El Covid dispara las peticiones a Educación para recibir clase en casa

El Servicio de Apoyo Domiciliario ha atendido en un mes el 40% de casos de todo el curso pasado

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Un niño realizando las tareas escolares en casa, ayudado por su madre EP

Sara Medialdea

Cuando la enfermedad toca a la puerta de una casa con niños en edad escolar, las preocupaciones se agolpan. La primera, sin duda, es el deseo de que el menor recupere cuanto antes la salud. Pero ante largos periodos de convalecencia, los padres también se agobian por la posible pérdida del curso escolar. La Comunidad de Madrid cuenta con un programa específico para ayudar, el Servicio de Apoyo Educativo Domiciliario (SAED) , que se encarga de hacer lo de la montaña y Mahoma, pero en versión escolar: envía el colegio a casa.

Para los casos en que ir al cole no es una opción, están los profesores del SAED, profesionales de vocación que eligen una senda difícil y «en ocasiones dolorosa», como explica Juan Antonio Fano, docente desde hace tiempo en este servicio tan especial. Ytan desconocido:no sólo los padres suelen ignorar que existe; «también muchos compañeros se sorprenden cuando lo conocen», señala.

Bajas de más de 30 días

En la actualidad, el SAED se destina a alumnos de segundo ciclo de Educación Infantil, a los de Educación Primaria, ESO, Formación Profesional Básica y Bachillerato que estén escolarizados en centros públicos y concertados. Pueden hacer uso del servicio aquellos niños que, por prescripción médica, no pueden asistir a sus clases por un periodo superior a 30 días.

Si hasta ahora este servicio era utilizado principalmente por alumnos convalecientes o en tratamiento por alguna dolencia, desde el inicio de este curso la Consejería de Educación, que dirige Enrique Ossorio, decidió ampliarlo y que también pudiera acoger a aquellos escolares que, por algún problema de salud, se consideran población de riesgo ante el coronavirus.

De hecho, la pandemia ha disparado las peticiones. Los datos son elocuentes: a lo largo del curso pasado, se beneficiaron de este servicio 374 escolares. Ahora, sólo en septiembre se han recibido 134 peticiones de asistencia . Prácticamente, el 40 por ciento de todas las del pasado curso.

Este año, ante las especiales circunstancias, las clases se dan de manera telemática y en grupos de un máximo de cuatro niños de un mismo curso

De ellas, 44 son casos de escolares que no pueden ir a clase por prescripción médica, por pertenecer a un grupo de riesgo ante el Covid-19. Y las direcciones de Área Territorial continúan recibiendo nuevas solicitudes, a las que se les está adjudicando el servicio.

En total, son 109 profesores en la Comunidad de Madrid los que se ocupan de este servicio. De ellos, 70 son docentes de Educación Secundaria y 39 son maestros de Educación Primaria.

Para recibir el servicio, las familias de los alumnos que estén convalecientes por una enfermedad, en un tratamiento que les impida ir al cole o en situación de riesgo por el Covid-19 tienen que dirigirse a su colegio . Allí, han de presentar una solicitud, acompañada del informe médico, en la secretaría del centro. Esta petición se trasladará a la Unidad de Programas Educativos de cada Dirección de Área Territorial, donde será tramitada.

A través del colegio

El día a día de estos profesores «a domicilio» difiere mucho de la jornada habitual en un centro educativo. Especialmente, por las circunstancias de cada uno de sus pequeños alumnos. Lo sabe bien Juan Antonio Fano, que da clases de tercer curso de Primaria. Unas clases muy concentradas: «Son siete horas a la semana; hay que condensar las asignaturas , y ellos saben que tienen que seguir trabajado luego en casa, como si estuvieran en el colegio».

Su trabajo empieza cuando se produce una baja larga por enfermedad de algún escolar. Entonces, se activa el servicio. Lo primero que han de hacer, una vez asignado el alumno, es visitar el colegio dond e habitualmente estudia y coordinarse con el centro y con sus profesores de allí. «Nos reunimos y quedamos de acuerdo en cómo va a ser la programación», explica. Por encima de todo, asegura, «se intenta que los niños tengan en su casa la misma educación que tendrían yendo al colegio».

No sólo los padres suelen ignorar que existe este servicio; «también muchos compañeros se sorprenden cuando lo saben», señala uno de sus profesores

Estar enfermos no les libera, claro está, ni de hacer deberes ni trabajos; «todas sus tareas se enseñan luego en el cole y son también sus profesores quienes les evalúan», aunque el examen lo ponga él. Esto es así, sobre todo, porque como explica Juan Antonio Fano, las bajas de los niños son temporales: pueden estar ausentes de su clase dos, tres o cuatro meses, pero «en cualquier momento pueden volver».

Grupos de cuatro

Su forma habitual de trabajar era en el propio domicilio del alumno, en un cara a cara con el alumno. Los docentes adscritos a este servicio son voluntarios en una tarea en la que «se viven muchas situaciones complicadas; entramos de lleno en las familias y creas un vínculo emocional enorme».

Este curso, ante la «avalancha» de alumnos, el sistema ha cambiado: son clases «online» en grupos máximos de cuatro niños, todos del mismo curso. Algo que complica un poco su tarea porque «a través de la pantalla es más complicado controlarlos», sonríe. No obstante, también le encuentra ventajas: que sean varios niños les permite interrelacionarse y, sobre todo, comprobar que no están solos en esta situación anómala.

Es muy importante, señala Fano, la coordinación previa con los respectivos centros escolares: «Muchas veces, aunque estén en el mismo curso, tienen distintos libros y programaciones , así que nosotros les damos el material de estudio». Las Matemáticas, la Lengua, las Ciencias, forman parte del día a día, a la par que la medicación. «Se trata de normalizar al máximo la situación», declara.Es también lo que quieren las familias, que «se implican muchísimo», asegura. «Lo principal es que no pierdan el curso», y eso que a veces hay que luchar contra «medicaciones que les complican, les adormecen, o les ponen irascibles». Con paciencia, oficio y mucha vocación, todo se supera.

¿Y los niños, cómo reaccionan? «Bastante bien», asegura el profesor;de hecho, explica, «este año que hemos empezado más tarde las clases –se retrasó el inicio en algunos cursos para evitar aglomeraciones, lo que también afectó al SAED –, se notaba que los niños tenían muchas ganas de tener a su profe». Además, «al dar las lecciones con otros niños, ven que su problema no es sólo de ellos, que hay otros en su misma situación».

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