Los familiares del vuelo de Air Canadá: «Lo hemos pasado peor en tierra»

Pasajeros y familiares soportaron cinco horas de tensión hasta que el vuelo AC837 de Air Canada tomó tierra

Los pasajeros del vuelo de Air Canada ya se encuentran con sus familiares EP

Cris de Quiroga y Aitor Santos Moya

Tras cinco horas cargadas de tensión, pasajeros y familiares han podido respirar tranquilos. El vuelo AC837 de Air Canada jamás llegó a su destino, Toronto, pero eso ha sido lo de menos. El momento del reencuentro ha sido «indescriptible», según dijo ayer a los medios, reunidos en masa en la T1 del aeropuerto de Barajas, Daniel Pacho, padre de una pasajera, que viajaba con su marido y su hijo de cinco años.

Sin embargo, y aunque pareciera lo contrario, el «trauma», como lo describió uno de los familiares, lo sufrieron los que esperaron intranquilos al aterrizaje, que finalmente se produjo a las 19.07 horas. «Lo hemos pasado peor los que estábamos en tierra que los que estaban dentro» , aseguró Daniel. «Las noticias eran confusas, que perdía combustible, que una rueda... y ya te imaginas lo peor», confesó este padre. «Es una operación más normal de lo que parece, pero con tanta repercusión mediática, por mucho que te digan que no ocurre nada, lo que haces es movilizarte y venirte aquí rápidamente», explicó un hombre, tras esperar varias horas a que tomaran tierra su hermano, cuñada y sobrino, de cinco años. «Hemos pasado más nervios los que estábamos aquí abajo, esperando y viendo la situación», coincidió Julia Muñoz, que sintió «un alivio tremendo» cuando supo que su compañero de trabajo, que debía hacer escala en la ciudad canadiense, había aterrizado sano y salvo.

Al margen del gran despliegue de efectivos de seguridad y emergencias para supervisar el aterrizaje, el aeródromo madrileño puso a disposición de los allegados una sala de espera en la T2, donde aguardaron —los primeros, desde las 17.30 horas— a que la llegada transcurriera sin incidentes. Y en cuanto el Boeing 767 tocó tierra, con un neumático reventado y un solo motor en marcha, acudieron al encuentro de sus seres queridos, en la T1. «Ha sido un momento inmenso, es indescriptible», relató Pacho, quien aseguró que sus familiares estaban «muy tranquilos y con ganas de volver allí [a Toronto]», donde residen y trabajan. De hecho, todos los pasajeros han sido reubicados en otro vuelo , que parte hoy a las 12.30 horas hacia la ciudad canadiense.

«Cuando se ha arrimado un avión del ejército, ya tranquilidad total», dijo Daniel, refiriéndose al F-18 que escoltó a la aeronave mientras sobrevolaba la capital para quemar combustible. « Era como un tobogán, solo han sentido el movimiento , no han visto nada, que hacía chispas al aterrizar y poco más», añadió. « No ha habido pánico , momentos de tensión como en todas partes, pero porque son muchas horas», aclaró un hombre que esperó por su hermano, cuñada y sobrino. «Tanto la compañía, el piloto y todo el personal de vuelo se han ocupado muy bien de todos los pasajeros», aseguró una de las primeras afectadas en cruzar las puertas de la sala Lozoya —donde esperaron al equipaje—, con la fatiga reflejada en el rostro, para encontrarse con el tumulto de periodistas y cámaras de televisión. Si bien no contó más detalles del suceso, confirmó que «el piloto estuvo en contacto en todo momento» con la tripulación y agradeció la buena gestión.

Salvo esta mujer, y algún que otro familiar, los pasajeros desfilaron hasta los cuatro autobuses que dispusieron para ellos sin hacer comentarios, resguardados por un cordón de agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil . Eso sí, cuando los vehículos emprendieron la marcha hacia el hotel, en Barajas, donde se alojaron para esperar al próximo vuelo, agitaron las manos y despidieron, con una sonrisa de oreja a oreja, a los periodistas.

Aparente normalidad

El final de la historia, no por feliz, resultó menos angustioso. A falta de media hora para que el comandante efectuase el aterrizaje, los auxiliares del aeropuerto recibieron la orden de «estar preparados» para bajar a la pista , en caso de que resultara necesario. Durante los momentos más críticos, algunos viajeros recién llegados a la T4 se toparon de frente con el gran despliegue mediático. «¿Es por un famoso?», preguntaba entonces una mujer, estupefacta al enterarse de lo ocurrido. Pese a que el trasiego de personal fue constante, la «normalidad» imperó en todas las terminales , sin que se llegasen a registrar cancelaciones a lo largo de una jornada caótica, alterada poco después del mediodía por la presencia de un dron en el espacio aéreo.

«Menudo día llevamos», remarcó a media tarde un operario, fiel reflejo del sentir general. La sucesión de acontecimientos hizo mella en una plantilla que redobló esfuerzos para paliar todos los contratiempos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación