El caníbal de La Guindalera, culpable de matar y comerse a su madre
El jurado popular, por unanimidad, no aplica ningún atenuante mental puesto que no considera probado que el joven sufriese un brote psicótico en el momento del crimen
Alberto Sánchez, conocido como el caníbal de La Guindalera , ha sido considerado culpable por unanimidad de haber matado, descuartizado y comido a su madre. El jurado popular, que se reunió el martes para deliberar y ha comunicado su veredicto este miércoles a última hora de la tarde, no le aplica ningún eximente ni atenuante por problemas mentales, puesto que no considera probado que sufriese ningún brote psicótico en el momento del crimen. Esta decisión también se ha tomado por unanimidad .
El juicio se desarrolló entre el 19 y el 30 de abril en la Audiencia Provincial . Alberto dijo que oía voces de la televisión que le decían que matase a su madre, María Soledad, pero aseguró que no recordaba nada de lo sucedido en febrero de 2019 en el interior del 1ºC del número 50 de la calle de Francisco Navacerrada, donde ambos convivía.
Fue una amiga de la víctima la que dio la voz de alarma y denunció su desaparición tras un mes sin saber de ella. Cuando los agentes llegaron a la vivienda se encontraron una escena dantesca, de las más terroríficas que se recuerdan: había restos de Soledad repartidos por todas las estancias del domicilio; algunos de ellos, en una olla que el joven, de ahora 28 años, también le daba de comer a su perro. También hallaron los cuchillos y un serrucho utilizados para trocearla. «Está muerta», le dijo a la Policía. Los agentes explicaron durante el juicio que el acusado tenía « sangre seca en la comisura de los labios y restos de carne en las uñas».
A los agentes les llamó la atención la actitud impasible del chico , que no mostró ningún tipo de arrepentimiento durante el traslado a comisaría. En ese momento les contó qué había pasado: tras una discusión, atacó a su madre por la espalda mientras esta preparaba el desayuno y la asfixió . Durante la vista oral, en cambio, dijo que no recordaba haber confesado. «Dijo que como no sabía qué hacer con el cadáver se lo comió y se lo dio al perro, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento », relató uno de los agentes que realizó el atestado.
El hermano mayor del caníbal, citado como testigo, aseguró que había ingresado varias veces en una unidad de psiquiatría y que le habían recetado una pastilla que se negaba a tomar. Las discusiones con Soledad eran constantes en la vivienda desde que murió el padre, en 2008. A partir de ese momento, la víctima cayó en una depresión y comenzó a consumir alcohol . «Él le reprochaba que se gastara la pensión de viudedad en alcohol», contó el hermano.
Los gritos empeoraron cuando Alberto se fue de Erasmus a Grecia . Incrementó el consumo de sustancias estupefacientes y tenía alucinaciones , según declararon el juicio. El hermano tuvo que ir a buscarlo después de días desaparecido. «Estaba como ido, vivía en un mundo imaginario diciendo paranoias . Decía que nos iba a secuestrar y que nos querían matar», recordó.
Los médicos forenses , en cambio, indicaron que no estaba certificado que el caníbal sufra una patología psicótica y que en ocasiones había exagerado para simularlo, pero que sí sufre un trastorno con rasgos paranoides y narcisista . Ellos fueron los encargados de valorarlo tras el crimen y en prisión y afirmaron que nunca les contó que escuchase voces. «Llevaba tiempo pensando en matarla, incluso había ido a la iglesia a confesarse previamente a los hechos», contó la primera forense que lo atendió en los calabozos de los juzgados de Plaza de Castilla , a quien le confesó los hechos y describió los actos.
La Fiscalía pide para él 1 5 años y 5 meses de prisión por un presunto delito de homicidio y otro de profanación de cadáveres. Cree que era consciente de lo que estaba realizando. Su defensa, en cambio, solicita una eximente incompleta por alteración psiquiátrica debido los brotes psicóticos que sostiene que el acusado padeció. Con esto, la condena quedaría reducida a tres años y seis meses de cárcel. El juez tendrá será el encargado de fijar la pena, después de que el jurado -formado por seis mujeres y tres hombres- popular lo considere culpable sin eximentes ni atenuantes.
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