Comienza el tapiado del bloque abandonado y okupado en Parla

Los operarios acuden al edificio, en el que aún malviven personas, tras la denuncia de ABC

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Aitor Santos Moya

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Los trabajos para tapiar el edificio abandonado y okupado de la calle de Cristino Mallo, 6 (Parla), convertido desde hace años en un peligroso pasatiempo para adolescentes , han comenzado. Así lo aseguran los vecinos del enclave que, desde ayer, han observado el desembarco de un grupo de ocho operarios, enviados por el Ayuntamiento para sellar un inmueble en el que aún malviven varias personas. A la espera de que quede completamente vacío, las primeras actuaciones se centran en preparar los tajos de obra y limpiar el interior del mismo, marcado por la suciedad y los destrozos.

La decisión, aprobada en el Pleno del pasado 12 de septiembre, con el voto a favor de todos los grupos de la localidad –PSOE, PP, Podemos-IU, Cs, Vox y Mover Parla–, llega justo un mes después de que ABC denunciara el estado de insalubridad del bloque, asolado por varios incendios y con evidentes problemas de seguridad. El Consistorio, gobernado en minoría por el PSOE y Podemos-IU, toma por fin medidas para asegurar un «punto negro» con el que los residentes más cercanos han tenido que lidiar durante alrededor de una década.

La superficie, de cuatro plantas, la última de ellas abuhardillada, quedó vacía antes de que los pisos salieran a la venta. Sin albañiles ni carteles promocionales, grupos de menores empezaron a deambular por las estancias, incluido el tejado, inclinado y con algunas tejas levantadas. Pero no solo eso. También fue usurpado en varias ocasiones y saqueado hasta el punto de quedar desprovisto de ventanas, puertas y otros elementos relativos a la estructura.

«La Policía acudió muchas veces hasta que finalmente se tapió», explicaba a este diario una mujer, en relación a las medidas impuestas en el pasado. Sin embargo, los niños y adolescentes burlaron al hormigón colándose por los huecos de las ventanas de la segunda planta. Hasta el pasado verano, época en que el fuego arrasó parte del interior del edificio y obligó a los Bomberos a derribar las tapias para poder apagarlo. Ello motivó la vuelta de los okupas para desgracia de un vecindario que ahora, seis meses más tarde de lo previsto, empieza a respirar tranquilo.

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