Cartas al alcalde

Aute

Le van a poner una placa a Luis Eduardo Aute en el Parque Fuente del Berro, que era como el jardín improvisado de la casa del artista

Luis Eduardo Aute, en su estudio de pintura EP

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Le van a poner una placa a Luis Eduardo Aute en el Parque Fuente del Berro , que era como el jardín improvisado de la casa del artista, una casa que quedaba a cuatro pasos, en confines de la calle Jorge Juan. Fuente del Berro es un parque que estuviera cruzado jardín que estuviera cruzado de selva, o sea, una cosa silvana, bella y rebelde, que es lo que le gustaba Eduardo. Me parece muy bien esta iniciativa, alcalde, y en el acierto tenemos que incluir a Andrea Levy, delegada de Cultura en el Ayuntamiento, que es mujer de atención muy afinada. Desde aquí pongo un aplauso doble.

Eduardo era hombre de paseo justo, y el paseo justo lo solía cumplir ahí, en Fuente del Berro, que es una jungla muy bien calculada, a orillas de la M-30 . Aute era un hombre de pasear mucho, pero sin moverse del sitio, que es lo que hacen los artistas completos y minuciosos con el vicio de escribir o pintar, como él. Vengo a decir que Aute era un monje de la invención, y salía de casa poco, o nada, salvo para dar el concierto acordado, o bien para cumplir el compromiso en casa de algún amigo. De alguna manera este parque pasa a ser el parque de Eduardo Aute, porque acaso ya lo era, y ahora lo es con rotunda justicia, porque él ya no está, y porque ahí va a quedar una placa con su nombre. La placa va a incluir un verso de Eduardo, cuya elección ha quedado a voluntad de Marichu Rosado , su mujer, desde siempre, y sus tres hijos.

Este detalle también me complace especialmente, alcalde, porque Marichu ha sido la compañera infinita de Eduardo, y si alguien ha de espigar unas palabras para hermanar a un parque de la familia con un poeta de la mismísima familia, o al revés, es ella. Madrid es el enjambre primero de los artistas de España, y aquí llegan todavía, a diario, chicos y chicas de provincias, cargados del hatillo de la ilusión, a la conquista de la ciudad. Unos se quedan, otros vuelven al pueblo. Es justo, y es hermoso, que la propia ciudad recuerde para siempre a los que crearon aquí, y no sólo al morir, sino antes. Mucho antes. Lo de Aute, alcalde, en cualquier caso, un buen detalle. El parque bien lo sabe .

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