El asesinato del marqués de Cirella a su mujer convulsiona la alta sociedad madrileña
La víctima, que residía en Londres, mantenía otra relación y tenían desavenencias por el reparto del patrimonio
Los muros de las lujosas mansiones también pueden esconder las mayores tragedias. Ocurrió en Somosaguas, en el término municipal de Pozuelo pero a pocos metros del límite con Madrid, como hace 41 años con los marqueses de Urquijo. Probablemente, el crimen más mediático de la ... historia reciente de España. En este caso, el escenario es la misma urbanización y también tiene como protagonistas a unos aristócratas: Jorge Juliá Díez de Rivera y la mujer con la que se casó hace décadas y con la que llevaba años en proceso de divorcio, Katherine Mary Brereton Travers. Él cumplió 66 años en marzo. Ella, británica, tenía 59.
Jorge, el marqués de Cirella, que había trabajado como piloto en Iberia y Plus Ultra , descerrajó un tiro con una de sus tres escopetas de caza a su esposa sobre las dos de la tarde del domingo. Atronó la munición de postas dos veces, porque él se quitó la vida inmediatamente. Y sus tres hijos quedaban destrozados para siempre.
Fuentes del entorno de la pareja indicaron a ABC que habían tenido muy mala separación: «El proceso era horrible, sobre todo por el dinero, es una familia con un importante patrimonio». También él se había enfrentado a ella por la relación que mantenía con otro hombre en el Reino Unido, donde residía desde que se rompió el matrimonio.
Acababa de llegar a España
Jorge y Katherine se conocieron en el trabajo: él era comandante; ella, azafata de vuelo. Fuentes policiales indicaron a ABC que la mujer acababa de llegar de su país, supuestamente para tratar el divorcio. Él tenía licencia de armas, pues era cazador, y tomó una de las tres que guardaba en su casa para asesinar a Katherine. No había denuncias interpuestas por violencia de género.
Eran las dos de la tarde y los disparos de la escopeta se oyeron en toda la urbanización, y eso que la vivienda cuenta con un enorme jardín y casi 600 metros construidos , en el número 5 de la calle del Corzo. Los vigilantes fueron los que dieron la voz de alarma al escuchar las detonaciones.
La pareja tenía tres hijos (al menos uno de ellos es piloto y residente en las Islas Canarias, y otra en Italia) y varios de sus sobrinos también son pilotos. Jorge era de familia de largo abolengo: hijo de Camilo Juliá y de Bacardí, marqués de Juliá, abogado y general auditor del Ejército del Aire, y de María Dolores Díez de Rivera y Guillamas, condesa de Almodóvar, fallecida en 2018. Tenía parentesco lejano con Carmen Díez de Rivera, la 'musa de la Transición' , jefa de Gabinete del primer Gobierno de Adolfo Suárez y artífice de la legalización del PCE en 1977. Buena parte de la familia, sobre todo hermanos de él, están muy vinculados a la urbanización de Somosaguas y a la vecina y también exclusiva de Húmera, en el mismo Pozuelo de Alarcón. Algunos ostentan también títulos nobiliarios.
Larga estirpe
Según el experto Luis Manuel de Villena Cabeza, la genealogía del primer marqués de Juliá se remonta a finales del siglo XIX, abuelo del presunto homicida, título que heredó su hijo y padre del protagonista de esta trágica historia. Él ostentaba el marquesado de Cirella. Como miembro conocido de la aristocracia, la tragedia de Somosaguas ha conmocionado de manera especial a la alta sociedad madrileña.
A la vivienda de la calle del Corzo llegaron los sanitarios del Summa-112 y una primera patrulla de la Policía Nacional. Luego, los agentes de Homicidios y el Grupo de Delitos Violentos (DEVI) de la Brigada Científica. Desde el primer momento, los agentes se percataron de que él la había matado, de un tiro en el pecho, y luego se había quitado la vida volándose la cabeza. La escopeta estaba junto a su cuerpo, tendidos ambos en el jardín.
El matrimonio, en la práctica, había expirado hace tres años y ella residía en Londres. La parcela, de 5.000 metros cuadrados, se encuentra en la zona A de Somosaguas. Los vecinos indicaron a este periódico: « Escuchamos los disparos, pero no podíamos creernos que fuese eso. Pensábamos que eran golpes. Las casas aquí son muy grandes, conoces a la gente, pero casi no te relacionas . A él lo veíamos entrar y salir con el coche; ella hacía tiempo que no venía». Como suele ocurrir en estos casos, quienes les conocían de ir y venir por el barrio, no se pudieron imaginar jamás que la historia acabaría de esa manera tan truculenta, hasta que oyeron las detonaciones y la llegada de los coches de la Policía.
Tanto la ministra de Igualdad, Irene Montero, como el consejero de Justicia, Interior y Víctimas, Enrique López, manifestaron su consternación por estos hechos.
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