Cheque innovación, el salvavidas que abre la puerta de las pymes al I+D
Las ayudas directas, de 12.000 a 60.000 euros, han permitido desarrollar proyectos a un centenar de firmas
Ser pequeña empresa en tiempos de crisis es duro. A las dificultades de tratar de salir adelante se unen, en muchos casos, la imposibilidad de afrontar inversiones importantes en tecnología , imprescindibles por otra parte para ser competitivas. Para estos casos, el Gobierno regional puso en marcha el cheque innovación, una ayuda económica directa que sirve de salvavidas a muchos pequeños y medianos empresarios.
Es el caso de Alejandro Samaniego, directivo de la empresa Investigación y Desarrollo Naval, que realiza su actividad en el campo de los sistemas de protección contra la corrosión en los cascos de los barcos. En su caso, ha sido dos veces solicitante y receptor del cheque innovación, que le ha permitido acometer trabajos de mejora de sus productos. Más de 120 empresas madrileñas se han beneficiado de estas subvenciones desde que comenzaron a abonarse, en 2016. Las ayudas oscilan entre los 12.000 y los 60.000 euros , y tienen como condición que deben utilizarse entidades públicas tecnológicas. Para este año, las ayudas –que aún están en periodo de resolución– supondrán una inversión de 900.000 euros en total.
El cheque innovación está especialmente destinado a negocios de sectores tradicionales no productores de tecnología, o cuyo modelo de negocio no se apoye en el uso intensivo de la tecnología. Lo pueden cobrar las empresas que contraten servicios especializados de apoyo a la I+D+i con universidades , centros públicos de investigación, organismos de investigación y difusión del conocimiento, consorcios y redes de grupos de investigación activos financiados por otros programas de ayudas de la Comunidad de Madrid, o con los Institutos Madrileños de Estudios Avanzados (IMDEA) , los centros de innovación públicos y privados y los centros tecnológicos y parques científicos que desarrollen su actividad y tengan su sede en la Comunidad.
El primer contacto de Samaniego con los cheques innovación fue nada más comenzar a funcionar estos, en 2016:«Los hemos pedido varias veces, con distintas empresas». En sus inicios, «las cuantías eran más bajas». «Hicieron bien en aumentarlas. Si quieres hacer algo con repercusión, enseguida te vas de presupuesto», afirma a ABC. Luego, volvieron a recurrir a ellos en otras ocasiones. «Los cheques innovación nos han permitido hacer bastantes cosas», reconoce.
Por ejemplo, en su primera vez lo utilizaron para desarrollar un sistema que permitía controlar el nivel de corrosión en el casco de los barcos mediante una ‘app’. «Todos los barcos usan una protección para la corrosión, que es la protección catódica», un método para reducir o eliminar esa corrosión del metal haciendo que la superficie del barco funcione como cátodo cuando se encuentra sumergido o enterrado en un electrolito, que aquí sería el agua del mar. La empresa de Samaniego utiliza «la corriente impresa, que no tira al mar metales pesados». «Y gracias al cheque innovación, con esos 15.000 euros que nos dieron la primera vez, conseguimos hacer un dispositivo muy básico, tipo SMS», afirma, que luego evolucionó «a una comunicación vía datos, con una web que actualiza las cifras cada dos minutos, y que permite tener los barcos totalmente monitorizados».
Otro proyecto se hizo con el Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM): Samaniego consiguió el cheque innovación para prototipar un sistema de electrodos para impedir la incrustación por corriente impresa en los barcos. «Sobre el electrodo se aplica una señal, y sobre él se generan especies que evitan la corrosión. Ahora, tratamos de poner ese electrodo cerca de la hélice, para que esas especies que protegen crezcan allí, y la limpian», indica. Han conseguido un triunfo, al menos parcial: «Evitamos la incrustación de caracoles, pero nos crece el alga», añade.
Inversiones importantes
Un proyecto más ambicioso, porque como explica, «para una pequeña empresa, 75.000 euros de inversión son muy importantes». Ahora han dado un paso más, y están ya con la fabricación y el proceso productivo, para lo que ya han acudido a los fondos europeos. El Covid complicó también la vida a estos empresarios:«Los plazos de ejecución de los cheques son hasta fin de año, y tuvimos que solicitar una prórroga porque el centro de investigación donde lo desarrollábamos cerró por la pandemia», cuenta.
En el caso de la empresa de José Ignacio Ajona, Seenso Renoval, el cheque innovación le permitió contratar los servicios del IMDEA Energía Móstoles para la fase experimental de un prototipo para la desalación y extracción de productos de alto valor añadido de salmueras. «Gracias al cheque, pudimos desarrollar un proyecto de desalación y otros con sales de Atacama, de Chile». Su única queja: «Es tremendamente lento, podrían mejorarlo».
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