El enfado de los vecinos de Santa Engracia: «Que Carmena ponga el carril-bici en su casa»

Consideran que restar espacio al tráfico tendrá una consecuencia: «Atascará el barrio»

Un vecino de Santa Engracia, de espaladas a las obras que cambiarán la calle INMA FLORES
Enrique Delgado Sanz

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Un caballero que pasea por la calle de Santa Engracia detiene su caminata matutina sin motivo aparente. El hombre se echa la mano a la oreja y extrae, con cuidado, un pequeño audífono que guarda en el bolsillo de su chaquetón. «Mire, es que el ruido de las obras desde hace varias semanas es insoportable» , lamenta Julio Torrada, un veterano vecino de esta calle madrileña, emblemática arteria de Chamberí, donde Carmena y su equipo decidieron que era buena idea recortar la calzada para ensanchar las aceras y montar un carril-bici . La decisión, como es normal, tendrá consecuencias.

«Quitar varios carriles a los coches que circulan por la carretera en esta calle es un crimen», subraya Carmen Martínez quien, como tantas otras mañanas, pasea por Santa Engracia con su amiga Loli Navarro, que tampoco está de acuerdo con ampliar las aceras, especialmente por las consecuencias que va a conllevar para el tráfico de la capital. «Esto va a estar a atascado siempre», vaticina la mujer, quien describe que esta calle «no es pequeñita», igual que sus aceras, más que suficientes para ambas señoras tal cual están actualmente.

«Quitar varios carriles a los coches en esta calle es un crimen»

«El carril-bici lo podía poner la alcaldesa en su casa», resuelve Torrada, que también carga contra la idea de reducir el tráfico rodado en Santa Engracia. «Esto era un desahogo para todo Madrid junto a Ríos Rosas , pero si lo quitan, se acabó lo bueno», pronostica el veterano paseante, quien reconoce haberse quitado el audífono porque se encontraba «mareado» gracias al continuo ruido de las máquinas que no desvelan, por el momento, otra de las preocupaciones de los vecinos: si habrá o no aparcamiento.

El comercio, expectante

«Mi hija se lo va a tener que pensar dos veces al venir a verme. A ver dónde aparca cuando tengan esto terminado», cuestiona el vecino, una preocupación que también tienen los dueños de los negocios de esta vía del distrito de Chamberí. « Algunos clientes sí se quejan porque no saben dónde van a poder aparcar», confirma Nayeli Gómez, trabajadora de una de las cafeterías de la zona donde, según advierte, son habituales «los taxistas que aparcan un momento para tomarse un café antes de comenzar su turno».

Carlos Guillén, propietario de una tintorería, no hace adelanta su quiniela sobre si la reordenación de la calle, encuadrada dentro del Plan Director de Movilidad Ciclista , le afectará. «No lo sé», dice el empresario, que tiene más claro que aquellos que acudan a su establecimiento para limpiar alfombras o cortinas, elementos voluminosos, «igual dudan en volver si no pueden aparcar en la puerta».

Comerciante o paseante, el sentir general en el barrio, según pudo comprobar ABC, es el que sintentiza, con sorna y en una sola frase, Ramón de Benito, otro vecino: «El carril-bici no hace falta aquí o bueno, pensándolo mejor quizá sí porque si no, los que van en bici por la acera nos iban a atropellar el día menos pensado».

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