultado la XV Brigada Internacional . «La XV quedó constituida con los batallones Lincoln, Six Février, Dimitrov y British . El Lincoln recibió este nombre en honor del presidente estadounidense emancipador de los esclavos», explica el divulgador histórico César Vidal en su obra « Las brigadas internacionales ».

¿Por qué se eligió este nombre? Además de por las causas obvias (el presidente había «liberado a los oprimidos») porque, de esta forma, se seguía la consigna del Partido Comunista Norteamericano, el cual buscaba «aprovechar los símbolos patrios» para insuflar con ellos ánimo a sus combatientes.

La unidad quedó a las órdenes de James Harris y el comisario Samuel Stemberg , los dos norteamericanos. El Lincon (en el que había también combatientes irlandeses ) se dividía en dos compañías de infantería y una de ametralladoras pesadas -la Tom Mooney -. Esta fue la estructura de una unidad por la que, durante tres años, pasaron más de 2.800 voluntarios americanos y que vio morir hasta un total de un tercio de los mismos. Un grupo que -además- tuvo una gran peculiaridad para la época: que en él combatieron negros y blancos mano a mano y que, incluso, llegó a tener mandos de personas de color (algo que no sucedió en la Segunda Guerra Mundial).

El batallón, que se caracterizó en principio por su falta de disciplina, se movilizó además sin haber recibido entrenamiento militar . «Al entrar en batalla muchos no habían disparado ni un solo tiro con su fusil. No habían practicado . Tan solo hubo algunos a los que les dejaron disparar un peine (5 cartuchos) para que vieran como se hacía», explica -en declaraciones a ABC- Luis Martínez , estudioso de la Batalla del Jarama , guía activo de grupos por los restos del campo de batalla y fundador de « Rutasbelicas.com ».

Garde suscribe esta idea: «No tenían la menor idea de lucha armada. Les movía la pasión de su causa, pero no tenían entrenamiento militar ». Con todo, este factor no fue exclusivo del batallón Lincoln, pues a la mayoría de las Brigadas Internacionales les sucedía lo mismo. Algo que, a la larga, terminó dando ventaja al bando franquista.

La gran mentira

En aquellos tiempos (principios de 1937) el Lincoln nació como un batallón (una unidad de unos 400 a 500 soldados) que dependía directamente de una brigada (formada por entre 3.000 y 3.500 hombres). Sin embargo, con el tiempo ha pasado a ser conocida como la Brigada Lincoln .

De hecho, el libro que el fin de semana regaló Pablo Iglesias a Obama se refería en estos términos a los combatientes norteamericanos. ¿Cómo es posible? Tal y como afirma Garde en declaraciones a ABC, por una mala asociación de los estadounidenses. «Se puede afirmar que fue un acuerdo tácito y no escrito favorecido porque, después de la Guerra Civil, los norteamericanos empezaron a decir que todos aquellos que volvían del frente pertenecían a la “Brigada Lincoln”. Pero la realidad es que fue un batallón ».

Martínez es de la misma opinión, y considera que este es uno de los grande errores históricos que persigue a los norteamericanos. «El Lincoln nunca jamás fue una brigada. Hablar de brigada es hacerlo de una unidad compuesta por una serie de batallones con sus servicios, intendencia... Es hablar de un grupo de entre 3.000 y 3.500 soldados. Ellos constituyeron un batallón de entre 400 y 500 personas que formaba parte de la XV Brigada Internacional», determina el estudioso de la contienda y de esta unidad.

La batalla del Jarama

Mientras el Lincoln se formaba y quedaba encuadrado en la XV Brigada Internacional, en las afueras de Madrid (la ciudad de mayor importancia moral para el gobierno republicano) se vivía uno de los momentos más determinantes de la guerra. Y es que, tras varios intentos de tomar la capital (y fallar estrepitosamente), el ejército franquista decidió iniciar una gran ofensiva desde el este con el objetivo de conquistar la carretera de Valencia , la misma por la que llegaban víveres y refuerzos hasta la metrópoli.

Si lo conseguían, lograrían que, a la larga, los defensores se murieran de hambre y sucumbieran ante los múltiples proyectiles nacionales que les llegaban desde el exterior. Pero la misión no era fácil, pues las tropas atacantes debían tomar para ello los puentes ubicados sobre el río Jarama para que su caballería, las caravanas de víveres, y las unidades pudiesen atravesar aquella letal corriente de agua sin sufrir ningún riesgo.

