Los agentes desarmados que detuvieron al pandillero del tiroteo en Chueca: «Solo queríamos salvar a la gente»
Hablan para ABC los agentes de Movilidad que cazaron al DDP de del tiroteo en la sidrería El Tigre, en Chueca
El vídeo del tiroteo de dos pandilleros al camarero de un bar de Chueca
Héroes por accidente. O por valentía. Por sed de servicio al ciudadano. Por una mezcla de todo. Los dos agentes de Movilidad (Cuerpo no policial encargado de asuntos de tráfico en la capital, que no llevan armas, grilletes ni chalecos antibalas ) que el domingo detuvieron a uno de los dos pistoleros que la emprendió a tiros en la sidrería El Tigre, en Chueca (Centro), reconocen que están «bastante satisfechos» con su actuación. No es para menos. Han quitado de circulación no solo el arma, una pistola real detonadora, sino a un menor de 17 años de los Dominican Don’t Play que recibió la orden de sus superiores para que, junto a su compinche (que está en busca), ‘picaran el billete’ a un camarero del establecimiento , a la una y media de la tarde. Fuentes policiales trabajan con la hipótesis de que la víctima potencial fuera un Trinitario, banda latina rival, pero también en que el trasfondo real sea un asunto de drogas y su control en la zona: «Pudo ser un aviso», precisan a ABC los investigadores.
Este binomio de agentes de Movilidad llevan desde 2006 en el Cuerpo: «Estábamos en la calle de Hortaleza y estacionamos el coche patrulla casi frente a la sidrería, en el número 23». Uno de ellos reconoce que vio al más bajito de los dos pandilleros con algo parecido a una capucha y que se cruzaron la mirada. Fue justo antes de que escucharan «un par de detonaciones» : «Pensamos que eran petardos. Pero comenzó a salir gente corriendo, despavorida, y al momento apareció el camarero: ‘¡Ayuda! ¡Nos han robado! ¡Se han ido por ahí!’». El mismo camarero, de 32 años, origen latino y con DNI español, que había esquivado los dos tiros y que acabaron en una pata de jamón.
Ayuda de un policía de paisano
Se había inventado la historia del robo, sabía que iban a por él y está siendo investigado. El lunes ya dejó el trabajo en El Tigre. Él fue quien indicó a los intervinientes que uno de los homicidas huía por Augusto Figueroa, a cien metros, cambiándose de sudadera. «Bajamos corriendo y lo primero que hicimos fue agarrarlo por los brazos, porque sabíamos que podía portar el arma. Nos echó una mano un policía local de Coslada, que iba de paisano. Le inmovilizamos, le pusimos contra la pared, vimos en la mochila la pistola y avisamos a la Policía Municipal», añaden.
La detención fue difícil. Pese a sus 17 años, el pandillero se revolvía como gato panza arriba: « Estaba muy agresivo . Gritaba: ‘¡Yo no he sido, no he hecho nada!’. Cuando acabó todo. Empezó a pesarnos la intervención: porque si llega a sacar la pistola y nos dispara, éramos un blanco fácil. Pero en ese momento no piensas fríamente, sino solo en ayudar a un ciudadano y reducir el peligro para todos los que están por allí».