Coronavirus

La crisis de los libreros: «Dicen que las librerías hemos abierto, pero no es verdad»

Pese a que pudieron reanudar su actividad en la fase 0, muchos locales continúan cerrados

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Juan, el encargado de la la librería Antonio Machado GUILLERMO NAVARRO

Cris de Quiroga

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Los libros, con sus cubiertas impolutas, descansan en los estantes de una céntrica librería de la capital. Pero los clientes no pueden husmear entre sus páginas, como advierte un cartel a la entrada del establecimiento: «No tocar los libros» . Hace dos semanas, una mesa bloqueaba la puerta y los dueños solo atendían con cita previa. «Dicen que las librerías hemos abierto, pero no es verdad», comentaba entonces uno de ellos —ambos prefieren mantener el anonimato—, una semana después de que entrara en vigor la fase 0 . La situación, pese a las medidas de alivio adoptadas la semana pasada en Madrid, no ha mejorado. «No ha cambiado nada. Da igual, con cita previa o sin ella», reconocen en este rincón de tinta en el distrito de Centro, donde apenas reciben a un par de clientes en toda una mañana.

A pesar de que las librerías han podido reanudar su actividad desde el pasado 4 de mayo, siguen sin recuperar el pulso. El barrio de Las Letras , donde se agolpan muchas de ellas, continúa sin vida semanas después del inicio de la desescalada. Los libros en el escaparate de un local abierto dan alas a la esperanza, pero se trata de una papelería . «No viene casi nadie», dice su dueño, Fernando Losada.

Las persianas metálicas de las librerías cercanas están cerradas. Algunas, incluso, no regresarán: la casi centenaria Amieva México, en la calle Huertas, ha colgado un cartel de «Liquidación». «Si ya muchas librerías han venido cerrando antes de la pandemia, imagina después de esto», explica Manuel Caparrós, en la mítica Códice , especializada en ejemplares antiguos.

Este local abrió sus puertas la semana pasada, con mascarillas, guantes y gel a disposición de los pocos clientes que se internan. «La gente entra por simpatía y por solidaridad, saludan, algunos se llevan algo...», explica Caparrós. Aunque Códice no desapareció del mapa durante el confinamiento, pues mantuvieron los pedidos por internet. «No era para cubrir gastos, sino para no perder el contacto con los clientes que han tenido la deferencia de buscarnos», esgrime este librero. No ha sido sencillo. «Con los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), muchas distribuidoras y editoras no han podido servirnos», añade Caparrós.

Supervivencia «online»

Las ventas «online» han sido el sustento de algunas pequeñas librerías. De hecho, disponer de una buena página web ha sido una de las lecciones de la pandemia. La facturación de aquellas que disponían de un comercio electrónico afianzado se ha reducido un 50 por ciento, respecto al mismo periodo del año pasado.

En aquellas que no, la caída ronda el 80 por ciento , según datos del gremio. «Hemos mantenido el tipo con las ventas por internet, hemos aligerado el stock, no ha entrado nada de novedades ni reposiciones», cuenta Juan, el encargado de la librería Antonio Machado , una gran superficie a los pies del Círculo de Bellas Artes. Él ha sido uno de los afectados por la cascada de ERTE, pero ya ha regresado a su puesto de trabajo. Apenas da la bienvenida a poco más de una decena de personas cada día.

El descalabro económico desatado por la pandemia también ha azotado al sector del libro —editoriales, distribuidoras y librerías—, que supone alrededor de 1.200 millones de euros al año en la región. Después del decreto del estado de alarma, la Asociación de Editores de Madrid hizo una estimación. «Dábamos por perdido todo un cuatrimestre y se está confirmando», dice su presidente, Manuel González, que calcula unas pérdidas de 344 millones de euros en la comunidad.

El Covid-19 ha arrasado además con acontecimientos importantes para el sector, como el Día del Libro, el Día de la Madre y, por supuesto, la Feria del Libro que, en principio, se celebrará en octubre. Por ahora, los libreros solo pueden confiar en que el salto a la fase 1 ceda algo de oxígeno. El tiempo apremia: «Estamos a la expectativa, haciendo muchísimos números a ver si podemos aguantar», confiesan en la librería Códice.

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