Estado de alarma en Madrid
Cerco policial a los «clubes privados», fiestas «raves» y chalés exclusivos
El cierre del ocio nocturno traslada la juerga a espacios clandestinos que no cumplen con las medidas de aforo, horarios y distanciamiento social

Objetivo: morder la mayor parte del pastel que deja el cierre del ocio nocturno. Entradas, copas, guardarropas... Todo funciona a imagen y semejanza de los clásicos garitos, salvo por una condición: son, en tiempo de pandemia, a todas luces ilegales. Bautizados a sí mismos como ... clubes de fumadores, clubes privados e, incluso, asociaciones socioculturales, este tipo de locales llevan años aprovechándose de los resquicios legales para celebrar fiestas hasta bien entrada la mañana sin que la Policía pueda hacer nada por impedírselo. Pero ahora la crisis del coronavirus ha cambiado las reglas del juego. Todo evento que no cumpla con las restricciones de aforo, horario y distanciamiento social es, licencias al margen, susceptible de ser clausurado. Por ello, los distintos Cuerpos encargados de controlar la anómala situación trabajan en atajar dos de los principales focos: por un lado, en el distrito de Centro, dado el alto número de locales clandestinos dedicados a este menester; y por otro, las grandes casas y chalés de la periferia, con especial ahínco en la zona del noroeste de la región, donde se concentran algunas de las urbanizaciones más exclusivas.
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Fuentes policiales señalan a este periódico que el centro de la capital es el principal foco a vigilar ante la elevada cantidad de pequeños espacios que han hecho de la epidemia su particular gallina de los huevos de oro. «Estamos detectando un repunte debido a la eliminación del ocio nocturno», sostienen las mismas fuentes, conscientes de la dificultad para desenmascarar, uno a uno, todos los «locales». «Nos hemos encontrado con fiestas en sótanos sin ventilación ni elementos básicos de seguridad».

No es de extrañar que en la madrugada del sábado al domingo, ya con el estado de alarma en vigor, la Policía Municipal llegara a intervenir en casi un centenar de juergas privadas, con concentraciones de personas muy superiores a las permitidas. Precisamente, la más numerosa tuvo lugar en el distrito de Centro, cuando a las 2 de la madrugada en un domicilio de la calle de Coloreros los agentes descubrieron una fiesta clandestina con cerca de 80 asistentes, incluido el personal de servicio. En la misma, se pudo constatar que se cobraban entradas y consumiciones, empleándose para ello una caja con dinero en metálico y un datáfono.
Muy cerca de allí, en la calle de Mesón de Paredes, la Policía Nacional desalojó en la noche del miércoles un club de fumadores con 22 jóvenes dentro, sin mascarillas y sin guardar la distancia de seguridad. El local, famoso entre el vecindario por ser un quebradero de cabeza, funcionaba como discoteca ilegal, otorgando a cada cliente un «carné» de usar y tirar para que pasaran como supuestos socios. Se da la circunstancia de que este tipo de establecimientos suelen estar ubicados en entreplantas sin ventanas o espacios visibles a la vía pública, lo que dificulta su detección. La colaboración vecinal, señalan en el Cuerpo, se antoja fundamental para marcar los puntos y establecer una vigilancia más estrecha.
Salas de renombre como Tiffany’s o La Riviera también han visto cómo la Policía irrumpía en sus instalaciones ante las irregularidades registradas en determinados eventos. Sin ir más lejos, el domingo fueron desalojadas más de 90 personas durante la celebración de un concierto en un local de Tetuán.

Fuera de la almendra central, los chalés de algunas urbanizaciones de lujo también están en el punto de mira. El hecho de que los bares y restaurantes cierren a la 1 de la madrugada –o a las 23 horas si se encuentran en zonas confinadas– ha provocado que la fiesta se traslade a grandes parcelas separadas, generalmente, por muros altos y amplios jardines, que dotan a las mismas de mayor privacidad. En ese sentido, la actuación más sonada tuvo lugar el primer día de las restricciones de movilidad impuestas por la Comunidad de Madrid con la entrada a una casa en el distrito de Moncloa-Aravaca, donde estaban reunidas alrededor de 200 personas. Cuatro de ellas fueron detenidas por delitos de resistencia y desobediencia a la autoridad. Entre los asistentes a la finca, propiedad de un príncipe africano, se encontraba la estrella de la NBA Willy Hernángomez, quien, tras recibir la pertinente propuesta de sanción y hacerse pública su presencia, pidió disculpas por medio de un comunicado.
Asimismo, la Guardia Civil y policías locales de algunos municipios han aumentado el control sobre las fiestas «raves», celebradas en lugares de difícil acceso y siempre bajo un fuerte secretismo. En Rivas Vaciamadrid, una treintena de jóvenes fueron sorprendidos a las siete de la mañana en los aledaños del centro ambiental Chico Mendes. Tras ser identificados, los agentes procedieron a denunciarlos por incumplir el anterior estado de alarma, posesión de drogas y consumo de alcohol en la vía pública.
Este primer conato, acaecido en junio, no ha sido el único a lo largo del pasado verano. A mediados de septiembre, la Policía Local de Getafe desalojó otras dos «raves» en la antigua finca de La Aldehuela, situada a las afueras de Perales del Río y convertida desde hace años en uno de los puntos más concurridos para este tipo de fiestas ilegales.
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