Cartas al alcalde
Madrid no existe
Nos quejamos de lo que unos hacen, o no hacen, pero en rigor estamos gritando que se esfumó la Gran Vía, o la calle de Alcalá, o el mismísimo Bernabéu
Madrid no existe, alcalde. Es verdad aquello nítido de Borges : el mundo es una actividad de la mente. Y a bordo de esta frase sucede ahora la ciudad, como una pura actividad de la mente, porque Madrid no está , y lo que aún queda. Vamos al supermercado como quien llevara prisas de hurto, vamos a la cafetería sólo de reojo , porque a la cafetería conviene no asistir, vamos al trabajo como quien se asoma un rato al abismo, y quizá en las terrazas de intemperie nos atrevemos a tomar un café de nostalgia, entre la urgencia y la desesperación, con temor al resfriado de gripe que ahora dicen que no existe.
Paseamos, pero más como desahogo que como recreo, y llevamos, en fin, una vida de jubilados de la alegría, pero sin jubilación alguna . Porque la ciudad no existe, alcalde, pero sí existe el coronavirus, que es invisible, como invisibles son los males peores. Estamos, alcalde, rehenes de una ciudad que no existe, y las postales de Madrid, hoy, son unas postales exóticas, y hasta excéntricas, porque a veces reúnen a gente en la calle, gente que va y viene sin la mascarilla estupefaciente.
La mascarilla fue una artesanía de quirófano, y de los chinos, que son gentes de usar costumbres a destiempo. A los pies de esta columna de esquina, alcalde, vienen dejando los lectores algunas quejas o reclamaciones, pero todas tienen vínculo con los comportamientos del transeúnte, ante la normativa anticovid . Hay quien lamenta que los jóvenes no usen mascarilla, en ciertas zonas, y hay jóvenes que entran en cabreo porque en ciertas zonas no les dejan estar sin mascarilla.
De modo que, en general, hay un serio descontento, que a veces crece en una dirección, o bien crece en la contraria. Uno, en todo esto, ve siempre lo que ya hemos dicho: la ciudad no existe, Madrid no existe. Nos quejamos de lo que unos hacen, o no hacen, pero en rigor estamos gritando que se esfumó la Gran Vía , o la calle de Alcalá , o el mismísimo Bernabéu , porque la vida con mascarilla, en vilo de riesgo, no es vida. Madrid es hoy una actividad de la mente. Entre un pasado de nostalgia y un futuro sin fecha.
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