El paseante en Cortes
La decadencia del que fue centro del poder de España
Desde hace años, constatamos que declina el Ministerio de Política Territorial y Función Pública. No hay más que comprobar su competencia menguante y presencia testimonial en las comunidades autónomas
![El Palacio de Villamejor, en Castellana, 3](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2020/01/17/palacio-villamayor-kWEE--1248x698@abc.jpg)
Y esta decadencia se refleja también en el Palacio de Villamejor , que alberga sus dependencias en el paseo de la Castellana, nº 3, de Madrid, antigua sede de Presidencia del Gobierno en la II República (fueron famosos los Consejos de Ministros presididos por Manuel Azaña en el Salón de Consejos); en el Franquismo con Luis Carrero Blanco, y en los dos primeros años de la Transición con Carlos Arias Navarro y Adolfo Suarez González. Hasta que éste la trasladó en 1977 a las crecederas instalaciones del Complejo de la Moncloa (Palacio de la Moncloa, diseñado por el arquitecto Diego Méndez y construido entre 1949 y 1954 en el antiguo Real Sitio de la Moncloa , destruido durante la Guerra Civil), también residencia oficial del Presidente del Gobierno, tras aducir los servicios de seguridad y mantenimiento que las dimensiones de Castellana 3 eran reducidas, su vigilancia costosa y siempre deficiente ante un posible atentado terrorista con coche bomba. Y, además, trastocaba poderosamente el tráfico y el discurrir del peatón en esa céntrica zona de la capital de España.
En la actual sociedad de la imagen, el Paseante en Cortes constata con pesar el ruinoso estado exterior del soberbio Palacio de Villamejor, edificio de eclecticismo clasicista construido entre 1885 y 1893 por el marqués de Villamejor con planos del arquitecto Pascual Herraiz y dirección del maestro de obras José Purkiss. Este inmueble, en el que nació Doña María de las Mercedes, madre del Rey Juan Carlos I , muestra ahora en sus balcones, dinteles, jambas y cornisas unas mugrientas redes grises que los envuelven desde hace años para evitar que caigan a la calle trozos de sus materiales que puedan herir a quien pasa por sus aledaños. Con ser ello una imagen deprimente de España que, además, ensucia el paisaje urbano circundante, resulta más desolador comprobar la dejadez de un Estado que tendría que ser diligente en proteger, acicalar y enseñar reluciente el patrimonio arquitectónico público español a cuantos nacionales y extranjeros lo contemplan a diario, evitando que su ruina y dejadez transmita una representación de nuestro país que ni se merece ni es tolerable por su historia y posición económica.
Confiemos en que la Dirección General del Patrimonio del Estado, órgano del Ministerio de Hacienda competente de su cuidado y ornato , encuentre los fondos necesarios para que el Palacio de Villamejor y otros cercanos y lejanos, que son la cara y la imagen que se llevan de España nuestros visitantes , resplandezca pronto con la belleza que le confirieron sus creadores.
El Paseante en Cortes y millones de admiradores de la estética y la armonía se lo agradecerán.
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