El hermano del caníbal de La Guindalera asegura que no se tomaba la medicación recetada para la psicosis
El testigo afirma que nunca presenció malos tratos del acusado hacia su madre y que sus alucinaciones empeoraron tras haber estado de Erasmus en Grecia, donde intensificó el consumo de drogas
El hermano de Alberto Sánchez, el caníbal de La Guindalera , ha asegurado este viernes ante el tribunal que juzga el atroz asesinato de su madre que Alberto no tomaba la medicación diaria que le habían recetado para los episodios de psicosis que sufre. «La mala relación entre mi hermano y mi madre empeoró cuando murió nuestro padre, en 2008», ha comenzado el testigo, que ha relatado que fue en ese momento cuando su madre, María Soledad Gómez, cayó en una depresión y comenzó a consumir alcohol: «Él le reprochaba que se gastara la pensión de viudedad en alcohol».
A partir de entonces, las discusiones entre ambos se convirtieron en habituales, haciendo muy complicada la convivencia en el 1ºC del número 50 de la calle de Francisco Navacerrada, donde en 2019 Alberto terminó con la vida de su progenitora . La declaración del hermano es clave para la defensa del acusado, que pretende conseguir eludir la prisión debido a la enfermedad mental que padece. «Era buen estudiante, iba a la universidad y trabajaba pero fumaba porros e iba de botellón», ha continuado el hermano, que ha refrendado la versión que dio el acusado el martes, cuando aseguró ante el juez que había empezado a consumir cannabis a los 13 años y a los 16 comenzó a escuchar voces en su cabeza.
Todo tornó a peor cuando Alberto se fue de Erasmus a Grecia . El consumo de sustancias se incrementó y las alucinaciones se agravaron . De hecho, su hermano tuvo que ir a buscarlo después de días desaparecido. Sobre esto, el testigo ha relatado un episodio sucedido en la Embajada de España. «Estaba como ido, vivía en un mundo imaginario diciendo paranoias . Decía que nos iban a secuestrar y nos querían matar», ha recordado.
Al volver a Madrid, Alberto ingresó varias veces en unidades de Psiquiatría. Fue en una de esas ocasiones cuando los médicos le diagnosticaron psicosis y le recetaron una pastilla diaria. «No se la quería tomar», ha dicho el hermano. Alberto también dio esta versión ante el juez, a quien le aseguró que su madre lo acogía una y otra vez en casa «por pena» después de que él solicitase el alta voluntaria. «Tiene un carácter muy temperamental , más que violento solía chillar. Había insultos y amenazas», ha afirmado el testigo, quien ha subrayado que nunca presenció maltrato físico del acusado hacia su madre (a pesar de que la víctima tenía una orden de alejamiento). «Ella justificaba las marcas diciendo que se había caído », ha revelado.
Alberto se enfrenta a una petición fiscal de quince años y cinco meses de cárcel por haber descuartizado y haberse comido los restos de su madre. El crimen se desató tras una discusión cuando María Soledad preparaba el desayuno. Fue en ese momento cuando el acusado la atacó por la espalda y la estranguló ; posteriormente, siempre de acuerdo al escrito de acusación fiscal, trasladó el cadáver a la habitación y lo troceó con un serrucho y dos cuchillos de cocina. Al menos, durante quince días, el caníbal de La Guindalera se comió «en crudo y cocinados» los restos cadavéricos de la víctima, que también se los daba a su perro. Cuando los agentes de Policía Nacional llegaron al domicilio -tras una denuncia presentada por una amiga de Soledad- se encontraron un escenario terrorífico: las partes del cuerpo estaban repartidas por todas las estancias de la casa. «Él tenía sangre seca en la comisura de los labios y restos de carne en las uñas», explicó uno de los agentes el miércoles ante el tribunal. A ellos les confesó haberla matado, descuartizado y comido «porque le hacía la vida imposible». Ahora, dos años después, Alberto asevera que no recuerda nada de lo sucedido.
«Sufrió alucionaciones y la emprendió a golpes con su madre. Llamamos al 016, pero no nos atendieron porque "no era un teléfono para hijos que ejercen malos tratos"», ha dicho una amigas de la víctima
En la sesión han comparecido también dos amigas de la víctima, una de ellas la denunciante, que se preocupó cuando llevaba un mes sin tener noticias de María Soledad. «Nunca sospeché nada. Le veía bien y guapo, me sonreía cuando nos encontrábamos en el edificio», ha dicho una, también vecina del inmueble. La segunda ha contado uno de los episodios de malos tratos : Alberto sufrió alucinaciones y la emprendió a golpes con su madre. Llamaron al 016, pero no las atendieron «porque se trata de un teléfono para mujeres maltratadas y no para hijos que ejercen malos tratos».
En este sentido, la mujer ha denunciado la falta de ayudas a enfermos psiquiátricos y ha criticado que solo le diesen «una pastillita». También ha contado que, ya desde la cárcel, Alberto le envió una carta en la que decía que se «iba a arrepentir toda la vida» de lo que había hecho y le preguntaba por su perro, 'Koke'. Al igual que el hermano, la amiga de la víctima ha hecho énfasis en el Erasmus en Grecia. «Consumió drogas, le agravaron la patología mental. Volvió con un trastorno mental claro y ya no era el mismo», ha apuntado, indica Ep.
Tras estos relatos, la vista está puesta en la prueba pericial que determinará -como todo apunta- si padece algún tipo de enfermedad o trastorno mental, lo que podría atenuar la pena de prisión o eximirle de responsabilidad penal, como solicitó su defensa durante la instrucción del caso.
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