A su vez, se autoimpusieron como objetivo llegar hasta Alcalá de Henares con el objetivo de envolver la capital y evitar cualquier comunicación con el exterior. Una tarea compleja que, a pesar de todo, pareció a algunos oficiales franquistas un juego de niños. Así lo demostró el coronel Barroso , jefe de operaciones de Franco, quien -antes de comenzar la ofensiva- llegó a afirma que en menos de una semana habrían cumplido su objetivo: « En cinco días estaremos en Alcalá de Henares », determinó. Para cumplir este objetivo se movilizaron hasta la zona aproximadamente 20.000 soldados nacionales.

El día 6 comenzó la ofensiva general y se logró tomar una gran franja de territorio. Sin embargo, los atacantes se vieron detenidos en tres puntos clave: los puentes del Pindoque, de San Martín de la Vega y de Arganda . Estas posiciones fueron reforzadas el día 9 por los defensores, quienes también establecieron que, si debían retirarse, volarían las construcciones para evitar que los enemigos las tomaran.

Sin embargo, con lo que no contaron los defensores del puente del Pindoque era con el buen hacer del Tabor de Tiradores de Ifni . «El día 11, a las dos de la mañana, los moros cruzaron el agua al abrigo de la oscuridad y acabaron con los centinelas acuchillándolos», explica Martínez. Al día siguiente, otro grupo de marroquíes repitió este movimiento magistral en San Martín de la Vega. El paso de Arganda resistió gracias al batallón Garibaldi .

Una vez conquistados los dos puentes, la caballería pudo pasar a través de ellos -al igual que una buena parte de los combatientes-. Esto permitió al bando franquista tomar, al sur, el cerro del Pingarrón , una posición clave para defender los pasos. No obstante, a partir de los días posteriores su avance se detuvo debido a la movilización de refuerzos por parte del ejército republicano (entre los mismos, los míticos carros de combate T-26 del soviético Pavlov ).

Al final, tras jornadas y jornadas de duros enfrentamientos (y después de que el frente se estabilizara), el día 17 los oficiales defensores decidieron que ya era hora de pasar a la acción y organizar un contraataque lo suficientemente poderoso como para recuperar el territorio perdido ante los hombres de Francisco Franco.

La llegada de los norteamericanos

Fue precisamente en ese momento cuando el batallón Lincoln hizo su aparición en la contienda. Los aproximadamente 500 hombres que formaban la unidad fueron trasladados en la noche del día 16 desde Chinchón hasta las cercanías del Pingarrón. «Quedaron enmarcados en el flanco izquierdo de la defensa. Desde el principio sufrieron bajas ya que, en la misma noche que se incorporaron, se les ordenó cavar trincheras en un cerro ubicado en el cruce de Morata y San Martín. Como carecían de palas y equipo, las terminaron haciendo con sus cascos y con las bayonetas . En la mañana siguiente, los naciones les vieron y les bombardearon de forma insistente», añade Martínez.

Fue el principio de su calvario en una batalla que prácticamente había terminado y en la que ningún bando consiguió nada. Este primer golpe a la moral del batallón se sumó al sucedido poco antes de llegar al campo de batalla, cuando tres camiones que transportaban soldados norteamericanos de la unidad se perdieron y, tras ir a parar a territorio franquista, fueron ametrallados.

Tras estar varias horas al abrigo de unas trincheras ubicadas cerca del Pingarrón (y de que a varios combatientes les diese un ataque de pánico por su falta de experiencia), nuestros protagonistas recibieron la orden de tomar el cerro . Y vaya si lo consiguieron. «El 19 de febrero, las fuerzas republicanas lograron hacerse temporalmente con el Pingarrón, pero el contraataque de las tropas moras —que perdieron un 80 por 100 de sus efectivos — los desalojo de allí», determina Vidal.

La situación volvió a quedar como al principio, y empeoró todavía más para el Lincoln cuando a la posición franquista llegaron los Regulares de Ceuta y una unidad de caballería desmontada como refuerzo. Al fin y al cabo, los nacionales sabían que una buena parte de su defensa se vendría abajo si caía aquella colina, y no estaban dispuestos a perderla.

Una matanza

El 23 de febrero el batallón Lincoln recibió la orden de tomar el Pingarrón costase las vidas que costase. Todo ello, a pesar de que los nacionales habían reforzado las posiciones con varias ametralladoras pesadas y de que el terreno que había entre su campamento y la ladera de la colina se correspondía con una planicie totalmente virgen de setos, árboles, o cualquier accidente del terreno que les permitiese protegerse del fuego enemigo . Fueron enviados, en definitiva, a un campo de tiro en el que serían aniquilados de forma segura por las tropas franquistas.

