Ángel Antonio Herrera - Cartas a la alcaldesa
El finde
«Utilice el transporte público», aúpa el eslogan cívico de los paneles urbanos, y hay ganas, y todo iría sobre ruedas, pero siempre que hubiera ruedas a tiempo, o sea, el transporte previsto de ruta, que se convierte a veces en un imprevisto
Lo que pasa con el centro de Madrid, en el finde, es que el autobús no carbura. Quiero decir, alcaldesa , que en el centro, y alrededores, durante el finde, cuesta pillar el autobús, porque el autobús es un bien entre escaso y muy escaso. Me explico. Los autobuses funcionan espaciados, porque son días de fiestas, pero además llegan en goteo lento, porque en el cinturón del centro hay una amenidad larga de eventos deportivos, desde Atocha a Recoletos , y en el centro propiamente dicho sucede la manifestación preceptiva, que igual reclama mejor vida para la cabra hispánica que solicita fecha de descanso para los enterradores.
La amenidad es larga, ya digo, y ahoga de transporte el lugar. Igual este jaleo de atletismos, por un lado, y la romería de reivindicantes, por el otro, le pone alegría a la visita del turista, pero a los peatones de la zona, residentes o no, les hace la vida complicada, o adversa, porque no hay modo de moverse en condiciones, salvo de peatón en forma, o soltando la pastizara del taxi .
«Utilice el transporte público» , aúpa el eslogan cívico de los paneles urbanos, y hay ganas, y todo iría sobre ruedas, pero siempre que hubiera ruedas a tiempo, o sea, el transporte previsto de ruta, alcaldesa, que se convierte a veces en un imprevisto. Yo mismo me vengo paseando en sábado, o domingo, por la Puerta del Sol y sus órbitas, y he llegado a ver un aviso en el que se advertía que más de cincuenta líneas padecían un retraso por la causas que aquí abrevio.
Digo yo que igual no estaría mal que el maratón de finde no desaguara en los aledaños de la Puerta del Sol. Y lo mismo tampoco está del todo mal que algunas zonas de maravilla de la ciudad, como el parque del Retiro , o la Casa de Campo , u otros parques, sean invadidas para su mejor fin: el correteo de ocio. Eso, y que las manifestaciones no tuvieran siempre el fin de fiesta a la sombra del reloj de la Puerta del Sol. A nada que te despistes, sólo sales de ahí en helicóptero.
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