Plan para simplificar las ordenanzas municipales
Almeida derogará normas «obsoletas» de Madrid como la de la «embriaguez y la blasfemia»
El Ayuntamiento de Madrid reducirá las 123 ordenanzas vigentes en 69 tras eliminar 40 y sustituir 21 más
Hace más de 30 años que desaparecieron de las calles de Madrid aquellos hombres uniformados que recorrían cada noche los barrios con un manojo de llaves ajenas para velar por la seguridad de los vecinos y auxiliar, si llegaba el caso, a quienes no habían podido entrar en su portal. Los serenos , igual que muchas otras profesiones, quedaron absorbidas por la modernidad ; sin embargo, todavía perduran en el ordenamiento jurídico de la capital. Para eliminar o actualizar este tipo de ordenanzas que imponen reglas a actividades que ya ni siquiera existen o han quedado obsoletas, el Ayuntamiento prepara una «norma escoba» que borrará y simplificará todas las ordenanzas municipales .
Los reglamentos de profesiones desfasadas como los serenos o los maleteros serán eliminados
El pasado febrero comenzó un proceso para revisar las 123 normas municipales vigentes. Como Abogado del Estado que es, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida , se fijó como objetivo que este mandato se ejecutase una simplificación normativa mediante la eliminación de duplicidades y contradicciones regulatorias, la refundición de textos legales, la reducción de cargas o la mejora de la regulación de los procedimientos. Como resultado de ese proceso, según ha podido saber ABC, el Consistorio prepara una ordenanza «escoba» para derogar 40 normas que ya resultan innecesarias, sustituir 21, refundir 23, modificar 12 y analizar, en la segunda fase del plan, otras 27 normas más . De esta forma, las 123 normas actuales -51 ordenanzas, 63 reglamentos y 9 reglamentos orgánicos- quedarían reducidas a 69 -36 ordenanzas, 25 reglamentos y 8 reglamentos orgánicos-, según los datos a los que ha tenido acceso ABC, lo que simplificaría casi a la mitad el ordenamiento.
Entre las normas que se tendrán que derogar constan incluso ordenanzas preconstitucionales que han caído en desuso, como la Ordenanza Municipal de Policía Urbana y Gobierno de la Villa, de 16 de julio de 1948, que aún regula asuntos tan curiosos como «la embriaguez y la blasfemia ». «Todo individuo que fuere hallado en la calle o en cualquier lugar público en estado de embriaguez, llamando la atención, entorpeciendo el tránsito o produciendo escándalo, será multado y conducido a su domicilio o establecimiento que haga sus veces, si no lo tuviera o no se pudiera averiguar», reza el artículo 58. Sobre el blasfemo , advierte el enunciado siguiente, «será sancionado con multa o, en su caso, denunciado al Juzgado ».
Desde Carlos III
La profesión de sereno, que se remonta a la época de Carlos III , desapareció oficialmente en 1986, cuando muchos de estos empleados se integraron en la plantilla del Ayuntamiento de Madrid. Sin embargo, este Cuerpo todavía, y hasta que se anule la ordenanza, tiene capacidad para «imponer multas, que habrán de hacerse efectivas en papel oficial, de 5 pesetas por primera vez y de 10 en caso de reincidencia , a los que produzcan ruidos y escándalos en la vía pública durante las horas que preste servicio». Según indica la normativa, además de abrir y cerrar casas de los vecinos que les confiasen las llaves de sus hogares, estos empleados municipales eran la autoridad en horario nocturno. Una de sus misiones era «dar cuenta» de los «ruidos o escándalos que trasciendan del interior de los edificios, para que sean sancionados quienes los produzcan», problemas de convivencia vecinal que ahora se solucionan con una llamada al 092.
El Ayuntamiento revisará en una segunda fase 637 decretos de alcaldes y ediles de «dudosa» vigencia
En las estaciones de autobús o de trenes también era muy característico ver durante los años 50 del siglo pasado a los «maleteros», que aguardaban a los viajeros para portar su equipaje hasta su destino u otro medio de transporte. Para regular este oficio, ya que quienes lo ejercían carecían de cualquier tipo de contrato con sus clientes, el Ayuntamiento de Madrid trató de acotarlo. «Sólo podrán dedicarse a la prestación de este servicio los que se hallen matriculados en las oficinas municipales, previo pago de los derechos que procedan por la expedición de licencia, cuyo número deberán ostentar en una chapa de metal colocada en la solapa», indica todavía el Capítulo IX de la ordenanza.
De la época en la que aún se viajaba en carruaje de caballos por la capital apenas quedan como vestigio de que existieron los amplios portales que conservan algunas viviendas señoriales del centro de Madrid y la norma que todavía lo regula. Al igual que ocurre ahora con las nuevas formas de moverse, como los patinetes eléctricos o las bicis , el Consistorio se vio obligado a ordenar el tráfico para respetar el espacio de los peatones. «Las que marchen por la vía pública habrán de ser conducidas al paso por sus dueños, y si llevaran carga, deberán ir por las calles laterales y nunca por los paseos», consta en el artículo 67. Esta norma también vela por el bienestar de los animales que portan los coches. «Los locales destinados a cuadras no podrán establecerse en sótanos ni sitios húmedos o que carezcan de patios o espacios descubiertos que proporcionen a las caballerías la suficiente luz y ventilación permanente por medio de ventanales o barbacanas», figura en sucesivos artículos, en los que también se explica que los carros abandonados serán subastados si no se recogen en un plazo de 15 días.
Al margen de las normativas arcaicas, el Consistorio también derogará reglamentos de funcionamiento que ya no se aplican o que pertenecen a instituciones que ya ni existen, como el de la Academia de Policía Municipal de 22 de mayo de 2002 o normas de movilidad como la Ordenanza Reguladora de la Placa Identificativa de Ciclomotores de 28 de enero de 1994.
Tras la revisión del ordenamiento jurídico, el Ayuntamiento prevé analizar también 637 disposiciones de «dudosa vigencia» como acuerdos de Junta de Gobierno, decretos del alcalde o concejales, instrucciones y acuerdos plenarios que afectan a materias muy variadas como contratación, subvenciones, tramitación urbanística o gestión de personal. «Tras el análisis de su vigencia, en los casos en los que resulte necesario, se propondrá su derogación expresa», explicaron fuentes municipales. Con ese afán de simplificar los procesos de elaboración de las próximas normas que se aprueben, el Ayuntamiento ha elaborado una guía para facilitar el estudio de los impactos de cada iniciativa y se han dictado unas directrices para mejorar su sencillez y precisión, con un lenguaje «más claro y comprensible».
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