El por qué se utilizó a medio millar de soldados como patos de feria es sencillo: las Brigadas Internacionales fueron empleadas por los mandos republicanos (muchos soviéticos) como « fuerzas de choque » a pesar de que carecían de entrenamiento y experiencia militar. Una labor que, hasta entonces, había tenido la Legión .

«La idea de que las Brigadas Internacionales eran el equivalente de la Legión, es decir, unas unidades de choque, no es fácilmente defendible. No obstante, en el primer año de guerra, se les trataba a los internacionales como si en realidad tuvieran la capacidad y el armamento militar de la Legión . En efecto, el decreto que daba un estatus preciso a los internacionales reza: "En sustitución del tercio de extranjeros [...] se crearán las Brigadas Internacionales como unidades del Ejército de la República". La consecuencia fueron enormes pérdidas entre los internacionales , obligando al mando a reconstruir brigadas enteras», explica el historiador e hispanista Michael Alpert .

El resultado de los tres ataques sucesivos fue el esperado: más de un centenar de bajas entre muertos y heridos ante el fuego nacional. «Fue un escándalo. Ese ataque no tenía sentido porque el Pingarrón estaba totalmente ocupado y no tenían apoyo aéreo, a pesar de que se lo habían prometido. Fueron utilizados como carne de cañón , lo mismo que las Brigadas Internacionales en general», destaca Martínez. Garde es de la misma opinión y suscribe le término de este estudioso: «Los soldados fueron utilizados como carne de cañón. Fue una carnicería ».

El golpe moral para el batallón Lincoln fue tal que, al recibir la orden de atacar por cuarta vez, se sublevaron contra sus mandos. «[Su comandante] les ordenó lanzar ataque tras ataque hasta que perdió 120 hombres de los 500 que formaban el batallón. Los estadounidenses se amotinaron y casi lincharon al peliculero personaje que les habían impuesto como jefe, negándose a regresar a primera línea de fuego hasta que no les dejaran elegir a su propio comandante», explica el popular historiador Antony Beevor .

Entre forcejeos se logró seguir las operaciones. Pero el Pingarrón no caería bajo las bayonetas republicanas. Al final, después de ser retirados del frente cuatro meses después, tuvieron que lamentar (según Vidal) 120 fallecidos y 175 heridos . 295 bajas de un total de 500 hombres.

Otras batallas de la Lincoln

1- Batalla de Brunete (del 6 al 26 de julio de 1936). Fue un ataque republicano ideado para «distraer» la presión ejercida por los franquistas en el frente del Norte. La participación del batallón Lincoln fue valerosa y dolorosa, pues contaron 160 bajas entre los días 6 y 9 de julio. Además, tuvieron que sufrir durante días el bombardeo de la Legión Condor . Los daños del batallón Lincoln y el Washington fueron tan grandes que ambas unidades acabaron fusionadas en una.

2- Batalla de Belchite (del 24 de agosto al 6 de septiembre de 1937). Tras observar la falta de eficacia del ataque de distracción realizado en Brunete, los mando republicanos planearon una nueva ofensiva con el mismo objetivo sobre Belchite, en Zaragoza . El batallón Lincoln, en movimientos previos a esta contienda, combatió en Quinto y luchó luego en las calles de Belchite durante cuatro días. El resultado fue dantesco: más de 250 bajas.

3- Batalla de Segura de Baños . Tal y como explica Patricia McDermott (de la Universidad de Leeds) en su dossier «Por tierras de Castilla y Aragón: El réquiem de Ernest Hemingway por los brigadistas republicanos enterrados en España», su siguiente actuación de importancia se sucedió al norte de Teruel. «El 15 de febrero, los del Lincoln organizaron un ataque por diversión en Segura de Baños, tomando el monte Pedrigossa, para replegarse el día 19 al sureste de la ciudad y defenderla en batalla», explica la experta.

4-B atalla del Ebro (del 25 de julio al 16 de noviembre de 1938). La batalla definitiva de la Guerra Civil y en la que la República se jugó todo. Los mandos lanzaron una gigantesca ofensiva sobre el río para tratar de expulsar a los nacionales. En principio vencieron, pero finalmente fueron derrotados. Tras resistir el bombardeo de la aviación franquista y la artillería, las Brigadas Internacionales fueron licenciadas por Negrín, quien consideraba que, de esta forma, lograría que las potencias que ayudaban a Franco (Alemania e Italia) retirarían también su ayuda. No fue así.

«El batallón Lincoln fue utilizado como carne de cañón en la batalla del Jarama»

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