El confinamiento por zonas sanitarias ya no afecta solo a barrios del sur
Las restriccciones llegan a los distritos de Chamberí, Chamartín, Tetuán y Fuencarral-El Pardo, y a los municipios de Pozuelo de Alarcón y Majadahonda, entre otros
La capital se sumergió ayer en un «déjà vu». Entre tanto vaivén normativo, los madrileños ya están familiarizados con las siglas ZBS. Desde este lunes y durante los próximos 14 días, las restricciones vuelven a diseccionar la región por áreas sanitarias . En esta ocasión, las limitaciones de movilidad no se restringen al sur, donde predominan las rentas bajas. Los municipios de Pozuelo de Alarcón , uno de los más ricos de España , y Majadahonda, junto a los distritos de Chamberí, Chamartín, Tetuán y Fuencarral-El Pardo en la capital, entre otros, se han sumado al «confinamiento» selectivo.
La confusión y el hartazgo echaron raíces una vez más entre los afectados, 671.259 habitantes de 32 zonas básicas de salud repartidas en doce municipios. «No sabemos ni nosotros si estamos confinados», espetaba ayer el hombre que atiende la gasolinera en la calle de Alberto Aguilera, en el área perimetrada de Guzmán el Bueno (Chamberí) . La vía, que nace de la glorieta de San Bernardo y termina en la calle Princesa, se ha convertido en el eje central de la única zona «cerrada» del distrito, donde la incidencia acumulada es de 556,96 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
«Hay una enorme diferencia entre el lunes pasado y este», aseguraba ayer Óscar Mendoza, uno de los dueños del bar frente a las puertas de la universidad Icade, que sobrevive gracias a los estudiantes. Si antes servían hasta 25 cafés en las primeras horas de la mañana, ayer apenas cobraron cuatro, con «solo dos mesitas» en la terraza. «Los empleados de la zona que salen a las diez ya no se arriesgarán a venir, porque viven en otro barrio. Nos cuesta llegar a fin de mes, vamos a cerrar si seguimos así », lamentaba el hostelero.
En una de las «mesitas» de Mendoza, Carla, Paula, Malena y Emma disfrutaban de un café antes de entrar en clase. «A mí me parece bien que confinen por barrios concretos, donde hay más contagios, en lugar de municipios enteros», comentaba una de ellas. «Me parece absurdo, es más difícil de controlar» , replicaba otra. La segunda opinión dominaba en el barrio. «Esto es un despiporre. ¿A mí quién me paga que la gente no salga? Tengo clientela mayor que ya no saben qué pueden hacer», criticaba Óscar Pérez, dueño de una zapatería, en el número 58 de Alberto de Aguilera, que aguanta con el 60 por ciento de su facturación habitual.
Control policial
A las puertas de su comercio y a las once de la mañana, dos coches de la Policía Nacional establecieron un filtro, uno de los múltiples controles aleatorios y dinámicos desplegados en la región para supervisar el cumplimiento de la nueva orden. «No puedes poner un policía en cada calle» , dejaba escapar Pérez, mientras los agentes trabajaban. «¿Adónde se dirige, caballero? ¿Dónde vive? Dni», solicitaban a los conductores. En poco más de un cuarto de hora se retiraron.
El «cierre» se repite una vez más en los distritos de Villaverde, Puente de Vallecas y Ciudad Lineal, y se extiende a Moratalaz y Latina. Fuera de la capital, afecta a Collado Villalba, Guadarrama, Parla, Colmenar Viejo, Morata de Tajuña, Torrejón de Ardoz, El Boalo, Villarejo de Salbanés y Colmenar de Oreja.
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